Capítulo trece.
Lea.
Ha pasado un mes desde que Jonathan y yo terminamos.
Mi relación con Iván no ha avanzado mucho que digamos, él jura y perjura que solo me quedo con él porque Jonathan nos descubrió.
No sabe que tuve la opción de dejarlo y que todo volviese a ser como antes, pero que no lo hice porque sabía que todo terminaría siendo igual, y eso solo empeoraría las cosas.
Hoy iremos todos en familia a acompañar a Luz a su primer partido de fútbol.
La chica descubrió hace dos semanas que el fútbol era una manera de conectarse con Íker, quien amaba jugar fútbol.
Y ella no perdió la oportunidad de tomar un balón, y conectarse nuevamente con aquel chico que la hizo salirse de su zona de confort, mientras jugaba.
Hoy Iván pudo existir a la escuela, no había podido asistir después del accidente, debía recuperar sus huesos fracturados, y también sus sentimientos.
Siempre suelo ir a visitarlo todas las tardes, pero no es como antes conmigo después de verme llorar cuando Jonathan se fue.
A Jonathan he tratado de llamarlo, pero nunca contesta, yo... solo quería pedirle perdón, pero al parecer, en nuestro destino no está que eso pase ahora.
También estoy aprendiendo a conducir, aunque por ahora solo veo a mi padre haciéndolo.
Realmente necesito aprender después de que Iván decidiera que se mudaría con su madre, ya que la casa de su padre le trae muchos recuerdos de Íker, y él no puedo soportar recordar que "mató a su hermano".
Llegar en bicicleta a su casa... no es tan fácil para mí.
Ahora estoy contando los minutos para que toquen campana y poder hablar con Iván.
—Y no olviden que deben traerme la tarea maña— el timbre interrumpe las palabras del profesor. —Na— termina de decir.
Todos salimos rápidamente del aula, y yo busco con la mirada a Iván, quien recién está saliendo de su salón.
Me acerco a él, a pesar del tumulto de personas. —Hola— le doy un beso breve.
—Hola— responde.
—¿Cómo estás?— le pregunto.
—Hambriento— responde, a lo que no puedo evitar soltar una carcajada.
—Oye, iré a tu casa más tarde para que hagamos la tarea de historia juntos, además tienes que ponerte al día, y... yo debo ir a mi casa antes de que inicie el partido de fútbol de Luz.
Me dedica una mirada coqueta, a lo que no puedo evitar reprochar con una carcajada.
Y dice que yo soy la Elfa pervertida.
—Tú eres el Gigante pervertido— exclamo entre carcajadas.
Después de algunas risas más, este suspira. —Me alegro de que Luz sí esté superando lo de mi hermano.
—Estoy segura de que tú también lo harás cuando dejes de culparte por lo que pasó.
***
Después de despedirme de Iván, salí del colegio, mientras él se fue con unos amigos que necesitaban que él lo ayudara a pintar su casa.
No sabía que Iban sabía pintar, pero... tampoco estaré todo el tiempo encima de él para saber lo que hace.
Yo no soy tóxica.
Yo no soy tóxica...
Suspiro.
Mientras estoy caminando hacia mi casa, me topo con aquella rubia que Iván tenía encima de su regazo, la noche del accidente.
—Ten cuidado por donde andas— dice cuando obviamente fue ella quien choco su hombro con el mío, a propósito.
—Tú ten cuidado— le dedico una mirada asesina, y estoy a punto de empezar a caminar nuevamente, cuando para mi sorpresa, de manera delicada, agarra mi brazo.
—Aléjate de Iván— me pide con un tono de voz neutro.
—¿Por qué tendría que hacerte caso?— es obvio que gusta de Iván.
—Eres muy inocente aún, ¿No?.
***
—¿A dónde irás?— me pregunta mi madre.
—Iré a la casa de Iván— respondo, mientras acomodo mi mochila.
—¿Vendrás para el partido de tu hermana?— me pregunta con un tono serio.
—Claro, estaré aquí antes de las cinco— respondo con una sonrisa, mientras me acerco a ella, y le doy un abrazo de despedida.
—Ten cuidado— asiento.
***
Manejo mi bicicleta lo más rápido que puedo, sin cuidado alguno, como no se lo prometí a mi madre.
Soy un desastre, pero logro llegar a la casa de la madre de Iván, quien me abre la puerta con una sonrisa.
—Pasa, está en la cocina— asiento, y camino hacia la cocina, topándome con un Iván que come como una bestia.
—Todavía tienes hambre, ¿Eh?— suelto una carcajada.
—Hola— me da un beso corto, y empieza a llevar los platos al fregadero.
—No tenías que parar de comer por mí, yo puedo esperar— exclamo con una sonrisa.
Se encoge de hombros. —Tenemos muchas cosas que hacer, ve subiendo a mi habitación, yo te alcanzo ahora— exclama con un tono despreocupado.
¿Su habitación?.
Mierda.

ESTÁS LEYENDO
𝐔𝐍 𝐂𝐎𝐌𝐏𝐋𝐈𝐂𝐀𝐃𝐎 𝐕𝐄𝐂𝐈𝐍𝐎 ✓
Roman d'amour¿Alguna vez has visto a tu vecino masturbarse en su balcón? ¿O alguna vez tu vecino te ha dicho "--𝙀𝙧𝙚𝙨 𝙪𝙣𝙖 𝙀𝙡𝙛𝙖 𝙥𝙚𝙧𝙫𝙚𝙧𝙩𝙞𝙙𝙖, 𝙇𝙚𝙖..."?. A mí sí, ¿Quieres saber todo lo que ha pasado después de que intentara no sentir atracción...