Johanna Constantine

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Eso me hizo sentir un tanto atacada. Ni siquiera sabía quiénes eran o que querían. Es más ¿Qué se supone que estoy haciendo aquí? Mis puños ya se estaban apretando a mis costados. La causa de mi corto temperamento y la incertidumbre.

El pálido se dio cuenta y desvió su mirada de lo que le decía el pelirrojo a mí.

Su mirada me hacía sentir pequeña. Era atractivo y alto, pero a la vez se veía difícil de tratar.

-¿E-esto es un sueño?, ¿verdad?- atiné a decir con su mirada clavada en la mía.

-Pues si lo quiere ver así per-

Lucien empezó a contestar a mi pregunta, pero el pálido lo interrumpió.

-Lucien, déjanos a solas y que nadie nos interrumpa.-dijo con autoridad.

-Claro, mi señor como usted desee.

Se fue dejándonos solos.

Di un paso atrás.

-De verdad no recuerdas nada. No sé ni siquiera para que te traje aquí. Tenía una esperanza de que estando aquí tu... ya no importa.

De verdad parecía que dentro del crecía una tormenta, pero se mostraba altivo e implacable.

-¿Que se supone que debo de recordar?

El abrió los ojos en un atisbo de sorpresa para volver a su cara neutra.

-A mí.

Ahora la cara de sorpresa la puse yo. ¿A él?

-P-pero

-Te esperé, pensé que en verdad cumplirías tu palabra de volver, pero no solo no lo hiciste si no que me olvidaste. Olvidaste quien soy y por ende este reino.-dijo resentido y tajante.

-Lo siento.

No sabía que era lo que sentía, pero verlo tan dolido me apenaba a demás no soy de la clase de persona que rompe sus promesas así. Si lo que decía ese ser era cierto era porque algo había pasado. Algo que no estaba en mis manos. Aunque francamente me parecía una locura.

-Me bastaría con que por lo menos me recordaras a mi o mi nombre.

Entendí una mano hacia su mejilla.

-Esta frío.-dije en bajito.

El hizo una sonrisa triste.

-Siempre lo decías.-dijo tomando mi mano con la suya para besarla.

-Déjame quedarme aquí.-dije en la misma posición.- y si dices la verdad tal vez pueda haber una solución para esto.

-No lo sé.

-¿Qué?, ¿Por qué?

-Tienes una vida y si te quedas aquí no es como que podrás estar pasando del lado de la vigilia a este tan seguido. Es decir, si podrías, pero no a diario por lo que tendrías que renunciar a cosas.

-Oh, ya veo.-dije dudosa.

-Es mejor que te deje ir. Si te despierto ahora no recordarás nada.-dijo decidido.

-¿Qué?, ¿estás loco? No, no, no.

-Pero.

Puse un dedo en su boca para que guardara silencio.

-¿Como es posible que quieras que me vaya después de todo el drama?

Este subió sus cejas.

-Ya empiezas a sonar como tú otra vez. Eres una atrevida. Hablarme así en mi propio reino.-dijo entre divertido y haciéndose el digno.- pero eso nunca te detuvo para decirme las cosas en la cara y supongo que eso jamás va a cambiar.

-Así que eres un rey.

-Prefiero el término señor de este reino.

-¿De los sueños?

-Sí. Morfeo.

Casi me voy para atrás, pero atiné a reírme para no caer.

-¿Que tiene tanta gracia?

-No, no lo sé.-dije meneando la cabeza.- esto es tan increíble. El rey de los sueños.-dije mirándolo.-¿cómo fue la primera vez que llegué aquí?, ¿cómo? O ¿por qué?

-¡Morfeo! Es urgente.-dijo una joven vestida de detective entrando a la sala lo más rápido que le daban sus pies.

-Pero si ordene que no...

-Lo sé, pero es urgente de verdad. Se está abriendo un vórtice, es como un agujero negro, dos de los espíritus más fuertes que tenía cautivos se han ido por ahí.-dijo exasperada.

Morfeo volteó a verla completamente.

-¿Dónde está instalado?-dijo con su habitual compostura.

-En el reino de desespero.

-Ya veo.-dijo tapando su boca con su mano y el pulgar en la mejilla pensativo.- habrá que ir para allá cuanto antes y hacer todo para que no lleguen al mundo de la vigilia porque de ser así será catastrófico.

La chica lo miró asintiendo decidida.

El me miró.

-Te voy a despertar no es seguro que vayas con nosotros, no sería sensato exponerte de tal forma.

-E-está bien.-dije un poco cohibida por todo.

Extendió su mano hacia mí y con las yemas de sus dedos tocó mi frente suavemente.

(...)

Desperté faltando 5 minutos para las 8 a.m. casi se me hacía tarde para llegar al trabajo, pero lo logré.

Trabajaba en una cafetería no muy lejos de donde vivía. Me gustaba bastante pues la decoración era mayormente geek, vendíamos café, pasteles e historietas.

Con la ayuda de las redes sociales se estaba convirtiendo en hit rápidamente lo cual era bueno excepto cuando venían clientes pesados sabe lo todo y los intensos.

-Llegas elegantemente tarde.-dijo Bill a modo burlón.

Hice la seña de silencio con mis manos.

-Se me pegaron las sábanas, supongo.

-Pues descuida princesa del sueño que el jefe aún no ha llegado.

-Me está sorprendiendo mi buena suerte de hoy.

El rio para después entrar a la cocina. Yo me encargaba de la caja, pero todo estaba muy tranquilo ahora más que de costumbre así que me permití sacar el celular por mientras para matar el tiempo.

Oí el timbre de la entrada tocar, pero estaba tan inmersa en las noticias que lo dejé pasar.

-Disculpa, ¿tiene servicio?

-Oh sí, sí. Perdone.-dije metiéndome el celular en el bolsillo del pantalón.-¿qué le gustaría ordenar?, hoy es jueves así que las donas están al 2x1 y como siempre el especial de la casa es el pastel de Spiderman de red velvet.

-Creo que ordenaré un sándwich y dos tazas de café negro.

-Anotado, ¿ a qué nombre?

-Johanna, Johanna Constantine.

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