Sea fuerte,
Por favor, no te rindas
Lucha por aquellos que tú amas,
Estaré aquí, esperándote
Con los brazos abiertos.
Rocío, Joaquín y Damián se acercaron con cautela a la guardería, Joaquín mantenía la distancia mientras su hija y su yerno miraban al pequeño Galán a través del cristal transparente. El niño estaba jugando con sus dedos y cuando notó la presencia de más gente, sonrió agitándose. La enfermera tomó a Francisco en sus brazos y lo acercó al cristal para que los familiares pudieran verlo más de cerca.
Cuando la joven enfermera giró a Francisco hacia el cristal, Rocío se acercó con los ojos llenos de lágrimas tocando el cristal como si tocara a su hermano. El padre no había mentido cuando dijo que Francisco era el rostro de su madre, se parecía a la mujer hasta en el más mínimo detalle.
Joaquín no miró a su hijo, no tuvo el valor, la recordaba hasta en la forma de buscar algo con los ojos, era demasiado para él. El hombre salió del lugar y se dirigió a la sala de espera, necesitaba encontrar a alguien que tuviera el tipo de sangre compatible con el de su mujer. Cuando se sentó en el banco, puso sus manos entre el pelo, su tipo de sangre no era compatible con la de Lucía, ni la de Rocío.
- ¡Joaquín! - Jey llegó con Patricia.
- ¡Jey, Patricia! - Joaquín los abrazó a ambos.
- Damián me ha contado lo que ha pasado, iba a donar sangre, pero la mía no es compatible con la de Lucía. - dijo Patricia tras separarse del abrazo.
- No sé qué hago, no sé a quién puedo pedirle que done, pagaría cualquier cantidad a quien sea que estuviera dispuesto a salvar la vida de mi mujer. - Joaquín se puso a llorar.
- Creo que el mío coincide. - La voz de Jey sonó débil.
- Por favor, Jey, dona sangre para Lucía. ¡No puedo perderla! - Joaquín lloró.
- Vamos a buscar al equipo médico, y averiguar si puedo donar. - Jey negó con la cabeza, apartando los pensamientos de perder a su amiga.
Joaquín fue en busca del equipo médico responsable de Lucía, la simple esperanza de haber encontrado a alguien compatible llenó de alegría el corazón del hombre. El equipo llevó a Jey a una batería de pruebas para ver si su tipo de sangre era compatible.
Joaquín comenzó a caminar de un lado a otro con impaciencia, en el mismo tiempo que las palabras de su novia ante el nacimiento del niño resonó en su mente.
- Joaquín, prométeme que si me pasa algo, cuidarás de Francisco, vas protegerlo y darle amor? - preguntó Lucía.
- Lucía, aquí estarás conmigo, los dos lo cuidaremos, lo veremos crecer, correr en el escenario, los dos juntos. - dijo Joaquín con voz llorosa.
- ¡Prométemelo Joaquín! ¡Por favor! - pidió Lucía.
- ¡Yo prometo! Pero, hay que luchar mi amor, luchar por nuestros hijos, por mí y por nuestro amor.- Joaquín empezó a llorar besándola en la mejilla.
Le había fallado, era un cobarde, su hijo no tenía la culpa de lo sucedido, como dice Rocío, sólo era un niño inocente. Golpea la pared del hospital con fuerza, por qué no mantuvo su ¿promesa? ¿Por qué le había fallado? Era más que una promesa, era su obligación de cuidar a su hijo.
Salió de la sala de espera en dirección a la guardería. Al acercarse, sonríe débilmente viendo su pequeño jugando feliz con su manita. Dios no podía ser más perfecto, había traído al mundo la copia exacta de ella, ¿tendría el mismo genio? No, no es el mismo genio no, bastaba con tener a Lucía y Rocío con el terrible carácter. Una enfermera se acercó al vidrio con una sonrisa amable, preguntó al Galán si él deseaba ver a su hijo más de cerca, el hombre sólo confirmó con la cabeza.
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Hay Que Estar En Mi Lugar
FanfictionLucía y Joaquín Galán, los hermanos que se enamoraron perdidamente y fruto de esta pasión nació Rocío Galán, la hija de la pareja. Un año después del nacimiento de la pequeña Galán, la pareja se separó por inmadurez de ambas partes y, con consecuenc...