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"Me vuelvo a preocupar por mi peso"

Esas palabras se incrustaron en el pensamiento de la princesa durante todo el día.

Su más fiel compañera. Su dama de compañía más cercana estaba sufriendo. Y todo por aquel caballero del que la chica llevaba enamorada ya dos años.

Era una doncella espectacular. Hasta la propia reina la prefería a su hija. ¿ Como podían no fijarse en ella?

Lo peor no eran los comentarios de la gente. Lo peor eran los comentarios de su cabeza. No comía. No comía para bajar de peso. Bajaba de peso por verse bien y al final...

Todo iba a acabar mal. Lo sabía. La princesa se lo había repetido mil y una veces. Que no lo hiciera. que no era una broma. Era un tema serio.

Y, la única que conocía de su relación con la aldeana le decía que no. Que no se preocupara por eso. Que no iba a dejar de comer. Aunque al fin y al cabo ambas sabían que eso era una mentira. Una mentira terrible y muy pero que muy dolorosa.

Su doncella quería a alguien que la quisiera. No entendía por qué el prefería a una prostituta con la que liarse una noche. No entendía la necesidad de hacerlo si no estaban enamorado. Y esa era una de las mil cosas que la princesa y ella compartían.

La mataba ver a su compañera así de destrozada e intentaba hacer todo para ayudarla. Le asustaba lo que su mejor amiga pudiera hacer por aquel hombre. Odiaba todo aquello que la relacionaba con la gente normal. Con esa gente que formaba el 99 porciento de la población.

La princesa de la TorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora