Clara Miller:
¡Al fin es viernes por la tarde! Y... Eso significa que me voy a mi casita. Aunque sean solo un par de días estoy muy feliz por ver a mi mamá y mi hermano pequeño. A mi padre no lo veré hasta unos dos meses, ya que está de viaje por su trabajo.
Mientras esperaba me distraía leyendo un libro — normalmente —. Tras pasar unos minutos el sonido de la bocina de un auto me sacó de mi mundo perfecto. Se me dibujó una sonrisa al ver a mi madre detrás de la ventanilla del asiento del conductor. Agarré mi mochila y corrí hasta llegar al coche a unos pocos metros de mí. Abrí una de las puertas traseras y ahí estaba Dylan, mi hermano menor por cinco años.
— Hola Dy — lo saludé alborotando su cabello.
— Hola pesada — dijo con indiferencia.
— Vamos Dylan, sé que me has extrañado.
— Si, claro.
— Bueno y yo estoy pintada en el parabrisas o ahora no merezco ser saludada — interrumpió mi madre la discusión que estaba por comenzar.Le regalé a mi madre una sonrisa dulce y la abracé. No recordaba lo bien que se sentía estar entre sus brazos.
Pero si la has visto hace una semana.
Déjame ser feliz con mi dramatismo y cállate.
Y yo quisiera ser feliz en otra cabeza y no lo soy, así que cállate tú y déjame al menos decir algunas verdades.
¡Qué no!
Si sabes que estás teniendo una discusión contigo misma ¿No?
Agh, ya para.Me separé de mi madre y esta arrancó el auto. Puso a un volumen bajo un poco de música. A ella no le gastaba la música que yo escuchaba — cómo todo adulto con hijo adolescente — y a mi tampoco me gustaba la que oía ella, así que para ser justa puso canciones de Melendi, ya que nos gustaba a las dos.
— Bueno y que tal ha estado esta semana hija — quiso saber mi madre.
— Pues normal, como todas, clases y esas cosas. — respondí sin darle importancia al tema.
— ¿Has sacado buenas calificaciones?
— Claro mamá, no estudio para que me vaya mal.
— Bueno yo solo pregunto — se justificó — Y, ¿Hay algún noviecito por allí?
— No, y ni siquiera sé para qué preguntas si sabes la respuesta.
— Es que tal vez conociste a algún chico guapo — hizo una pequeña pausa — o chica, yo no tengo ningún problema con tu orientación sexual.
— No mamá no conocí a nadie — respondí poniendo los ojos en blanco.
— Si tú lo dices — se encogió de hombros.Del colegio a mi casa eran treinta minutos en auto, así que para pasar el rato ya saben en que me entretuve, pues sí, leyendo. Veinticuatro páginas más tarde ya estaba en frente de mi casa. Cuando entré Cookie, mi perro, me recibió agitando su colita en círculos y lamiendo mis pies. Lo agarré entre mis brazos y le acaricié la panza. Lo puse de nuevo en el suelo y subí a mi cuarto. Estaba como la última vez, hecho un volcán.
¿O que esperaban?, ¿Que dijera que todo estaba en su lugar? Pues en mi imagen de cuarto ordenado si lo estaba. Lancé la mochila a un siento lleno de ropa y me tiré en la cama hasta quedarme dormida.Habían pasado cuatro horas cuando me levanté. Es decir que ya eran las ocho y treinta de la noche. Bajé las escaleras y mi madre estaba poniendo la mesa mientras que mi hermano jugaba en la Play. Cualquier adolescente no normal se hubiese ofrecido a ayudar a poner la mesa. Pero como no pertenezco a ese grupo me fui donde mi hermano a retarlo en un juego. Mientras Dylan y yo peleábamos por quién ganaría, mi madre nos gritaba que fuéramos a comer. La cena estaba deliciosa. Ya extrañaba la comida de mi madre. Para terminar, Dafne, mi mamá había hecho una torta que estaba exquisita.
Me había llenado tanto que tuve que salir a caminar. La noche estaba preciosa. Era oscura, pero estrellada. Por eso la frase, las estrellas no brillan sin oscuridad. La luna desprendía un brillo plateado que se reflejaba en la tierra. Sin darme cuenta había llegado a un parque que estaba a cuatro cuadras de mi casa. Hacía un poco de frío, pero nada que te obligara a abrigarte. Yo vestía unos shorts un poco más arriba de las rodillas y una sudadera que me quedaba por debajo de los glúteos.
Me quedé en el parque un rato contemplando la noche. Estaba todo tan solitario. Esa era una de las características de este pueblecito, de noche no solía haber mucha gente en la calle. Me fijé en el celular para ver la hora y me sorprendí al mirar que ya eran la diez. Me levanté del banco donde estaba y comencé a caminar hacia mi casa. Tras pasar frente a un callejón oscuro mi boca fue tapada por una mano y mi cuerpo detenido al ser rodeado por un brazo en la cintura. Mi corazón se aceleró del miedo y quería gritar.
— ¿Ahora tienes miedo? — susurró con descaro la persona en mi oído — porque me parece que no tuviste miedo al desobedecerme — me soltó la boca y me acorraló contra una pared permitiéndome ver su rostro — no se te ocurra gritar porque no sabes de lo que soy capaz. ¿Tú te crees lista? Pues te tengo una noticia, yo soy más listo que tú.
Su voz sonó amenazadora. Sus ojos desprendían venganza. Yo por otro lado estaba temblando del miedo y las lágrimas amenazaban con salir de mi rostro. El temor no me permitía emitir ni una palabra y mis pulmones carecían de oxígeno. Hugo se fue y me dejó ahí sola, siendo consumida por la cobardía. En ese momento me di cuenta de algo, Hugo me había declarado la guerra y no la detendría hasta que tuviese una victoria definitiva.
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Holi! Cómo están?
Espero que archi mega super duper bien. Qué les ha parecido el capítulo de hoy?
Espero que les haya gustado.
No olviden que los amo un mundo y hasta un próximo capítulo.
<3
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LOS COLORES DE TU VOZ
Teen FictionEsta es la historia de la típica chica nerd que se enamora del fuckboy de la escuela, pero...¿Se enamorará el fuckboy de ella? o ¿Habrá un cambio de crush? Pues Clara, Jayden, Valeria, Tyler, Aiden y otros personajes te acompañarán en esta aventura...