No podía expresarlo con palabras. Cada vez que veía una carta suya se le paraba el corazón un milisegundo.
Volvía a ser esa chica. Esa gata con la que soñaba todos y cada uno de los días. Su mente necesitaba visualizarla cada minuto al lado suyo para no caer en la tentación de aquel botón.
Los atardeceres eran propiedad de la campesina. Las mañanas eran propiedad de la campesina. Su corazón era propiedad de la campesina.
Pese a eso, siempre le invadían las dudas. La quería tanto y sabía que era mutuo, pero aún así no podía evitar preguntarse si era suficiente. Si no la aburría con sus cuentos. Si desahogarse siempre con ella podía llegar a molestarla.
Como ya comenté en anteriores textos, sus fríos comentarios y respuestas no ayudaban a las dudas de la menor. La princesa sabía perfectamente que no lo hacía con mala intención pero aún así le costaba acostumbrarse.
Porque la quería. Toda su mente y cuerpo estaba a sus pies. Cuando la princesa pensaba en sus besos y en sus cariños. Oh... Toda duda desaparecía. Probablemente aquel romance fuera jugar con fuego, per se iba a arriesgar. Tampoco tenía mucho que perder. Las gentes del pueblo habían sacado sus propios rumores sobre un posible amor entre una soldado y la heredera, asi que mientras no se supiera nada de ambas estaría bien. Mientras se pudieran ver al menos una hora cada mes estaba bien. Porque ambas esperarían ese día como si fuera el día de su boda.
Aquello era bonito. Un poco erótico por parte de la princesa pero en fin.
Supongo que en eso se basaba su amor. un amor peligroso, con riesgos, oculto entre las sombras y por otra parte tan luminoso. Ambas deseaban querer a la otra por el resto de sus días. Pobre princesa, cuanto mal le harían los labios de esa chica.
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La princesa de la Torre
Short Story... y ella ya sabía que eso iba a pasar, pero no lo quiso evitar. <3