Sandwich.

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Cuando amas a alguien estas dispuesto a dar todo por esa persona, y eso es tan... estúpidamente cliché, pero cierto, no hay punto de comparación, al igual que uno se deja amar, también se puede dejar lastimar.

--Jiminnie... --Llamo a mi chico en susurros esperando a que despierte, el alba se observa a través de mi ventana, no creí que el vendría tan rápido hacia a mí, supuse que me exigiría disculpas como siempre hace, pero solo me pidió un beso y se acostó conmigo, nos dispusimos a dormitar un poco más, llevábamos dos horas en la cama sin movernos un centímetro, seguro a penas eran pasadas las ocho de la mañana, en realidad no importa, estar así con él se siente tan correcto, cálido, no quiero salir de aquí nunca más.

Jimin se siente como el hogar que siempre deseé, tan alegre y lleno de buenas intenciones, pero su cariño suele ser abrumador, a veces temo no ser suficientemente bueno para manejar esto.

Nosotros.

Rememoro la discusión de ayer, me lastimo mucho que el desconfiara de mí, me esfuerzo todos los días por ser una buena pareja, intento darle detalles que se que él apreciara, solo quiero sacarle una sonrisa, pero ¿él no me considera entonces alguien fiel?, pensar en todo el tiempo que hemos compartido me lastima al imaginar que su concepto de mi persona es tan banal.

Pero supongo que no puedo culparlo, ni siquiera tengo el derecho a sentirme mal, yo lo he herido, le he gritado y le he humillado, aunque Suwoo solamente quería ponerse al corriente de nuestras vidas, no la había visto en algunos años y era refrescante ver a una vieja amiga, soy alguien solitario, la buena compañía siempre es bien recibida.

Frunzo el ceño por el apabullante dolor de cabeza que se me viene de repente, suele pasar cuando estoy estresado, pensar en todo esto no traerá nada bueno, solo debo ignorarlo, si lo hago probablemente ninguno de los dos saldremos lastimados.

--Umm... ¿Y-yoongi? —Jimin pasea su nariz por mi cuello y su voz ligeramente ronca por el sueño sigue siendo sumamente aterciopelada.

--Buenos días caramelo.

Jimin suelta una risa queda y se acomoda un poco, froto mis pies con los suyos que se encuentran fríos, intento proporcionarle un poco de calor.

--¿Ya vamos a desayunar?, me muero de hambre.

Me abraza por la cintura fuertemente como si no quisiera que me aleje de su lado.

--¿Comiste algo anoche? —Su silencio me da a entender que no lo ha hecho y yo chasqueo la lengua degustado, no me gusta que nunca cuide de su cuerpo, es tan amable con los demás, pero siempre debo encargarme de que el no se descuide.

--¿Quieres que vayamos a ese nuevo lugar que acaban de abrir?

--¿El que tiene vista hacia ese lago todo sucio? —Me dice con un tono de confusión y yo río por sus palabras.

--Ya lo han limpiado Minnie, el otro día le eche un vistazo, no se veía igual de desagradable que antes.

--Entonces vamos..., pero antes tienes que bañarte.

Me quedo procesando un minuto su pregunta y rápidamente le dirijo una mirada con el ceño fruncido.

--¡Tonto mocoso!, ¡¿me estás diciendo que huelo mal?!—Grito en un tono de total indignación hacia su desfachatez.

--Umm... un poquito, ¡vamos! No me veas así... si te hace falta un poquititito de jabón.

--Te odio.

--Me amas.

--Que no.

--Que sí.

--Solo a veces.

--Pues yo te amo siempre...

--¿Aunque huela feo?

--Uhum, aunque seas un gatito que no se baña.



Nos encontrabas devorando unos sándwiches en el nuevo lugar que encontramos un día que corríamos de la lluvia, se veía bastante bien a comparación de la última vez que estuvimos aquí, nos sentamos de nuevo al lado del más grande ventanal, ya era la una de la tarde y la intensidad del sol había bajado, pero todavía se apreciaba un día muy iluminado, un pequeño rayo caía sobre la cabellera de Jimin, el naranja resaltaba hermosamente, se veía como uno de esos animes todos guapos.

Lo observaba mientras mascaba, sus rechonchos labios se abultaban un poco y algunas moronas los estaban manchando.

Con cuidado me acerqué y lamí su labio inferior eliminando el resto de comida, sus mejillas no se sonrojaron como yo tanto quería, pero a cambio obtuve sus orejas más rojas que un par de manzanas.

Me reí fuertemente, me reí feliz, el siempre con una sola mirada logra hacer que caiga completamente enamorado.

--¡Deja de reírte! No es gracioso, ¡Yoon! —Jimin tomo un trozo de una orilla del pan y me lo aventó logrando darme en la frente.

--¡Ya!, no me estoy riendo de ti.

--Claro que sí, te estas burlando. —Pase mi dedo pulgar por en medio de sus cejas deshaciendo su entrecejo fruncido.

--No me estoy burlando Jiminnie.

--¿Entonces? —Pregunto inclinando su cabeza, ¿cómo puede verse como un joven atractivo y un tierno niño de cinco años al mismo tiempo?

--Me estoy riendo porque estoy feliz. —Me sincere.

--¿Por qué estas feliz?

--Porque estoy contigo, estoy contigo aquí y estoy enamorado.

Mis palabras nos dirigieron a salir del local, y termine persiguiéndolo hasta que nos apoyo en un poste y comenzó a besarme, lento, con parsimonia, la guerra de mi corazón de detuvo con la lucha de nuestras lenguas, mis latidos como siempre fueron robados y sus suspiros me llenaron de una manera tan única, dios, amo tanto a Park Jimin.

--Te amo mucho Yoonie, ¿te lo he dicho?.

Y sí, de nuevo, internamente prometí amarlo siempre, porque no importaba si algunas veces dolía, en su toque podía sentir las aguas calmadas de un océano sincero. 

Punto y coma ;Yoonmin/editandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora