Una vez más

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Amo los días de lluvia, más si no hay clases y tampoco entrenamientos, ideal para pasar todo el día en la cama durmiendo o mirando películas. Me encanta dormir, pero los días así me la paso en mi cama mirando una peli tras otra, comiendo golosinas y en soledad sin que me jodan la vida.

Hoy hay una excepción, no estoy sola, Valentín está conmigo, durmiendo sobre mi pecho y prendido a mi cuerpo como una garrapata, lo acaricio desde su nuca hasta la mandíbula, sé cuánto le gusta que le hagan mimitos mientras duerme, de vez en cuando suelta suspiros y se me hace lo más tierno que hay cuando duerme así.

Lo de la campera lo arreglamos, bah, no había nada que arreglar, pero él insistió en dar una explicación, entonces lo escuché y luego le aclaré que no me molesta, como ya se lo había dicho esa campera pensaba en regalársela.

Lo que si sigue instalado en mi como un gusto amargo es la mentira de si salieron o no, a mi no me enoja que hayan salido, todos tenemos un pasado obviamente, pero no le veo la necesidad de mentir, puede decirme tranquilamente que fueron novios o tuvieron algo, tal vez no le genero tanta confianza como parece. 

Y él sabe cuánto odio las mentiras. Sin embargo, también me siento culpable porque no hablo con la verdad cuando digo estoy bien...

Un fuerte rayo hace gran estruendo asustándonos, tanto que él se levanta rápido y se sienta en la cama.

-¿Nena, estás bien? –asiento sintiendo a mil mi corazón, coloco una mano en mi pecho, no me esperaba ese ruido, al parecer cayó cerca. Él refriega su cara y cabello despeinándose. –mierda que me asusté. -suelta una risa chiquita.

-Yo también, pareciera que hasta la cama tembló. –asiente y se acerca más dejando un beso en mi cachete.

-¿Mi cepillo? –pregunta y me paso por encima de él para abrir la gaveta de la mesita de luz, saco el cepillo rojo para dárselo. –ya vuelvo. –asiento y vuelve a dejar un beso en mi mejilla para levantarse e ir hacia el baño.

Yo también debería ir a cepillarme los dientes, no es que recién nos levantamos, él se levanta de la siesta, pero yo comí muchas gomitas, caramelos y chocolates, capaz más tarde me queje, pero mi estómago y el tiempo lo pedía.

Si estoy mal más tarde, sería otro día sin clases y entrenamiento. Que quieren que les diga, una vez que faltas un día ya queres el resto de la vida, bueno por lo menos en mi caso.

Escucho el ruido de la puerta siendo cerrada de golpe y giro mi cabeza, frunzo el ceño al verlo al castaño con una toalla desde la cintura para abajo, eso es raro porque no llevó ropa interior para bañarse.

-¿Te bañaste? –niega y pasa saliva rápido, hasta acá pude notar como su nuez subió y bajó rápido. Me levanto y camino hasta quedarme frente a él, agarro su cara y me mira. -¿estás bien?

-No. –susurra, al parecer si se cepillo los dientes porque el olor a menta es notable. –tu mamá está en la casa.

-Ya sé, vive acá.

-No, no. –niega y agarra mis manos que todavía permanecen sobre sus mejillas. –nena, me vio. –hace una pausa. –ahí en el baño y en bóxer, yo re boludo pensando que solo estábamos nosotros salí así y no me di cuenta que dejé la puerta abierta, pero bueno me iba a cepillar los dientes nada más.

Muerdo mi labio para no reírme, aunque muero por hacerlo, pero me detiene que él parece estar en shock más o menos.

-¿Y te dijo algo? –asiente y eso hace que me ponga seria. Sandra que le habrás dicho para que esté así.

-Hola, Val. –ah, esta vez si se me escapa una pequeña risa corta. –eso dijo, "hola, Val" y cerré la puerta después de levantar mi mano, encerrándome con mi poca dignidad que me queda en esta casa.

JUGANDO A AMARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora