Control absoluto

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-Fue una decisión inesperada de mi parte, no debí adscribir ese fuerte impulso al aire que salia de mis pulmones_pensó Mitchell.

Mientras comenzaba a danzar la gente, el viento se hacia más fuerte con cada segundo. De pronto el corazón de la niña se paralizo, a excepción de los demás, que cantaban y gozaban a toda honra el glorioso despegue de la bestia, ya muy conocida por hacer sus épicas apariciones de debajo de las profundidades de los abismos que su propio cuerpo había creado con los eones.

El caguelo brotaba de sus poros, su piel se erizaba, y no sentía poder sobre su cuerpo; además, aquellas personas Hatibinas parecían llevar una simetría perfecta al danzar frente al altar.

La caterva no se tranquilizaba, todos se sometían rígidamente al control mental que era más que evidente por la situación, unas rocas rozaron las pequeñas piernas de metal que su hermano Nathan construyo para ella lo cual provocó que cayera al suelo, se lastimara la frente con una piedra y sus prótesis fueran lanzadas por accidente al abismo que comenzaba a abrirse en el suelo, mientras la sangre brotaba de su rostro.

-Noooo_ gritaba ella al verlas caer por el barranco que parecía infinito.

Las grietas en el suelo rocoso se agrandaban y ella estaba a punto de caer al agujero que provocaba la sensación de querer tragar su cuerpo.

Pero Nathan apareció, la tomó con ambos brazos, la alzó y corrió.

-Vamos Mitch, resiste, no me abandones por favor_ gritaba Nathan con Mitchell ensangrentada  en sus brazos.

Finalmente Azathtoth brotó desde el núcleo del planeta, destrozando la mitad de él mientras salia a la superficie; Nathan se detuvo al escuchar el estruendo que alcanzaba casi a destrozar sus timpanos, volteó su cabeza hacia la derecha, con miedo de perder la vida que llevaba en sus brazos, miro al cielo y ahí pudo observar al desaforado monstruo alienígena de magnitudes colosales que alzaba sus infinitas alas negras que poco se podían apreciar por la oscuridad del espacio...

Mitchell despertó en el suelo, en la posición en que su hermano la cargaba. Y simplemente sorprendida de lo que ella sabia que había sido un sueño muy difícil de entender.

Escuchó que la puerta de la habitación se abría muy despacio, así que corrió un poco somnolienta hasta la esquina contraria por el miedo que la invadía.

-No quería asustarte pequeña, pero dice Zad que debemos irnos a Rusia por un par de días mientras tu te quedas aquí mejorándote para estar lista en el viaje a HAT; así que venia a despedirme de ti y a desearte buena suerte_ dijo Will asomando su cabeza por la puerta entreabierta.

Mitch sabía que él era un hombre de confianza, compartían muchas similitudes que para ella eran dignas de una buena persona, entonces corrió a abrazarlo con lagrimas en los ojos.

Él abrió completamente la puerta que los separaba y se agacho sobre su rodilla para abrazarla, tomo la cabeza de la niña con su mano derecha, rozándole el cabello tan largo que la protegía del mal(según ella); y la llevo a su hombro, para que ahí ella pudiera llorar junto a alguien que la hiciera sentir protegida y amada como debió haberlo hecho alguna vez su verdadero padre.

-Pensé que nunca la vería comportarse como una niña_ pensó Will al sentir el abrazo de la hija que imaginaba tener en su memoria.

La besó en la frente y se despidió de ella alborotando su cabellera.

Mitchell fue llevada a la sala de entrenamiento que se encontraba al lado de su habitación, le dieron un Traje Oscuro de su medida, y la llevaron escoltada al baño para que cambiara su ropa. Entró a un enorme vestidor de paredes blancas, en medio de una de las paredes habían colocado un espejo, lo miró, pues le pareció ver algo inusual en su frente; tocó con sus dedos una marca que aparentemente recordaba tener en su sueño y pudo observar cómo una muy pequeña cicatriz demostraba que después de todo aquel sueño pudo no haber sido solo un sueño, aunque, solo era una posibilidad.

-Mientras, se escuchaba el rugir de los motores de aquellos LandRover comenzando su marcha hacia Rusia.

Will, sentado al frente en uno de los autos dirigentes, miraba al cielo y trataba de entender porque antes la existencia de un Dios era tan sobre valorada, mientras toda su familia muerta esperaba por él en el destino desconocido de la muerte. Sacó la flauta de su bolsillo derecho, pensando que quizá no debía devolverla a Mitchell hasta estar seguro de protegerla como no había podido lograrlo con su hija.

La Mancha En La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora