Mar.

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Se sentía tranquilo, pero incompleto, en completa calma, pero solo.

La soledad era tan arrasadora, ni el canto de los pajarillos rellenaba el silencio aterrador que atacaba su mente.

Porque no estaba necesitado de sonidos tenues y cálidos.

Quería su voz, espesa y agresivamente ronca voz.

Lo áspero de sus dedos sobre su piel, sus labios partidos que eran todo lo contrario a ser suaves, pero que siempre lo reconfortaban mejor que una manta en medio de una gran nevada.

El sonido de su corazón latiendo, bombeando segundo a segundo, acelerándose por él.

Jimin descansaba su cabeza sobre un libro de recursos humanos en la biblioteca, se escuchaban las habladurías en susurros del resto de estudiantes.

Su mente estaba tan llena de susurros que le recordaban todo lo que tenía pendiente, lo que debería estar haciendo en vez de lamentarse, susurros llenos de recuerdos que le atormentaban aún estando despierto como en sus sueños.

Observo la página 118 frente a él, distinguía algunas letras y números, y por más que lo intentara, no podía enfocar absolutamente nada.

El estudio se le estaba complicando más de lo debido y sentía sus parpados pesar, su insomnio lo había estado atacando durante las últimas dos semanas, sus tobillos dolían por todos los ensayos y su cuerpo sufría espasmos por dolores musculares.

Solo quería dormir.

Necesitaba dormir.

Cerró el libro adecuadamente y se recostó un momento sobre sus brazos, solo sería un momento, luego podría ponerse al día.

No supo de sí en cuanto despertó, el ruido que antes estaba había cesado, solo quedaban un par de personas en aquel lugar apabullante de libros, recogió sus cosas y salió disparado, no habían rayos solares, checo su celular para ser consiente de la hora.

Las siete y cuarto, no era demasiado tarde, pero el autobús que le llevaría a su casa normalmente salía a las seis, tendría que regresar caminando y era justo lo que no quería, a esas alturas continuaba con sueño y sus tripas rugían ansiando por un poco de comida.

Empezó a caminar distraídamente, no era un largo recorrido, pero al paso lento con el que iba, tardaría unos veinte minutos en llegar.

Observaba los automóviles pasando distraídamente, tan ajenos de los que transitaban en pie como el.

Privilegiados los que sabían manejar.

El nunca pudo aprender, no era bueno coordinando al volante.

Se encontraba desvariando cuando sintió a alguien observándole, giro un momento sin encontrar nada retomando su caminata ahora con más prisa.

Un sentimiento amargo instalándose en su boca.

Pasaron unas cuadras más cuando pudo vislumbrar una sombra creciendo tras de sí.

No volteó, no quiso voltear.

Preso del pánico comenzó a correr sin dirección alguna en específico.

Bajo por una calle empedrada y tropezó con una lata de cerveza.

Sintió sus rodillas impactar, pero sin darle importancia se levantó y continuo con su huida.

Estaba temblando y sudando frío, tenía miedo.

Cuando logro hallar una tienda de conveniencia pudo respirar con tranquilidad, entro hecho un manojo de nervios y se sintió más calmado cuando se sentó en uno de los banquillos, el encargado detrás de la caja registradora lo miraba con una expresión de curiosidad, pero ahora lo que menos le interesaba era la opinión ajena.

Con manos temblorosas tomo de nuevo su celular y comenzó a marcar un número.

Ese número.

Espero a que contestara.

Un tono.

Dos tonos.

Iba a desistir cuando su llamado fue aceptado.

--Y-yoo...--Comenzó a hablar, quería su ayuda, pero fue interrumpido abruptamente.

--Jimin, ¿no te he dicho que necesito espacio?, no me llames, no escribas, no me busques, no me hagas perder la paciencia por favor.

Y tan rápido como dijo eso, el rubio corto la llama.

El menor se echó a llorar inmediatamente, ¿Por qué siempre tenía que ponerse a llorar? Se veía tan horrible haciéndolo.

Se sentía solo y desesperado.

Asustado y necesitado de ... tal vez un poco de afecto.

Compañía y la seguridad que esta otorgaba.

Un tono.

Dos tonos.

--¿Jimin? – se escuchó una voz confundida a través del parlante.

--Kookie, y-yo, yo... --Jimin no sabía como comenzar a explicarse.

--¿Estás bien? ¿En dónde estás?

--C-creo q-que un tipo me estaba siguiendo, yo me metí a una tienda, n-no se bien dónde estoy, t-tengo miedo Kookie...--Se escucho el sonido tintineante de unas llaves al otro lado y el choque de una puerta.

--Mándame tu ubicación, ya estoy en camino Minnie, me apresuraré, estarás bien ¿sí?, confía en mí.

Y en ese instante el pelinaranja respiro con más facilidad, volvió a dejarse confiar en alguien, otra vez, y se reprochó por ello.

Jimin termino la llamada con un sonido afirmativo e hizo lo pedido, se quedo ahí sentado esperando por la aparición de su ahora salvador, conteniendo sus manos en medio de las piernas espantando el frío desolador que sentía, aún estaba aterrado, pero ya no se sentía completamente desamparado.

No estaba solo, tenía amigos, no era solo Yoongi, a veces olvidaba eso.

Unos minutos más tarde escucho el ruido de la tienda ser abierta.

Y ahí le vio, Jeon Jungkook, con una de esas brillantes sonrisas que siempre le regalaba.

Era un gran amigo.

Estaba agradecido de contar con él.

Se levantó y fue a abrazarlo en seguida, sintiéndose más tibio.

El ambiente menos pesado y el olor que desprendía el joven de cabellos azabaches le resulto tan familiar y agradable.

--G-gracias Jungkook—Jimin apretó su cara contra el pecho del más alto, ojalá muchas más personas fueran así, sinceras, transparentes y amables.

El solo quería tener a gente amable.

--Cuando lo necesites—Jungkook tomo el rostro lloroso del chico del que estaba enamorado, prometiendo silenciosamente siempre darle su amistad y su compañía, que importaba si Jimin no correspondía sus sentimientos, el solo quería la felicidad que acompañaba esas carcajadas de mejillas abultadas y ojos pequeños del chico.

El azabache se tomo un momento para retirar un par de lagrimas que no habían logrado secarse y le ofreció un guiño desinteresado.

--Ahora, vamos a casa, mira—El menor alzó una bolsa café que dejaba escapar un olor que abrió el apetito del más bajo—Compre panecillos de anís y puedo prepararte café, recientemente compre un set para hacer de esos capuchinos que te gustan, y he de decir, que estuve practicando y me salen exquisitos.

Jungkook presumió con el mentón en alto.

Jimin soltando una pequeña risa, solo pudo acompañar a su amigo hasta la camioneta de este.

Emprendieron un viaje juntos.

Un viaje con buenas conversaciones, buena música de fondo, y la calefacción entibiando su cuerpo entumido.

Noches buenas como esas, ojalá fueran infinitas, porque no importaba si era un desastre, podía descansar tranquilo al final del día, como dormitar en un barco con el sonido del mar, dentro de una gran tormenta. 

Punto y coma ;Yoonmin/editandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora