Es un placer, un privilegio

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Amanecer con la importancia de saber

Que soy de ti, que pertenezco solo a ti

Que nunca más mis sueños frío sentirán

Es ya tener un porvenir

Amanecer y ver que tengo junto a mí

Lo que hace tanto, tanto tiempo pretendí

Es un placer, un privilegio

Para mí

Los rayos del sol invadieron el dormitorio de la pareja que dormía abrazada. Lucía se movió, rascándose los ojos, odiaba cuando movía la cortina y olvidaba que estaba abierta, siempre era así, se despertaba con el sol brillando en la cara y eso era un motivo para pasar la mañana de mal humor. Pero no sería este día que esto sucediera, sonreí sintiendo el peso de la mano en su cintura, era él allí, no había sido un sueño, era la realidad, su nueva realidad.

Ella acaricia la mano de él que descansaba en su cintura, siente que él murmura algo, probablemente todavía siguia durmiendo. Durante la noche, ella se había puesto de espaldas a él, permaneciendo en posición de cucharita, y el sueño de ello había sido tan bueno durante la noche que ni siquiera notó el cambio de posición. Volvió al mirar su rostro tranquilo, con él seguramente sus días serían mejores.

- ¡Buenos días! - Le besa la nariz, antes de empezar a repartir pequeños besos por toda la cara del hombre. - Vamos a despertar, Joaquín. Abre los ojos, sé que ya no duermes.

- ¡Buenos días, muñeca! - Joaquín le besó la frente. - ¿Cómo has dormido?

- ¡Maravillosamente bien! ¿Y tú? - Ella sonrió.

- Perfectamente bien, hacía mucho tiempo que no dormía tan bien. - Dijo, acariciando su mechas rubias.

- Se nota, ya que has dormido toda la noche. - Ella sonrió. - Levantémonos, desayunemos y luego organizamos algún espacio en el armario para ti.

- ¡Lo que tú digas, amor! - Le dio un beso rápido.

Joaquín dejó que Lucía fuera primero al baño porque sabía que iría directamente a la cocina después de salir. Se toma el tiempo de llamar a su abogado, habló de la situación y escuchó la explicación del abogado. Empezaría a transmitir todo lo necesario al día siguiente, lo haría todo lo más rápido posible para no tener más contacto con Viviana.

Cuando Lucía sale del baño, él entra. Lucía se dirigió a la cocina, observando la escena de su hija terminando la mesa del desayuno. Sonrió ante la emoción de su hija, era muy unida a su padre, aunque ello no vivió con ellas en los años anteriores.

- ¡Buenos días! Alguien aquí amaneció de muy buen humor. - Lucía sonrió y besó la mejilla de la chica.

- ¡Buenos días, mamá! ¿Aún no se ha despertado mi padre? - preguntó Rocío, sentándose en la mesa.

- Sí, hija. Primero fue al baño, pero pronto estará aquí con nosotros. - Lucía respondió, poniendo café en la taza.

- ¡Buenos días, princesa! - Joaquín besó la frente de su hija. - Buenos días, Gachi. - Le dió un pico.

- Hoy vamos a pasar el día juntos, los tres. - dijo Rocío, mordiendo su pan. - No aceptaré
excusa. Vamos a pasar el día en la sala viendo películas. - Rocío sonrió emocionada.

- Después de organizar un lugar en el armario para tu padre, Rocío. - Respondió Lucía.

- Mientras tú organizas esto, yo iré al mercado a comprar comida para nosotros. - Rocío explica.

Hay Que Estar En Mi LugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora