Sombra y luz

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-Señor volvió rápido.-dijo Lucien mirándolo.

-Sí, ya me encargué de Anteo.-dijo con la voz ahogada que le provocaba el casco.

El pelirrojo se relamió los labios y ajusto sus anteojos.

No quería saber cómo había terminado eso. Su señor podía ser muy cruel cuando se lo proponía pues  en el habitaba la llama de la furia y nadie quería avivar esos fuegos en vano.

-¿Anavi sigue en sus aposentos?

-Creo señor que salió al jardín a tomar algo de aire fresco.

-Bien, me reuniré con ella.-dijo quitándose el casco.- Haz que Mervyn lo ponga en su lugar, por favor.

Lucien asintió.

(...)

Al fondo del jardín se podía ver la bella figura femenina merodear entre los animales. Le inundo una alegría el pensar que la tenía toda para él de nuevo, que volvía a iluminar los rincones del Sueño con su presencia.

Se regocijaba en ella, en su reina.

-¡Oh mi amor!-dijo dándose cuenta de su presencia.-pensé que tardarías más.-lo miró sosteniendo un pato de cara a él con ambas manos.-tenía lodo en una de sus mejillas.

Este sonrió.

-Logré desocuparme antes.-dijo extendiendo una mano hacia ella para intentar limpiar las manchas del barro.

-No quiero saber cómo terminó.-dijo apartándole la mano con suavidad.

-No.

El tomo asiento en una de las bancas de mármol que estaban repartidas en puntos estratégicos del jardín junto con algunas esculturas del mismo material.

-¿Te sientes bien aquí, entonces?-le preguntó mirándola temeroso dentro de sí de una respuesta negativa.

A pesar de que siempre se mostraba implacable era ella la que lograba ver a través de él y de saber cómo decirle las cosas.

Ella se acercó a él para tomar asiento a su lado mientras descansaba una de sus manos en las piernas del pálido. Este se ruborizo.

-Así es, no tengas miedo.-le habló con suavidad casi como en un susurro.

Eso le derretía, podría estarla oyendo siempre y a todas horas, se sentía privilegiado de merecer su amor. La tomó de la cintura y sin importarle el barro de su cara la beso con ganas, con añoro y ella le respondió de la misma forma.

Le empezó a bajar las mangas de su ropa para depositar pequeños besos en su hombro hasta que el vestido bajo lentamente de ella por completo.

Le besaba el cuello y la boca alternadamente mientras que con sus manos les brindaba caricias a sus piernas.

Morfeo se separó para deshacerse de su bata delante de ella.

Anavi contuvo la respiración, parecía un dios griego o bueno más bien sí, sí, que lo era.

Volvió a acercarse a ella en el pasto para sentirse ya piel con piel. Él como siempre estaba frío, pero se mezclaba con la calidez que emanaba ella de una manera agradable.

-Te amo.-le susurro él en los labios.

-Yo también cielo.-le sonrió emocional.-siempre.

Morfeo la tomó de la cintura para deslizarse dentro de ella lentamente. Mientras enterraba su cara en el hombro de ella.

Gruño al sentir esa agradable sensación de nuevo y la miró para asegurarse de que se encontraba bien, pero sin detener las suaves embestidas. Anavi se encontraba con las mejillas ruborizadas y los labios entre abiertos. Su largo cabello se desparramaba rebelde, pero con gracia a los lados. Ciertamente era hermosa y le encantaba que se entregaba a él en esta forma.

-M-más.-le susurro cerca del oído aprovechando la cercanía de ambos.

Eso lo mató e hizo que fuera más rápido arrojándose a los placeres que ella le proporcionaba llevándolos a culminar juntos.

Ambos yacían en el jardín abrazados inundados en la paz que les había dado este momento juntos.

-Lo hicimos en el jardín.-dije apenada.

-Así es.

Reí como si hubiera hecho una travesura.

Morfeo junto nuestras narices.

-Pecadora.-soltó divertido.

-¿Ah sí?-dije con tono digno entre risas.

-Sí, pero por otro lado también eres una criatura celestial.-dijo acariciando mi espalda.

Lo miré con profundo amor.

-Gracias por volver a mí y brindarle luz a este lugar, amor mío.

FIN

Forget ✩ COMPLETA ✩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora