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¿Tal vez ella es la clave?

Esta vez era diferente. Todas y cada una eran diferentes. 

Quería contárselo todo. Todas y absolutamente todas esas cosas que le pasaban. Que la necesitaba. Que le dolía el corazón de pensar que podría preferir a otra. Era una música triste.       Le dolían las manos de tocar esas viejas teclas con tanta fuerza. Quería llorar por todo. Quería llorar de rabia. De que todo se le venía encima. Que se le iba a salir el corazón. Que había vuelto a arrancarse el pelo. Que se mordía las uñas otra vez. Que lloraba y gritaba por las noches. Que si no tenía un cojín a su espalda; imaginando que era ella, no podía dormir. 

Que necesitaba verla, y no como su novia. Necesitaba verla como todo. Como una madre, una hermana, su mejor amiga, su conciencia, su toma de decisiones. Como todo eso. Porque tal vez la princesa no era ni la más guapa ni la más lista, pero era esa. Esa niña que se enfadaba porque su madre llamaba toda la atención de sus amigas. Esa adolescente con múltiple personalidad. Esa mujer que hacía reír a todo el mundo, pese a estar en un acantilado oscuro y  sin salida.

¿Qué más podía decirle en esa carta?

No quería ser pesada, pero ese día decidió abrirse. Decidió contarle todas esas cosas antes de verse. Necesitaba hacerlo, y por lo menos, esperaba que no la ignorara para ponerse a jugar.


¿Te soy sincera? Siento que te aburro. Pero me da igual. No voy a parar de contártelo todo, absolutamente todo. ¿Por qué? Porque hiciste que te quisiera de esta manera. Hiciste que sea una dependiente de ti. Hiciste que me echara a llorar de felicidad. Muchas veces a lo largo de estos 5 años. 

Tus palabras me consuelan, me animan, me reaniman y hacen que sea feliz. No soportaría estar con otra persona que no seas tu. Que tu carácter me encanta. Que puedas pasar de todo el mundo y seguir igual es maravilloso. Que no intentes hacer cosas por la gente es genial. Ojalá yo también pudiera. 

Todo es broma. ¿De verdad crees que a la princesa De La Torre le importa que no contestes a los 2 segundos? ¿Enserio piensas que el hecho de que seas fría por mensaje me afecta en quererte? Pues te equivocas. Y mucho. 

Me demuestras todos los días que te importo. Y con eso me sirve. A veces me meto contigo porque esto no es como me lo imaginaba. Para una lectora de novelas antiguas y romances poetas esto no existía. Así que eso es todo. Punto y final.

También quiero que sepas que además de todo esto, sin ti lo paso muy mal. Que la soldado cada dia me trata peor. Que tengo miedo de que me pegue por no acertar un remate o por decir alguna tontería. Que la doncella no me escucha. Que va a dejar de comer y me da muchísimo miedo. Que me pide consejos y no se los puedo dar porque no entiendo lo que ve en ese hombre. Que entiendo el amor pero no se como ayudarla. 

Y no eres estúpida. no lo eres, realmente. Y yo tampoco. Somos unos desastres, en algunas cosas más que otras pero nos compensamos la una a la otra. 

Me refiero; ¿Quién se pasaría todas las tardes durante 3 meses intentando jugar con una niña a la que se le apagaba la tablet cada dos minutos? A nadie. Menos a ti. Porque me enseñaste lo que era el amor. Que no me importa que mi madre me diga que eres una mala influencia. Que no me importa que seas borde por mensaje. Que nada me importa. Nada.



La princesa sigue tocando. ¿Plasmará todo eso en papel alguna vez? Podría darse el caso, si se atreviera a decírselo todo. Toca el último acorde lo más fuerte que le dan los brazos y deja el pedal puesto para que el sonido no se corte. Se sienta y piensa en lo que acaba de escribir. Falta algo. Falta ese sarcasmo final que la representa. 


"ah, y también te quiero porque no sabes lo que me ponen tus labios sobre mi piel, mientras se oyen los ronquidos de cierta morena durmiendo profundamente."

La princesa de la TorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora