"¿Por qué te empeñas en no hacerme caso? Vas a coger frío y no te voy a ayudar."
Era pequeña. Tenía unos siete años y su mayor preocupación era que su madre no le diera hermanos, y que no se le viera la barriga en los vestidos. Si, tan pequeña y se preocupaba de eso. Es decir, las dos cosas venían por lo mismo. Odiaba los bebés, odiaba a las embarazadas.Era una tontería, pero últimamente la princesa estaba muy nostálgica y se había acordado de esa época. Ese día se le abrieron los ojos frente a la campesina.
Habían hecho una pequeña ruta. Estaba empezando a hacer frío y sabía que si lo admitía ante su madre, no iba a acabar bien.
La maravillosa campesina le dejo su chaqueta. Su abrigo. La mayor muestra de cariño que le habían dirigido nunca.
Era una tontería. Es decir, seguro que la aldeana ni se acordaba. Pero para ella era distinto. Cada detalle era único.
Pero seguía siendo una chorrada de recuerdo.Tal vez llevaba sintiéndose así de mal una hora o dos. O tal vez seis meses. O puede ser que desde el final de aquel verano de 2020. El mejor verano de su vida. El verano en el que su corazón empezó a retumbar de nuevo.
Pero todo lo bueno se acaba. Y ahora solo podía aferrarse a esas bromas y esa manera de hablar como si fueran piedras preciosas. Eran recuerdos que valían oro y, en alguna parte de su corazón sabía que nada sería así ahora si aquel juego raro no hubiera existido. Que nada estaría así si su madre no se hubiera empeñado en llevarla a esa playa donde vió por primera vez a dos locas asesinando bebes de juguete.
¿Me puedes decir si estoy en coma? ¿Por qué la princesa se acordaba de todo eso ahora?
La respuesta era sencilla. O más bien, la respuesta que su corazón le decía era sencilla.
Todo iba a ser... perfecto. Este verano todo iba a ser igual. Iba a ser genial. Iba a tocarla todos los días. A abrazarla y...
-Ring ring ring
Mierda. Era un sueño. No estaba abrazada a la campesina. Estaba despeinada, abrazándose a un puñetero peluche. Mierda.
Le dolían los ojos. Llovía y querían llevarla de paseo. Como si fuera un perro. Ella estaba bien en su casa. ¿Cual era la necesidad?
Contaba los días.
24 para verla. 24 días para que todo eso se acabara y pudiera verla.
Que suerte tenían algunos. Que suerte de poder ver a la gente que amaban cuando y como querían.Mirar el cielo grisáceo no motivaba a la princesa. Pero tenía que aguantar. Un poco más. 14 días para que se acabara toda esa mierda. 14.
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La princesa de la Torre
Short Story... y ella ya sabía que eso iba a pasar, pero no lo quiso evitar. <3