Mi delirante demonio [parte 2]

214 13 2
                                    

No es una temática común o del gusto de todo público por lo que me veo en la obligación de poner esto antes del capítulo.

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene sexo sin consentimiento, sometimiento, BDSM, juego de cuchillos, doble penetración forzada y hematolagnia (causar heridas o moretones para infringir placer propio al sentimiento de dominación).

Contiene lenguaje obsceno, burlas a religiones y abuso romantizado.

Proceda con discreción.

—©—


¿Será este un sueño? Joder, debí de haberle hecho caso a Naomi cuando me dijo que dejara de leer cochinadas antes de dormir.

Ver sus cabellos asomarse entre mis piernas y maldecir por haber dejado que me amarre evitando mi toque, comenzaba a frustarme.

Es un sueño, ¿Verdad?

Me removí en la cama, dispuesta a safar el nudo cuando su mirada subió hacia a mi, sus ojos rojos me perturban y me atraen a la misma medida.

Su mano sujetándome de la cintura, mostrándome la navaja que brillaba bajo la poca luz existente.

Sí, tiene que ser un sueño... Nadie tiene los ojos así...

Luego de decir ello, mi cerebro conectó las imágenes y gemí cuando su lengua se adentró en mi.

—Do- Dozens, no me gusta, no lo quiero —succionó mi clítoris y curveé la espalda ante los temblores de éxtasis que me recorrieron.

—Esa parece una vil mentira, Dulce.

—Es Yanirit, no Dulce —corregí a duras penas retorciéndome sobre mi cama.

—Yanirit... —sonrió sobre mis pliegues y su aliento causó más estremecimientos.

—Dozens, no me gusta así, déjame tocarte. —imploré con un tono de voz que no sabía que poseía.

—No es seguro, cariño. —dijo y subió sobre mi cuerpo para tomar mi boca y probar de la suya mi propio sabor.

Había algo en él que no sonaba genuino y me dejé llevar por su cuerpo cuando me besó con furor.

Permanecí maniatada y aunque quise quejarme, las palabras no salían de mi boca.

Sus prendas desaparecieron como a poco y para cuando pude hablar su polla húmeda precionaba contra mi ano.

—No lo he hecho antes —mi pecho subía y bajaba acelerado—, cuídame, Dozens.

Sus ojos evitaron los míos, con sus garras rompiendo la piel de mis caderas.

—Dozens... —jadeé del dolor.

Lo observé tensarse y menear la cabeza antes de mover sus caderas hacia adelante sin tiempo de adecuarme a su tamaño.

Un sollozo se estancó en mi garganta y permanecí quieta sin saber que hacer.

—Perdóname, amor mío. —soltó con una pena enterrada en el corazón que me cortó la respiración.

Él no me haría daño...

Mordí mis labios para no gritar y apreté las sábanas en mis manos.

No lo quiero... Lo deseo.

Esa no era la voz de mi conciencia, y mi cuerpo se relajó contra mi voluntad.

Dame una noche más [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora