Decisiones confusas

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-Tarde, Schneider. –me reta el profesor, sonrío inocente y voy hasta mi asiento pidiendo perdón. –bien, esperemos a que lleguen los de la otra división.

-¿Qué pasó? –pregunto una vez que me acomodo en mi lugar.

-Tu vieja es la directora y no te enteras de nada vos, eh. –dice Depa a mi lado y todos reímos. –vamos a tener fiesta por el día del estudiante. –parece emocionado.

No es el único porque para ser las siete de la mañana todo el curso está alterado y no suelen ser así. 

A mí no me gustan esas jornadas recreativas, en mi antiguo colegio no iba, me quedaba a dormir todo el día porque te amenazan con que van a tomar asistencia y a veces ni los profesores iban, solo algunos.

Cuando iba a hablar empezaron a llegar los del otro curso, menos mal que vienen ellos y no nos tenemos que mover nosotros.

-Bien chicos ahora sí estamos todos. –empieza el profesor de educación física, que recién me doy cuenta que está acá. –este año la directora nos permitió realizar por primera vez una jornada de juegos por la primavera y su día. –ahora entiendo la emoción de mis amigos, es la primera vez que hacen esto. –van a realizarse juegos deportivos de los cuales ya tenemos en planilla, se enfrentarán por divisiones, así habrá un ganador por año, porque sería injusto que ustedes se enfrenten a los más chicos.

Tal cual a lo que hacíamos allá, un día entero jugando entre compañeros.

-Ahora diremos los juegos que haremos y ustedes se anotarán. –empieza el murmullo entre todos y por mi parte empiezo a mirarme el cabello porque no pienso anotarme en ninguno, pienso en dormir.

-¿Vos te anotas en alguno? –pregunta mi novio girándose para atrás.

-No, yo de esas jornadas paso. –digo negando y la DS3 me mira raro.

-Sos la deportista del curso, si vos no te anotas en alguno perdemos todo. –comenta asustada Wawa y rio, pero ellos no. –no podemos perder con el curso B.

-¿Por?

-Es ley que el A y B no se lleven bien. –explica Valen como si fuera obvio.

Eso no parecía el otro día que lo vi con nuestra compañerita. Solo pienso, nada más.

-En el sur nos llevábamos bien. –asiento y ellos niegan.

-Estamos en Buenos Aires, Dennise, acá es diferente la cultura. –habla muy serio Tobías y quiero reír. –matar o morir.

-Ni siquiera saben cuál es el premio. –rio. –bueno, yo deduzco que podría...-

-Eso es lo de menos, yo quiero ganar. –dice Valentín en tono competitivo, todos asienten rápido.

No acoto nada más porque no pienso anotarme en algo. Agarro nuevamente las puntas de mi cabello examinándolo, definitivamente necesito un corte, nunca lo tuve muy largo, aunque tampoco muy corto, pero las puntas se están empezando a abrir y no me gusta tenerlo así.

Escucho algunos nombre y debates, sin embargo, no digo nada, mientras más callada permanezco mejor para mí. 

Solo dejen dormir a esta pobre criatura.

-Dennu y Fausto si o si. –escucho mi nombre y levanto mi cabeza. –Schneider y Conte, profe.

El curso A está del lado derecho del salón, justo donde estamos con la DS3, y los B están del lado izquierdo, también todos juntos. ¿Cuándo se movieron?

-Schneider, ¿si o no? –pregunta el profesor y todos quedan en silencio esperando algo de mi parte, pero no entiendo nada.

-No, ellos no, profe. –habla una piba del otro lado que no la conozco. –ellos son jugadores profesionales, así perdemos seguro.

-Eloy también es jugador de futbol e igual lo metieron ustedes. –hace montoncito, León, nuestro compañero y todo A lo apoya.

-Pero él no es de primera, Dennise y Fausto sí. –a ella si la conozco, Carla, hasta se paró y todo para hablar. –por lo menos que uno de los dos no juegue.

-Chicos, es solo un juego, no un campeonato mundial. –los calma el profesor. –Dennise, te anotamos en vóley ¿si o no?

Ah, de eso era. Mis compañeros, todos, me miran juntando sus manos y poniendo caritas de cachorritos. 

Adiós siesta mía. Suelto un suspiro fuerte.

-Sí. 

{...}

-Boludo, yo quería dormir. –tiro mi mochila al piso y me tiro a mi cama. –ahora no voy a poder.

-Tenés como dos semanas todavía para dormir. –ríe mi novio tirándose a mi lado. –además que te hace no dormir ese día.

-Son horas perdidas que no recupero más. –suspiro tapándome la cara.

Siento que sube encima de mí y con sus manos saca las mías, se acerca y deja varios besos en mis labios, los cuales correspondo a todos llevando mis brazos a su cuello.

-Es re fácil sacarte el berrinche. –ríe y giro mis ojos. –son solo un par de horas, nena, después venimos a dormir juntos.

-Pero ni sabemos de que hora a que hora es. –niega mordiendo su labio y después sonríe.

-Boluda, te doy soluciones y me das más problemas. –suelto una risa y él apoya su peso en uno de sus brazos tirándose al costado.

-Perdón, es que me pone de mal humor no dormir.

-Entonces dormimos ahora. –se acomoda pasando un brazo y una pierna por encima de mi cuerpo.

-Primero a morfar porque sueño y hambre siempre tengo. –empujo su cuerpo y me levanto.

Bajo hasta la cocina con él siguiéndome, abro la heladera, saco empanadas y pizzas que quedaron de anoche, las coloco en el microondas y agarro el celular viendo mis redes mientras esperamos. Valen viene y me abraza metiendo su cabeza en mi cuello, paso un brazo por su hombro llevando mi mano a su cabello, con la otra sigo revisando mi teléfono.

-Que rico olor tenés. –murmura frotando su nariz en esa zona.

-Es que me baño, Ternurita. –digo riendo y siento su sonrisa pegada a mi piel. –tendrías que intentarlo.

-Nunca me sentiste mal olor. –dice levantando su cabeza encerrándome entre su cuerpo y la mesada.

-Que no lo diga no significa que no lo sienta. –hablo levantando una ceja burlándome de él que abre su boca indignado.

Antes de que hable voy hacia el aparador y empiezo a sacar los platos y vasos, escucho el sonido del microondas y me dirijo a sacar el almuerzo, dejo todo en la barra americana en medio para que ambos comamos.

-Me tengo que ir, Denn. –habla escribiendo en su celular y frunzo mi ceño. –mamá quiere que vaya porque me necesita.

-Bueno, llévate empanadas para el camino si querés. –ofrezco y él me sonríe.

-Nos vemos a la noche. –asiento y me da un beso rápido. –te quiero. –dice y sale de la cocina, seguidamente escucho que se cierra la puerta principal.

Eso fue rarísimo porque antes de salir del colegio me había dicho que sus viejos viajaron y que Manu estaba en lo de su abuelo, ¿me está mintiendo? Claramente sí.

Desde el finde pasado, donde me preguntó si confiaba en él, está raro, si no sale apurado a algún lado, se queda pensativo mirando un punto fijo. 

Está claro que algo me oculta, pero ¿Qué es? ¿Por qué?

JUGANDO A AMARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora