Hera

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Se me salieron las lágrimas de nuevo.

Morfeo pasó sus manos con delicadeza mientras paseaba su nariz por la mía.

-Ya no quiero volver.

-Pensé que te preocupaba el mundo de la vigilia y tus obligaciones.

Asentí.

-Lo hace, pero creo que muy en el fondo no quería aceptar que cuando estaba ahí una parte de mi estaba sufriendo. Me gusta mi trabajo y mis amigos, pero no sé si pertenezco ahí realmente. Al pasar la noche aquí por primera vez contigo fue como un analgésico. Por primera vez me sentí bien después de mucho tiempo y me sentí sobre todo en paz.

Las lágrimas no cesaban de salir de resbalarse por mis ojos.

Me atrapó con sus grandes brazos reconfortándome.

-Y-y ahora no puedo dejar de llorar.-dije con voz acongojada a modo de auto burla.

-Ya, está bien, siempre fuiste una llorona.-dijo con tono tierno a modo de burla.

-¡Oye!-me quejé.

pero Morfeo me repartió besos por toda la cara.

-Es verdad, pero hay cierto encanto en que seas curiosa y llorona y amable y sobre todo que me hagas voltear a ver de nuevo las pequeñas cosas aun cuando ya lo he visto y experimentado todo.

Me besó y yo le correspondí las manos de él fueron directo a mi vestido y yo enrollé las mías en su cuello.

Caímos de nuevo en la cama.

Nos miramos a los ojos, es cierto, todavía no recordaba nada pero en el fondo al ver esos ojos me daba una confianza y una paz que nunca pensé que experimentaría.

Recargó su frente en la mía para dar un largo pero tranquilo suspiro y abrió sus ojos de nuevo.

-Debemos irnos.-dijo levantándose de la cama para darme la mano y ayudarme a pararme.

-¿Todo esta bien?-dije extrañada.

El asintió.

-Aun no me recuerdas, es irresponsable de mi parte el estar viviendo la vida como cuando estabas consciente de que estábamos juntos.

-Pero está bien.-dije sincera.

-No.-dijo cabizbajo.- Necesito saber que te paso y hacer las cosas bien.-dijo pensando en sí decir  la última frase pero igual lo dijo.-Tengo... tengo miedo.-

-Todo está bien, estoy aquí.-dije acariciándole la mejilla. 

Me miró melancólico.

-Debemos irnos.

(...)

Al entrar al reino de Hera una sensación ajena me invadió como si estuviera en una parte que no tuviera nada mío.

Morfeo me miró.

-Es normal sentirse así.-dijo brindándome su brazo para tomarlo.

Acepté su gesto y ambos caminamos por los jardines elegantemente suntuosos de corte griego y hechuras de mármol que adornaban el reino de Hera.

-Pero miren a quien tengo por aquí.-dijo con voz fanfarrona mirándonos con una ceja alzada.- a los tortolitos darks.

Pensé que Sueño era altivo y fanfarrón, pero creo que ella le gana.

Alterné mi mirada entre ambos con este pensamiento.

-Hera.-dijo Morfeo a saludo.

-Morfeo, ¿Qué te trae a ti y a tu concubina por aquí? -dijo mirándome.

Me sentí pequeña.

-Vengo delante de ti para despojarme de mi orgullo de dios y miembro de los Eternos para pedir tu ayuda.

Ella camino de un lado a otro pensativa y mirándonos.

-Es ella, ¿cierto?

Morfeo asintió.

-Lo imaginaba, la siento diferente es como un cachorrito perdido.-dijo frunciendo la boca.

-Su memoria ha sido borrada, no recuerda a nada ni nadie, ni siquiera a mí.

Hera que tenía expresión fanfarrona al oír esto se tensó un poco.

-Pero ¿Cómo es posible? si acepté el que la tuvieras como señora de los sueños.

-Lo cual agradezco enormemente, Hera, pero algo pasó.

Esta sumió los labios con expresión altanera, como si le hubieran hecho una grosería en su cara.

-Las parejas las uno yo y las acepto yo.-autoritaria.- en la antigüedad me eran dadas ofrendas para unir.-dijo dándoles la espalda.- eso es lo que me dio el poder para seguir haciéndolo hasta el día de hoy.

Estaba a punto de perder la compostura, Morfeo la conocía y cuando alguien se mete en su terreno es como una leona al acecho.

Se terminó dando la vuelta un poco más calmada pero su energía se sentía igual de dispersa. Dio un gran suspiro con los ojos cerrados.

-Vamos.-dijo meneando su cabeza en dirección a un lago que estaba situado en un hermoso jardín al fondo.

-Sumerge solo los pies y luego y luego tomare un poco con mis dedos para ponerte en las sienes.-ordeno Hera.

Asentí.

Pude sentir el frío del agua en mis pies mientras miraba el lago, el cual era del agua más cristalina que mis ojos hubieran visto nunca.

Hera tomó un poco de agua con sus dedos para tomarme de la cabeza y frotar mis sienes.

De pronto una sensación de adormecimiento me empezó a inundar, ya no sentía esa sensación de extrañeza a decir verdad ya no sentía nada. Todo se tornó oscuro a mí al rededor y caí al vacío.

(...)

Una hermosa melodía empezó a adornar el silencio, era agradable a mis oídos. Y de pronto una escena frente a mí de Morfeo y yo en el palacio.

-¿Volverás?-dijo una voz masculina.

-Claro, cielo.-dijo poniéndole una mano sobre la mejilla.-Solo necesito ir a ver a mi padre tengo un mal presentimiento, eso es todo.-dije tratando de despreocuparlo.

Forget ✩ COMPLETA ✩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora