Capítulo quince.
Lea.
Despierto poco a poco, tratando de acostumbrarme a la luz.
Volteo y veo un suero, y otras cosas de hospital que me hacen sentir aturdida.
—Me alegro de que ya haya despertado, señorita— exclama una enfermera con una sonrisa.
—¿Q-Qué me pasó?— le pregunto confundida.
—Su familia y usted tuvieron un accidente, pero tranquila, todo está bien, solo se hizo algunas heridas que suturamos. Fueron muchas heridas, pero por suerte no se desangró, y ahora todo está bien, solo debe descansar algunos días, y todo estará bien.
—¿Cómo está mi familia?— pregunto con preocupación.
—Lo siento mucho, pero no puedo darle esta información, solo el doctor puede— ¿Tan delicado es?.
Mierda.
—¿Puede llamar al doctor?— le pido, esta asiente con una sonrisa, y sale de la habitación.
Pasan algunos minutos cuando un doctor de ojos color avellana, entra a la habitación.
—¿Cómo se siente, señorita Díaz?— me pregunta, mientras hojea algunos papeles.
—Mal— respondo.
—¿Mal? Pero si aún no le pasa la anestesia— exclama con confusión, mientras empieza a revisar todo lo que sea que tengo inyectado en mi brazo.
—No es mi cuerpo que me duele, bueno, un poco si, pero lo que me duele es que todavía no sé nada sobre mi familia— suelta una carcajada que corta rápidamente, y se aclara la garganta.
—¿Tienes algún familiar que sea mayor de edad? ¿Abuelos? ¿Tíos?— niego rápidamente con la cabeza.
—Mi abuela paterna murió hace un año, solo tengo una tía, pero no tiene condiciones para venir para acá, además de que vive muy lejos de aquí— respondo.
Suelta un suspiro. —Tu hermana está bien, solo se fracturó una pierna y tuvo algunas cortaduras, pero nada que unos días de descanso y un buen tratamiento de medicamentos, no puedan curar— suspiro de alivio.
Mi Luz... está bien, por suerte.
—¿Y mis padres?.
—Lea... tus padres murieron...
***
Escucho unos toques en la puerta, así que me siento y seco mis lágrimas. —¡Pase, por favor!.
El doctor entra con una sonrisa a medias. —¿Cómo te sientes? ¿Te duelen las heridas?.
—No más que el corazón, doctor— las lágrimas empiezan a acumularse nuevamente en mis ojos.
Mis padres... Las personas que me dieron la vida, que me vieron nacer, que me cuidaron y criaron con mucho amor, dando lo mejor de ellos, tratando de ser el mejor ejemplo... y los perdí cuando más los necesitaba.
Dejaron un hueco en mí que ningún amor podrá llenar, ni un amor romántico, ni un amor placentero, ni un amor de un hijo, ni el dinero, ni los lujos... nada podrá llenarme completamente.
—Pero dales las gracias a Dios, tu hermana está bien— asiento.
—Yo... ¿Puedo verla?— le pregunto.
—No puedes esforzarte, Lea, quizás más tarde, ahora duerme, y te prometo que en la mañana, yo mismo te llevaré en sillas de ruedas para que puedas ver a tu hermana.
—¿Cómo está ella?— le pregunto preocupada. —Dígame la verdad, ¿Ella también murió?.
El doctor niega repetidamente. —Para nada, solo que todavía tus heridas están muy recientes, y te puedes lastimar, por eso te llevaré mañana.
—Pero— me interrumpe.
—Lo prometo.
***
—¿Estás más feliz ahora?— pregunta, mientras acaricia mi cabello, y yo abro la puerta.
—Si— respondo con una sonrisa a medias.
Termino de abrir la puerta, y veo a Luz con una pierna enyesada, y algunas heridas pequeñas en la cara. —Ella acaba de despertar porque se dio un golpe en la cabeza, pero ya hicimos todos los estudios correspondientes, y todo está bien.
Asiento, y el doctor me acerca más a mi hermana, quien me mira con una sonrisa.
—Lea...— tomo su mano y le doy un beso.
—Que bueno que estás bien, tenía tanto miedo de perderte— confieso.
—¿Y nuestros padres? ¿Por qué no han venido a visitarme?— pregunta con preocupación.
—Ellos murieron, Luz— un nudo empieza a formarse en mi garganta. —La cabeza de nuestro padre traspasó el vidrio, y el cuerpo de nuestra madre voló, quedó tan destruida que no pudieron salvarla.
Luz empieza a llorar, y no sé cómo pedirle perdón a mi hermana por haberle arrebatado tantas cosas...
—Perdóname, perdóname— le pido, mientras tomo sus manos entre mis manos. —Esto es mi culpa, pero te pido que me perdones.
***
Ha pasado un mes desde que mis padres fallecieron. La empresa de nuestro padre cubrió los gastos médicos, además de darnos dinero suficiente para sostenernos, pero siendo sincera, no creo que ese dinero se para mucho.
Somos dos adolescentes consumiendo dinero en estudios y mantenimiento, y ninguna de las dos trabajas.
No tenemos dinero suficiente para pagar la casa, así que creo que tarde o temprano no las quitarán.
Pero no puedo irme de este lugar sin antes preguntarle el por qué de haberme causado tantas desgracias.
Subo las escaleras lentamente, y entro a su habitación sin previo aviso.
—¿Lea? ¿Qué haces aquí?— me pregunta, mientras se levanta de su cama.
—Tu madre me abrió la puerta— exclamo con obviedad.
—Pero tú— lo interrumpo.
—¿Qué? ¿Creíste que fallecí al igual que mis padres?— le pregunto enojada.
Se queda callado, y yo le dedico una mirada fulminante. —¿Por qué me hiciste esto? Yo no te hice nada, Iván— exclamo con enojo. —¿Sabes cuánto tiempo esperé a que fueras al hospital y me dijeras que todo era una simple pesadilla y que pronto despertaría?.
—Tú empezaste primero, ¿O es que no te acuerdas cómo me humillaste delante de todos en la fiesta de Steve?— me pregunta enojado. —Claro que tenía que vengarme.
—¡Pues tu maldito juego de venganza, me arrebató a mis padres!— grito enojada.
—¡Y a mí me quitó mi hermano!— golpea la pared. —Solo entiende que solo fuiste un maldito juego, no significas nada para mí, no siento nada por ti, solo me están vengando, ahora vete de mi casa, y olvídate de mí, y de lo que "existió" entre nosotros.
Le doy una cachetada y salgo corriendo de su habitación. Las lágrimas resbalando por mi mejilla con la misma constancia con la que se forman las olas del mar.
Claro que me esperaba que me dijera que todo fue un juego, pero no esperaba que todo se tratase de una maldita venganza por algo tan... algo que pasó hace meses.
Quizás sea la vida dándome una lección, o quizás solo me esté golpéanos para que despierte y vea que el mundo es cruel.
Que todos en el fondo somos crueles, que no debo confiar en nadie, y que es tiempo de cambiar, para sanar, y quizás no volver a sentir.
Pero lo que nunca olvidaré es que perdí a mis padres por un romance que, al final, solo era una puta venganza de un chico encaprichado.
Fin.
Nota de autor: Hay epílogo🌙
Pd: Los amo🖤⚡️
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𝐔𝐍 𝐂𝐎𝐌𝐏𝐋𝐈𝐂𝐀𝐃𝐎 𝐕𝐄𝐂𝐈𝐍𝐎 ✓
Любовные романы¿Alguna vez has visto a tu vecino masturbarse en su balcón? ¿O alguna vez tu vecino te ha dicho "--𝙀𝙧𝙚𝙨 𝙪𝙣𝙖 𝙀𝙡𝙛𝙖 𝙥𝙚𝙧𝙫𝙚𝙧𝙩𝙞𝙙𝙖, 𝙇𝙚𝙖..."?. A mí sí, ¿Quieres saber todo lo que ha pasado después de que intentara no sentir atracción...