Castigo y piedad

1.8K 184 4
                                    


-¡Oh por fin!, el mismo rey de los sueños me dará el rubí por iniciativa propia.-dijo riéndose.

Se veía dañado, tenía la misma apariencia de antes, pero algo en él no se sentía bien. Morfeo haciendo caso omiso miro su mano y vio el anillo de Anavi.

Era eso, la pieza de rubí lo estaba rechazando.

-¿Qué?, ¿te gusta? Se lo robé a tu querida esposa, pero me queda mucho mejor a mi debes de admitir.-dijo extendiendo su mano en el aire mostrándoselo a modo de burla.-Voy a conquistar el mundo de la vigilia y ahora todos los humanos serán mis esclavos.-dijo como si nada mirando a la ventana en la cual se dejaba ver a una madre con su hija corriendo para alcanzar un taxi.

-Bueno supongo que no viniste a hablar.

-No.

-Perfecto. No hablemos.-dijo terminando la taza de café de un trago.

Anteo extendió su mano al rubí de Morfeo. Pero este le agarro la mano con fuerza antes de que si quiera pudiera tocarlo.

-¿Estas consiente de lo que has hecho Anteo?-pregunto sin soltar su mano mirándolo directamente a los ojos. Su furia ya se hacía presente en el ambiente.

Anteo quien demostraba valentía ahora se estremeció al sentir tal poder y furia en el dios del sueño.

-Y-yo.-dijo tratando se zafarse.

-Claramente no.-con su otra mano tomó el anillo de Anavi mientras se lo quitaba delante sus propios ojos.

-¡Oye!

-¡Lastimaste a mi esposa y la llamaste maneras despreciables!

Todo lo que podía ver Anteo era una gran bruma oscura con ojos furiosos de la que salían sentencias a su persona.

-¡Lo siento, por favor!-dijo con un escalofrío recorriéndole por todo el cuerpo.-¡Yo solo quería poder, quiero ser admirado, no te volveré a molestar Sueño solo quiero la adoración de los mortales. Esos ratoncitos despreciables!

-Te equivocas Anteo. Ellos no son unos ratoncitos como los llamas. Para poder tener el cargo de dios primero debes de saber que sin ellos no existimos nosotros. ¿Pero qué hablo contigo? Si corto es el número de tus días y solo eres inmortal cuando tocas tierra. No estabas cuando la tierra fue fundada y no esperaste a que el primer ser vivo tomara su primer aliento ni les diste forma a sus sueños.

-Reconozco que me equivoque solo quería...-sus ojos fueron directos al rubí.

-¿Lo quieres?-dijo mostrándoselo.- de acuerdo entonces te lo daré.

Morfeo tomo la pequeña piedra color escarlata del anillo de Anavi y la clavó en la frente de Anteo.

-No, no, ¡ESPERA!, ARGGGH.-se quejó.

La piedra era pequeña y contenía apenas un cuarto del poder del rubí central de Morfeo, pero para un dios de menor rango como Anteo era lo suficientemente poderosa para que lo soportara.

Su piel se empezó a poner de un color rosado escalando a uno morado, su pelo se empezó a caer. Ya no tenía la hermosura de un ser inmortal.

Las cuencas de sus ojos se hundieron dándole aspecto desesperado.

Este trataba de quitarse la Gema con sus propias manos las cuales eran ahora huesudas y largas, pero ahora el rubí para bien o para mal era parte de el por lo que sus días duraran.

-Por favor, hazme libre de estos dolores rey de los sueños.-dijo sufriendo.-piedad.

Morfeo lo miró como si mirara a una cucaracha con el estómago para arriba.

-Piedad, no puedes exigirla cuando nunca la diste, matarte sería un alivio para ti Anteo así que ahora yo Morfeo te condeno a ser un mortal como aquellos que desprecias y te privó de toda alegría y salud. Serás un mortal, pero el más bajo de todos, cuando te miren espanto reflejaras en la cara de los habitantes de la vigilia y serás lo más parecido a un pordiosero por lo que duren tus días ya que el rubí te estará consumiendo desde adentro lentamente.

Morfeo se dio la vuelta y despareció en una bruma regresando al sueño.

-¡No, vuelve!

Forget ✩ COMPLETA ✩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora