Lucía y Joaquín Galán, los hermanos que se enamoraron perdidamente y fruto de esta pasión nació Rocío Galán, la hija de la pareja.
Un año después del nacimiento de la pequeña Galán, la pareja se separó por inmadurez de ambas partes y, con consecuenc...
Habían pasado ocho meses desde aquella turbulenta tarde que vivió la familia Galán, una tarde llena de miedo, angustia y desesperación, ahora sólo quedaban recuerdos de un día que los marcó a todos. Lucía cerró el álbum de fotos, tocando la cara del hombre de su vida, él siempre estaría ahí. Rocío entró en la habitación de su madre observando a la mujer con el álbum del cumpleaños de su hermano en las manos y con la cabeza gacha.
- ¿Reviviendo ese día otra vez, mamá? - preguntó Rocío, haciendo que su madre levantara la cabeza.
- No estoy reviviendo, sólo añorando los buenos tiempos. - La mujer respondió con un suspiro.
- Ese día no tuvo buenos momentos, mamá, solo terror. - Rocío contestó.
- Por supuesto que sí, tu hermano cumplió un año, cantamos el feliz cumpleaños, nos hicimos fotos, gente querida estuvo con nosotros. - Lucía respondió inmediatamente.
- ¡Mamá! Por favor, olvida ese día, ni siquiera me gusta recordarlo, fue el día que más miedo pasé, sólo superado por el día en que vos dió luz a Francisco. - dijo Rocío.
- Lo intentaré, ¡lo prometo! - La rubia prometió.
- Genial, ahora deja que te retoque el maquillaje, porque abajo hay una persona muy impaciente esperándote. - Rocío sonrió.
Tras retocar el maquillaje de su madre, Rocío salió de la habitación acompañada de la mujer y bajaron las escaleras de la casa de playa que habían alquilado para esos días. Comenzó un camino hecho con una alfombra blanca y Lucía lo pisó, entonces Francisco vestido con un tirante color crema y una camisa blanca vino corriendo hacia su madre. El niño se abrazó a las piernas de su madre con una sonrisa traviesa.
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- ¡Mamá, vos estás hermosa! - Francisco pronunció las palabras lentamente.
- ¡Gracias, mi amor! Tú también estás muy guapo. - Lucía se agachó a la altura de el niño y besó la frente.
- Fran, sabes que tienes que acompañar a mamá hasta el final, ¿no? - preguntó Rocío, metiendo la camisa del chico.
- Sí, Ro. - El chico sonrió a su hermana.
A Lucía se le llenaron los ojos de lágrimas al ver la escena, eran sus dos grandes amores de la vida juntos, no podía pedir nada más de lo que ya tenía. El chico besó la mejilla de su hermana, y recibió un beso de vuelta, el chico sujetó los rizos de su hermana con adoración, era una costumbre que tenía, ya que cuando dormía con su hermana, el chico sujetaba las hebras castañas de la mujer.
