Despertar

377 39 31
                                    

En las instalaciones del centro médico de N.A.P.A:

Despierto nuevamente en esta fea habitación que me recuerda tanto a aquel hospital público que visite en Mayo del año pasado, durante la reconciliación de mis padres. Con sus feas ventanas enmarcadas en madera color verde pastel, paredes blancas con la pintura algo sucia, por lo que podría ser algo asqueroso, además de su única puerta que funciona de entrada y de salida, por supuesto. Cualquier emergencia me aviento por la ventana.

Una vez que comienzo a despabilarme más de lo que estaba, mis sentidos se desorbitan un poco, como de costumbre, dando pequeños saltos que terminan casi en un colapso mental-corporal. Procuro no asustarme, aunque, lo hice, levemente claro, al ver que mis manos temblaban como gelatina cuando intentaba tomar un sorbo de aquel vaso con agua que se encontraba sobre la mesa de noche. Difícil descripción, lo sé. Hace varios días que me quieren dar convulsiones, aunque he logrado mantenerme estable.

¿Cariño?, ¿te gustaría que te ayude? - dijo mi madre- tratando de brindar su ayuda, a lo que me negué ya que mi orgullo no lo permitió.

Déjame a mí que puedo sola, gracias -le contesté mirándola con dolor, pues sabía que sí necesitaba de su ayuda-.

¡Vamos brazo tu puedes! -pensé para motivarme, casi como cuando piensas hacerte un piercing y sabes que dolerá pero aun así lo quieres. .

Pero no lo logré, y si, tengo autismo, no me vayas a detestar. Así que al final de cuentas mi madre terminó dándome de beber; así en el fondo de mi conciencia, sabía que sin ella, mi estancia en este maldito lugar habría sido peor de lo que ya era; y mi orgullo tenía un límite también.

Escuché la puerta abrirse lentamente, quedo entreabierta, y luego una corta charla entre dos personas que terminaban su conversación en el pasillo de manera abrupta. Una era la voz de mi doctor, a quien solo me faltaba conocerle la vida privada, ya que hablaba hasta de lo que a nadie le importaba; y la otra voz era tal vez de alguna de las enfermeras cazafortunas, que transitan con frecuencia entre los pasillos con esos escandalosos teléfonos inteligentes para llamar la atención de doctores como Jack.

Buenos días Mitchell, veamos cuanto avance has tenido en estas últimas sesiones -dijo el doctor- sin mirarme, concentrado como de costumbre en esos papeles que parecían imposibles de llenar.

Mi madre tomó su atención de inmediato tocándole el hombro, lo cual al parecer no le gustaba para nada, así que decidió apartarse de ella de una manera respetuosa pero muy obvia. Llegó lentamente y casi de manera graciosa, hasta esa mesita donde mantenía guardadas algunas herramientas básicas de medicina y tomó el estetoscopio, probablemente para colgárselo en el cuello y fingir que lo iba a utilizar en algo muy importante.

¿Cómo esta señora? -Preguntó el doctor -intentando hablar con mi madre, de manera respetuosa, pues parecía notarse en ella un cierto aura sexual. Entiendo, es mi madre pero estaba atravesando la menopausia y era obvio su encanto con hombres jóvenes.

Estoy muy bien doctor, pero mi hija aún parece tener esos horribles temblores en las manos, ¿Cuándo se le quitaran por completo? -Preguntó ella un poco preocupada por mi condición. Sabiendo que tenía peores problemas que esos tontos temblores en mis manos-.

De verdad espero que no valla a utilizar ese estetoscopio, debe estar muy frío - pensé -.

Tranquila señora, su hija ya se encuentra estable. Los medicamentos podrían ser los causantes de esos temblores, no sé asuste; así que tan pronto como deje de necesitarlos, así también desaparecerán estos efectos secundarios que en teoría no deberían presentar ningún tipo de peligro para la salud de su hija -respondió el doctor.

La Mancha En La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora