Sueños II

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Dios bendito, ayúdame a poder terminar de narrar esto.

Dios bendito, ayúdame a poder terminar de narrar esto

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Permítanme hablarles de Eros Black Moore.

•••

Suspiré por décima vez frente a mí computador.

¿Cuántas veces más lo haría?

Recuerdo la primera vez que se asomó por mi cabeza, sus imperfectos ojos verdes y la forma despreocupada en la que lucían sus cabellos rubios que se tornaron azabaches con el pasar de los meses.

La manera en la que prefería ser opacado por las risotas y palabrerías de su gemelo.

Recuerdo lo dulce que se me pareció a pesar de sus 18 años, en aquel entonces.

¿Cómo es que había crecido tanto?

«—Deberías saber lo adictivo que me resulta tu sabor en mi boca...»

Podía sentir que esas palabras me pertenecían a mi y no a la mujer a la que se los dedicaba.

¿En qué demonios estás pensando? Dios... Deja de ser ridícula, es tu propio personaje.

Pero... ¿Realmente podía evitarlo?

Suspiré una vez más y cerré los ojos, dejándome llevar por el repentino desgaste que estaba sufriendo.

Eros cumpliría treinta y dos años en menos de lo que canta un gallo, dejando atrás su faceta de típico chico misterioso de los libros y aunque las chaquetas de cuero siempre serán mis preferidas sobre su piel, la idea de verlo trajeado me recordó al baile de graduación que imaginé para él cuando yo aún tenía trece.

¿En qué momento habían pasado siete años para mí y catorce años para él?

Dejé mi cabeza volar, importándome poco si llegaba a completar ese capítulo.

Ya luego lo haré...

Me recuerdo murmurarlo antes de apartar el portátil de mi regazo, permitiéndome hundir mi rostro entre mis almohadas.

~•~

Unos besos húmedos sobre la desnudes de mis hombros me obligan a abrir los ojos y bufé por la interrupción de mi sueño.

Lo primero que captaron mis ojos fue el brazo medio bronceado que se apoya sobre mi cama y retuve el impulso de gritar.

¡¿Qué hicimos antes de dormir?

Dame una noche más [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora