El Alemán [parte II]

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Luego de varias copas, de fruncir el ceño ante cada roce de cuerpos que surgía en la pista de baile y de la constante molestia ante las sonrisas suficientes del alemán, soy arrastrada nuevamente a la pista de baile por América y Ellen.

Me desenvuelvo a su alrededor y me río liberándome de toda la tensión hasta que siento las manos de cierta persona sobre mi cintura.

Der Fuchs kann dich essen, Hase.murmura contra mi cuello y me estremezco.

»El zorro puede devorarte, conejita.

—El zorro debería quitar sus manos. —aprieto y agarro cuando lo siento deslizarse sobre mis caderas.

—Nena...

—Y una mierda, vete a apostar a otra chica, alemán idiota. —me safo de su agarre tratando de llegar al círculo de las chicas.

Scheisse.

»Mierda...

Lo escucho decir antes de que envuelva mi muñeca con su gran mano y tire de mi para seguirlo.

Scheisse, tú, hijo de perra, suéltame. —halo de mi brazo y él aprieta su agarre sin lastimarme.

Du wirst deinen hübschen Mund schließen und mir folgen.  —brava y me detengo sin haber entendido nada de lo que dijo.

»Vas a cerrar tu linda boca y vas a seguirme.

—La tuya, por si acaso —digo y vuelve a tirar de mi tras rodar los ojos.

Forcejeo con él un rato más y cuando se cansa de mi, estampa mi espalda contra la pared más cercana, sujetando mi rostro con una mano.

—No fuiste una apuesta, la apuesta fue el llavero que escogiste para esta noche.

—Pues el llavero fue el que te trajo hacia a mi. —lo reto alzando la cara— Zweimal.

»Dos veces.

Una sonrisa se despliega por su rostro mientras se acerca al mío.

—¿Vas a gemir en alemán para mi otra vez, nena?

Su aire se hace mío y me maldigo por ceder ante su aura dominante.

Aprieto los puños pero no me muevo, ni reclamo, si lo hago él solamente lo tomará como una insinuación.

Su mano libre, se abre camino por la desnudes de mi espalda mientras nos retamos con la mirada.

—No tienes moral. —digo apoyando mi mano en su hombro.

—¿Había que tenerlo? No recuerdo que la tuvieras mientras follabamos en casa de tu noviecito.

Sonríe con altivez y trago duro sintiendo la punzada de culpabilidad.

—Será mejor que me vaya, Adam, no puedo hacerle esto a Edward. —suspiro y él acaricia mi mejilla llamando mi mirada.

—Claro que puedes, no te resistas, nena. —la intensidad de su mirada me atrapa — Solo tu y yo, nadie lo sabrá.

Cierro los ojos negando con la cabeza.

—No-

Interrumpe mi negativa volviendo a besarme y aprieto mi agarre en él.

Está mal, pero se siente tan bien.

Su lengua dibuja mis labios y los abro para él, dejando que quite de mi toda sensación de culpabilidad, me seduce y envuelve.

Dame una noche más [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora