Capitulo 20

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Estábamos en aquel viaje tan largo. Yo estuve con mi lectura, al igual que Timothée, a veces miraba el gran paisaje que se dejaba ver por la ventana. Mi cansancio era evidente, se notaba la pesadez en mis ojos y en mi cuerpo. Por un momento pensé que podría aprovechar un hora del viaje para tomar un ligera siesta milagrosa que repare mis demás noches de insomnio y desasosiego. Aún que tal vez dormiría con un ojo abierto pues Timothée estaba sentado enfrente mío. Timothée me pone alertada pero solo decidí que estaba alucinando, debería aprovechar ésto para poder dormir. Cerré mis ojos y rápidamente entré en un sueño profundo. Pero tal vez era una equivocación. Desperté de mi sueño, Timothée ya no estaba enfrente mío al lo cual me confundió demasiado pero no le dí importancia. Pasaban los minutos y no volvía, por un momento sentí alivio pero después me confundió un poco. Salí del vagón para después aventurarme en los estrechos pasillo del tren que bailaban un poco por su velocidad. Pero no había nada, nuestro vagón privado pareciese que estaba vacío, con toda la pena revisé en el baño y no había nada al lo cual me confundió. La única salida que había eran las puertas que conectaban hacia los grandes ganchos que llevaban otros vagones, también estaba la entrada por dónde entramos pero ésta estaba bloqueada para evitar accidentes.

—Timothée —llamé a la nada

Timothée no respondió como tampoco nadie. Me asusté por un momento, juraba que estaba aquí. Decidí regresar otra vez hacía la cabina dónde estábamos para seguir leyendo o durmiendo. El tren se movía bruscamente, que hacía que me fuera de un lado para el otro pero al final me reincorporaba. Un momento me sentí mareada, lo único que pensé fue por los movimientos del tren, pero lo único que sonaba en mi cabeza era «¿Dónde está Timothée?», tal vez se había metido otra vez a la cabina y ni cuenta me dí. Cabizbaja por lo mareada que me sentía llegué a la cabina, con ambas manos en las manijas según de "oro", abrí aquellas puertas de golpe. Poco a poco alcé la mirada recuperándome de ese mareo. Cuando alcé mi vista pude ver a Timothée sentado ahí, con los brazos estirados en los asientos, ojos cerrando y sus piernas largas abiertas, sin contar la sangre que corría desde su pecho, coloreando de rojo su camisa blanca. Grité horrorizada, sentí como mi corazón latía tan fuerte, tan rápido, al verlo sentí como si me echarán una cubeta de agua fría.

—¡Timothée! —grité para después cerrar aquellas puertas y salir corriendo

Cada vez veía su horrible imagen horrorizada por mi vida. El tren se movió más salvaje que hacía que me estrellase contra las paredes de aquel pasillo estrecho. Pero cuando sentí la brusquedad cuando se frenó de golpe, haciéndome caer al piso golpeandome en la cabeza con fuerza.

—Ayuda —susurré

Observé mi mundo moverse, mis ojos me pesaban obligandolos a cerrarse. Las luces se apagaron, veía negro, me asusté por no poder ver lo que estaba enfrente de mí. Con una fuerza inexplicable que no era mía me voltearon boca arriba, para después sentirme ahorcada por algo que no veía. Escuchaba una voz tenebrosa que decía cosas sin sentido, al menos no podía entender lo que decía. Una voz tenebrosa que pareciese que susurraba y hacia eco. Estaba inmóvil mientras me ahorcaban quitándome el poco aire que me quedaba, no podía mover los brazos y estaba tan aterrorizada que ni siquiera podía hacer algo. Lo único que podía pensar fue en Dios, con toda la tristeza del mundo empecé a rezar un simple padre nuestro para que mi alma asesinada fuese en luz. Escuché como se reían de mí pero yo me aferré a esa oración, me aferré a mi poca fé en Dios.

—¡Vivian! —escuchaba a los lejos gritar

No sabía quién estaba gritando, pero lo único que razonaba en mi mente era esa oración.

—¡Vivian! —llamó Timothée

Aquel grito hizo que despertará de ese mal trance con un ligero grito y cubierta de un gran sudor frío, los ojos abiertos con miedo y los pelos de punta. Timothée me estaba sosteniendo fuertemente de los brazos. Contemplé sus ojos grises que me miraban con el ceño fruncido. Al notar que desperté se sentó relajado a lado mío en una compostura descuidada, acomodándose su cabello hacia atrás con su mano derecha.

A través del Odio| T. C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora