Paternidad.

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Jimin dejó su celular de vuelta al buró y soltó un suspiro ligero con una pequeña sonrisa de suficiencia, acababa de charlar con Jungkook, este le había pedido consejos para conquistar a un chico, el romance ajeno le fascinaba, sin duda era un romántico de mierda, y el chisme era lo suficientemente bueno.

Iba a recostarse en su cama ya que era un domingo por la tarde, había tenido práctica de danza todo el día anterior, el recital se acercaba a pasos agigantados, faltaban pocos meses y había miles de cosas por contemplar aún.

A punto de recostarse el grito de su padre lo hizo sobresaltarse y ponerse de pie.

--¡Jimin, baja ahora!

Las manos empezaron a sudarle, no sabía que había hecho mal esta vez.

Con un poco de lentitud salió de la habitación y bajo con cuidado las escaleras tratando de que sus piernas no fallasen.

No se había percatado en qué momento su padre había entrado a su casa, este tenía llaves para poder ir cuando se le antojase, sin embargo, le causaba cierto estrés el que no le avisara, al menos para ponerse decente.

--¿Que estabas haciendo que no bajaste a recibirme?, llevo aquí sentado desde hace unos 10 minutos.

--Estaba terminando un par de trabajos de la facultad padre.

La respiración de Jimin empezó a ser un tanto errática.

--Me llegaron los resultados de tu segundo parcial de contaduría, quiero saber por qué diablos tienes un maldito 5 en el ensayo principal.

El pelinaranja mordió su labio ansioso, sí, le temía a quien le dio la vida.

--Lo siento papá, y-yo... no sé qué me pasó, te juro que no volverá a ocurrir.

--Sé que no volverá a ocurrir, porque sabes que si lo hace me veré en la necesidad de dejar de pagar tu carrera de danza ¿no es así?

Ahí, el chico sintió como se le cortaba el aliento de paso, la ansiedad esparciéndose por sus poros, su piel erizándose ante el temor de abandonar lo que más queria.

El baile lo hacía feliz, era su pasión, la euforia que sentía al momento de salir al escenario, conmover a la gente sobre sus butacas con una presentación suya, las endorfinas que liberaba, todo eso era su sueño, su razón de existir, y que su padre fuera una amenaza directa para derrumbar todo aquello por lo que trabajo lo llenaba de furia y un intenso miedo al mismo tiempo.

--Lo sé.

--No te escuché, fuerte y claro, ¿mejorarás tus notas para el próximo mes?

--¡Sí señor!

--Bien, así me gusta, siempre concentrado hijo, me iré, solo quería hablar de esto, tengo una cena con tu madre.

--Está bien padre.

El pequeño rasco su nuca cansado.

--Y, Jimin...

--¿Sí?

--Ponte ropa menos asquerosa, yo te enseñe a tener buen gusto.

Y con eso el señor Park abandono la residencia.

Ho, siento no traer un traje y zapatos recién boleados cuando es domingo, tengo el día libre y no esperaba visitas.

Arrugo su nariz y bufo molesto.

¿Qué su padre creía que era un robot?

Jimin soltó un gritito frustrado y golpeó con su pie el suelo.

Su papá nunca le puso una mano encima, siempre le había tratado con insultos, pero nunca sobre paso esa línea.

Podía ser un controlador de mierda, pero le había dado una buena infancia.

Y su madre, a pesar de que siempre estuvo subordinada a ser la segunda voz de su esposo, lo trataba con cariño y de vez en cuando le llevaba porciones de kimchi y otras cosas para que tuviera en su nevera, agradecía sus atenciones.

Tener progenitores tan estrictos era un dolor de muelas, pero era lo que era gracias a ellos, no mentiría, de vez en cuando se sentía demasiado angustiado y el sentimiento de ahogo era parte de él, pero había crecido con ello, podía con eso y más, no iba a permitirse fallar, el pondría claras sus prioridades y aunque no le gustara, se ajustaría a las reglas de quien le dió la vida si así lograba seguir con lo que realmente le apasionaba.

Echando su cabello para atrás, se dirigió de nuevo a su habitación, colocó un poco de música  clásica con un volumen tenue solo para quitar el molesto hueco que dejaba el silencio y tomo su teléfono, suficientes momentons de explosiones emocionales durante su vida le habían enseñado.

No era tonto, sabía que su salud mental estaba empeorando y buscaría ayuda antes de que otro de sus ataques de pánico arruinase otra nota.

Marco el número de sus contactos, esperando el tono de llamada de fondo.

--Hola, soy Park Jimin, busco a la doctora, Ri Hyuna.

--Un momento por favor, listo, encontré su expediente, ¿quiere una cita?

La voz en tono profesional le hablaba a través del parlante.

--Si por favor, para cuanto antes tenga un espacio sería lo mejor.

--Bien, tengo para el lunes de la próxima semana a las 4:00 pm, ¿le parece bien?

La secretaria revisaba la agenda de su psicóloga checando que todo estuviera en orden.

--Sí, perfecto, muchas gracias, la veré el lunes.

--No es nada, si hay alguna cancelación y se abre otro espacio lo mantendré al tanto, hasta luego.

--Linda tarde.

Y con eso dio por terminada su llamada, se dirigió a la ducha programándola para que creara burbujas, coloco en su tina un poco de sales aromatizantes con olor a almendras y coco, espero a que el agua llenara el espacio, retiro su ropa con rapidez y se metió dentro sintiéndose abrazado por el agua tibia, se relajó un poco antes de tomar una copa y el vino rosado que yacía en un pequeño frigorífico que mantenía justo al lado de la bañera estrictamente colocado justo para momentos como este cuando solo quería desconectar, cerró sus ojos y bebió un sorbo sintiéndose regocijado con el sabor dulce y un poco ácido del licor, su cuerpo se destenso por completo, ahorita tendría un momento para descansar, ya tendría suficiente tiempo después para seguir con su rutina estresante.





Punto y coma ;Yoonmin/editandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora