Capitulo 37

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La tarde noche nos invadió. Fabrizio se encerró en su habitación, tomando la excusa de que va estudiar. Lissa apenas se había retirado de mí habitación a la suya para descansar de una vez. Ahora estaba sola en mí gran habitación, contemplando el abismo desde mí cama, sabía que no tenía muy buen semblante, me encontraba agotada. El estrés puede agobiarte, y lo comprendí como pasaban los días, aún que las semanas pasadas ya no había sentido ésto. Esa sensación de que algo se encontraba mal en mí vida, esa sensación de las discusiones sin terminar y tenía cierto miedo de inciar una con Timothée, vamos tan bien que no quisiese arruinar eso solo por un tonto capricho y vendetta pasada que ya no venía al caso. Si fuesen otros tiempos ni si quiera me importaría en absoluto sí lastimo a Timothée, pero ahora siento que lo he decepcionado y eso no me hace sentir bien conmigo misma. Eso me pertuba, sentir algo por Timothée, sentir remordimiento por una persona que según yo no vale la pena. Me levanté de mí cama, decidida y con la suficiente energía para ir hablar con Timothée. Me dirigí a la salida, en el camino me encontré a una sirvienta, quién me iluminó y me dijo que Timothée se encontraba con los caballos. Fruncí el entrecejo pero aún así me dirigí ahí, pensando como acercarme y evitar a toda costa pelear, pensando en todas los posibles respuestas de Timothée; en mí cabeza solo estan desplantes, él es capaz de ignorarme, responder sarcasticamente. Al llegar, visualice a Timothée cerca de las caballerías, estaba viendo a sus caballos. Me esperé un momento, estaba mirándolo mientras acariciaba a su caballo negro. Estaba apunto de acercarme, pero antes me detuve a supervisar mí vestido y tomar una gran bocada de aire. Lo mejor es hablar, tomar el valor y afrontar las situaciones, lo mejor es tener comunicación. Sabía que él sabia que ya me encontraba ahí, el sonido de mis tacones me delataban. Sin embargo, Timothée jamás se volteó, espero a que le hablase, yo lo sé. Intenté aclarar mi garganta, observando su espalda ancha.

—¿Timothée? —llamé dudosa

—¿Que sucede?, Vivian —respondió con desdén

Tomé una pequeña bocada de aire para despues exhalar por mí nariz.

—Seré directa, no quisiese pelear

—¿Por qué peleariamos? —cuestionó sereno—. Ni si quiera hemos empezado hablar —me quedé en silencio unos segundos, intentando encontrar las palabras correctas

—Timothée, mirame a los ojos cuando te hable —ordené

Timothée se quedó en silencio. Se volteó con las manos en sus bolsillos, su cabello estaba ligeramente despeinado por el aire que jugaba con los mechones de su cabello que caían sobre su frente, su mirada transmitía cansacio pero aún así intentaba mantenerse sereno, con una pequeña sonrisa dibujada en la comisura de sus labios rosados. Se veía algo extraño, se veía "descuidado" para como es él de elegante, no traía puesto ni su saco, su camisa estaba un poco arrugada.

—Solo quiero explicarte el porque ellos se encuentran aquí...

—No estoy molesto, Vivian —interrumpió 

Lo miré confundida y ligeramente sorprendida. Crucé mis manos sobre mí regazo.

—¿En serio? —cuestioné sorprendida

—Pues ya estan aquí, ¿Que más podemos hacer?

Me quede en silencio, Timothée caminó hacía el baño de los pequeños arrendadores, afuera se encontraba un lava manos. Timothée con delicadeza lavó sus manos, me encontraba a unos metros detras de él, intentaba decifrarlo pero no podía, no me esperaba que reaccionase así de sereno.

—Lo siento por si...—Timothée hizo una pausa

Se volteó, acercandose un poco a mi, se le veía confundido.

A través del Odio| T. C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora