Capitulo 2

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El gran testamento se encargó mi madre en escucharlo, yo no quise estar presente. Después lo leeré y veré qué fue lo que mi padre dejo a mis manos. No quería pensar en mi padre, se me hacía un nudo en la garganta y quería llorar. Lo amaba demasiado ahora que se fue solo estamos mi madre y yo solas. Me llevaba bien con mi madre, éramos como la típica madre e hija no tan unidas pero si teniendo una buena relación, una buena relación mientras que ella no se metiera en qué ya debería estar buscando a un hombre que me despose. Yo no estaba lista para tal acción y con Gilbert íbamos lento, me esperaba y me daba mi tiempo, al lo cual agradecía. Caminaba con mi mejor amiga por las calles de Florencia hacia un lugar a tomar té y platicar sobre nosotras sin que mi madre o su padre esten pegando oído a nuestras charlas de mujercitas. Varios hombres jóvenes nos miraban y se nos acercaban por costumbre, éramos muy hermosas y lo sabíamos pero a veces era algo agobiador soportarlos.

—Ya casi llegamos, descuida —dijo rascándose la nunca

Mire su cabello rubio para después la otra calle, tenía el presentimiento que era el lugar al otro lado de la calle.

—Estoy segura que es a la otra calle

—Siento lo mismo

—Pero a qué seguir avanzando si la vemos en la otra calle nos cruzamos

—Está bien

Seguimos nuestro camino platicando de temas al azar, como las personas impacientes en sus carruajes hasta de la gente del pueblo. Mientras íbamos caminando mi hombro chocó con el de una mujer, no le ví la cara hasta que me volteé enojada pues sentí que está lo había hecho en aproposito y Lissa lo había visto.

—¡Hey! tenga cuidado —dijo mí amiga molesta

—Lo siento, no fue intencional iba en mis pensamientos

Su rostro era angelical; muy bello, nariz pequeña y respingada, labios algo gruesos y carnosos de un color rosa, de tez blanca, una melena larga hasta la cintura color negra lacia. Lissa me volteó a ver para después aquella mujer, se veía que era más grande que nosotras pero era hermosa. Cuando sus ojos color café oscuro conectaron con los míos un escalofrío sin motivos recorrió mi espalda. Inhale y exhale tratando de controlarme.

—No se preocupe, tiene mí comprensión a veces los pensamientos nos prohíben estar en nuestra compostura —respondí con el semblante sereno

Esta me regaló una sonrisa que hizo que tragase en seco levantando mi mentón.

—Gracias, es muy bonita usted
señorita —halagó haciendo una reverencia para después voltearse

Desapareció antes de que yo respondiera y le dijera que ella también. Otra misteriosa mujer de Florencia, si hubiese sido otra nos miraría de mala gana y jamás se disculparía. 

—No me dió buena espina y ¿a ti?—preguntó

—No lo sé

De hecho no sabía, me transpiró confianza pero a la vez una parte de mí se puso en alerta queriendo gritar. Pero tal vez solo pensé que estaba alucinando, la muerte de mi padre me pone los pelos de punta.

—¿No es tu familiar? —preguntó confundida

—Para nada

No sabía por qué me había comportado yo así, no suelo hablar mucho como tampoco disculparme. Sí hubiese sido otra mujer la miraría igual de mala gana y le hubiera dicho algo hiriente.

—Tenían un parecido —la volteé a ver con el ceño fruncido—. ¿Que?, bueno son diferentes  pero parecidas. No sé cómo explicarlo —susurró confundida

A través del Odio| T. C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora