Mientras Dean estaba volando en dirección a Madrid, España, Samantha estaba con contracciones cada veinticinco minutos.
Narra Sam
Al ser madre primeriza, los doctores me dijeron que me puedo tirar hasta doce horas dando a luz.
Los dolores eran insoportables, pero nada importa sabiendo que solo me quedan unas cuantas horas para tener por fin a mi pequeña princesita en brazos por primera Ve. Estoy segura de que será amor a primera vista, como con su padre.
Dean... Cuanto daría porque estuviera aquí, conmigo y no con esa rubia...
-Disculpe, señora - dice la enfermera -no va a acompañarla nadie?
-No, es que todos mis familiares y amigos viven en Estados Unidos. -Respondo.
-Pues no saben el espectáculo que se pierden -dice una señora como de cuarenta años riendose por lo bajo -se lo digo yo que voy a por el cuarto, mas hubiera valido que en lugar de coserme me hubieran puesto un abre fácil -al acabar la frase, la cara de la señora se deforma, una contracción.
-Yo soy primeriza... -digo yo tímidamente.
-Huy, pues puede ponerse cómoda, doce horas no se las quita nadie - consigue responder cuando logra controlar el dolor.
-Usted cree? -pregunto yo un poco atemorizada, entre esta y la enfermera me han acabado metiendo el miedo en el cuerpo.
-Haber como están ustedes? -interrumpe el doctor -muy bien, doña Cristina, ya ha dilatado cinco centímetros. Vamos a ver a esta jovencita... Solo dos. Me da tiempo a tomarme un café.
Se va con una enfermera y yo vuelvo a conversar con mi acompañante.
- Dos centímetros de cuanto?
-De diez, así que aún te quedan ocho.
No puedo evitar palidecer ante lo dicho por la señora Cristina.
-Pero si ya llevo aquí tres horas!
La mujer se rie, obviamente de mi.
-Y su marido? - me pregunta, y no puedo evitar entristecerme.
-No estoy casada.
-Y el padre del bebé?
-Vive en Estados Unidos, pero se todas formas no creo que venga, se va a casar y además no sabe nada -al decir esto no puedo evitar que se me resbale una lágrima por la mejilla, la mujer se ha debido dar cuenta, porque esboza una sonrisa de pena.
-Y tus amigas?
-En Estados Unidos, también, pero me dijeron que iban a coger el primer vuelo para venir lo antes que puedan.
No pude acabar la frase cuando un charco empezó a formarse entre las piernas de Cristina, los ojos se le abrieron como platos y empezó a gritar de dolor. Ha roto aguas. El bebé va a nacer.
Enseguida llamó a una enfermera que se la lleva al quirófano.
Estoy sola como una hora esperando a Cristina, pero enseguida viene en una camilla y con un bulto azul en brazos, su hijo.
- Y cómo le va a poner? -le pregunto yo.
- Se va llamar Ismael - me contesta como lo haría una madre encantada con su hijo.
- Es un nombre precioso.
-Y como le va a poner al suyo? -me pregunta.
-Es una chica, pero aún no lo sé.
Diez horas más tarde.
Han pasado a Cristina e Ismael a una habitación en planta y yo me he quedado sola. Estoy completamente sola, a excepción del doctor, que viene de vez en cuando
La última vez dijo que ya había dilatado ocho centímetros, por lo que pronto tendré a mi niña conmigo.
Las chicas aún no han llegado, pero les he enviado un mensaje con la dirección del hospital.
Cierro los ojos un momento, estoy cansada de soportar el dolor de las contracciones, pero sé que lo peor aún está por llegar.
En un instante siento una súbita humedad entre las piernas. He roto aguas. Un dolor como nunca había sentido me embarga. Es insoportable.
Alarmadas por mis gritos, las enfermeras llegan corriendo y me transladan al quirófano más cercano.
- Por dios, ponganme la epidural! -bramo yo.
-Lo siento mucho, hemos tardado demasiado y me temo que ahora no le haría efecto alguno. -me dice un médico con cara de amargado. Este no me conoce cuando estoy desesperada.
Lo agarro de las solapas de la camisa y tiro hacia mí.
-Escuchame bien, medicucho de pacotilla. O haceis que pare el dolor o tu no vas a salir vivo de aquí. -El povre hombre me mira pálido y con los ojos abiertos de par en par.
Un estruendo provocado por la puerta abriéndose bruscamente me hace soltar al doctor, que huye de mi lado, como temiendo que pueda volver a agarrarle.
Es el, Dean. Enseguida le tengo a mi lado y me agarra la mano.
-Tu y yo tenemos una conversación pendiente. -me susurra al oído.
No puedo contestar. Estoy demasiado impactada.
-Bien, ahora le toca empujar -me dice la matrona y yo le hago caso.
Empujo con todas mis fuerzas y como suelen decir, a la tercera va la vencida. Se escucha un grito ensordecedor.
Estoy llorando cuando Jon me pasa a nuestra hija, que nos mira con los ojitos abiertos de par en par. Son iguales que los de su padre. Preciosos.
Me la quitan un momento para lavarla y estoy can agorada que pronto me quedo dormida._______________________________________
Bien chicas, se que he tardado mucho en actualizar, pero todo tiene su causa. A la novela le quedan cinco o seis capítulos y estaba pensando el final. No sé si os va a gustar, pero puedo deciros que va s ser bastante atípico.
Os quiero a todas, chicas!!! ♥♥♡♡
Please, vote and coment // Por favor, votad y comentad.
Kisses.

ESTÁS LEYENDO
Retaliation
FanfictionÉl era rebelde, agresivo, en fin, un Lunático. Ella buscaba venganza. Pero las cosas no siempre salen como se planean.