En casa

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Morfeo se dirigió a una sala de estar secreta que tenía detrás de un gran cuadro.

Se recostó en el sillón viendo a la nada.

¿Por qué hacia esto?

Por qué la amaba, pero si él era un dios. El amo y señor de los sueños y las pesadillas.

Una half como ella.

Pero ella había llegado demasiado cerca de su corazón. Más de lo que a un altivo dios como él le gustaría admitir. Más de lo que su orgullo se lo permitía.

Se pasó una mano con su cara con la propiedad que ser un príncipe le daba.

La extrañaba horrores, deseaba que las cosas volvieran a ser como antes y tenerla con el ahí mismo para poder pasar los días y las noches como lo hacían.

La amaba aún más cuando le decía las cosas en la cara, cuando le decía que es lo que estaba mal y decía lo que pensaba, pero también profesaba una gran prudencia cuando era necesario.

Necesitaba disculparse no quería esperar a la otra noche.

 Si la noche era cuando la tenía no habría noche que perder entonces.

(...)

-Pensé que te había dicho que-

Él se puso el dedo en la nariz.

-Me disculpo de verdad.-dijo sincero.- no quiero desperdiciar ninguna noche si son mediante ellas por las que te puedo ver, me porté como un bruto, no fue propio de mí parte.

Asentí.

-Te oyes sincero.

-Lo soy.

Ambos se acercaron lentamente el uno al otro mirándose con añoro.

Extendí mis manos hacia él y el me tomo por la cintura.

Nuestros labios no tardaron en unirse. Una y otra vez.

-Me disculpo.-dijo entre besos.

-Está bien.-dije en la misma forma.

Me atrajo más a él. Estábamos prácticamente pegados.

Bajo hacia mi cuello delicadamente brindando pequeños besos.

Terminé bajando la otra manga de su bata ahora dejando todo su torso desnudo mientras pasaba mis manos por el mismo.

Me terminó alzando para recostarme en una de las camas de estilo victoriano que había.

-Que bonita cama.

Este sonrió

-Era nuestra.

(...)

Desperté envuelta en sus brazos, ¿Estaba dormido?, me encontraba cara a cara con él. Se veía tan apacible, me permití pasar una mano delicadamente por su cabello y rostro. 

Él fue abriendo los ojos de a poco.

-No tenía idea que el sueño mismo pudiera dormir.-dije en bajito.

Este sonrió de lado.

-No es completamente necesario, pero es factible.-dijo adormilado.

-Esto si lo quiero recordar.-le sonreí.

-Decidí que hoy podrías quedarte aquí e ir a ver a Hera juntos. Tal vez ella nos podría explicar que paso.

-Pero...mi trabajo.-dije frunciendo el ceñó preocupada.

-Ah, ya veo, si nos damos prisa podré despertare ligeramente tarde y podrás llegar a tus labores.

Asentí.

Morfeo me besó la frente.

-Voy a pedir que te suban ropas adecuadas para ir con Hera.

-¿Puedo ducharme?

¿No sería mejor si lo hacemos juntos?

Me sonroje.

Él sonrió.

-Estoy bromeando pero deberíamos ya pasamos la noche juntos. En esa puerta hay un baño es tuyo, de hecho, toda esta habitación lo es.

Me senté en la cama aún arropada por las cobijas para apreciar mejor todo.

Todo era hermoso y de buen gusto. Mayormente de estilo victoriano, terciopelo y satín. Como si estuviera en la habitación de la reina de Inglaterra, pero en estilo oscuro.

-Todo es tan hermoso.

-Me alegra que lo sigas viendo así aún cuando pasó tiempo desde que te quedaste aquí.

El dejo un par de besos en mi espalda.

Me estremecí.

-Sera mejor que nos arreglemos antes de que nos volvamos a entretener.

Sonreí por lo que sus palabras sugerían.

Me levanté colocándome la bata escarlata que colgaba de un perchero cerca de la cama. Me dirigí al cuarto de baño y todo era igual de elegante que el cuarto de dormir.

Me sumergí en la bañera cerrando los ojos.

El agua caliente agradaba a mi cuerpo y el aroma a jabón con esencia de lavanda inundaba el cuarto. Todo se sentía tan bien, sin preocupaciones ni prisas.

¿Es este el lugar en el que siempre debí estar?

Al salir me volví a colocar la bata para encontrarme con la habitación vacía, pero en la cama descansaba un vestido de corte griego blanco con detalles dorados de lunas y estrellas.

Lo levante frente a mi para apreciarlo con más detallé. Me fui deshaciendo de la bata la cual fue bajando lentamente de mi para ponerme el vestido.

Me miré en uno de los largos espejos de corte victoriano que había en la habitación.

-Parezco una princesa.-dije en bajito para mí mientras sonreí con melancolía.

Era difícil para mí poder sentir algún tipo de agrado hacia mi persona así que el gustarme por primera vez era algo que me tocaba el corazón.

Tocaron la puerta.

-¿Puedo?

-S-sí, pasa.-dije limpiándome las lágrimas.

-¿Pasa algo?-dijo mirándome.

-No, yo solo... estaba pensando que esto es muy bonito y que se siente bien estar aquí.

Él sonrió de lado y me atrajo hacia él.

-Eso es más que obvio, estas en casa, amor mío.

Forget ✩ COMPLETA ✩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora