Hanna: —Sunghoon es... un gran chico, pero...
Heeseung: —Tú le gustas. —Me interrumpe.
Hanna: —No creo gustarle más que Sunoo, y la respuesta es... que quizá me agrade un poco, pero me quedo como su amiga.
Heeseung: —Eres sincera. —Esbozó una delicada sonrisita.
Heeseung: —Y quiero conocer a ese chico, Sunoo, me hablas de él y no sé siquiera quién es.
Me reí.
Hanna: —Es el chico del laboratorio de fotografía, algún día te llevaré.
Heeseung: —¿Prometido?
Hanna: —Prometido. —Reí.
Hanna: —Siguiente pregunta.
Heeseung: —¿Qué te contó Jake el otro día?
Hanna: —¡Tramposo! —Negué con la cabeza riendo.
Hanna: —No te voy a decir, no seas curioso, Lee.
Me miró y enarcó una ceja.
Hanna: —Perdón, Heeseung.
Sonrió.
Hanna: —Y no te diré.
Heeseung: —¿Tiene algo que ver conmigo?
Hanna: —Ehm... contigo, conmigo, con Sunghoon, con todos. —Divagué, saliéndome por la tangente.
Hanna: —Última pregunta.
Heeseung: —¿Ya es la última?
Hanna: —Así es, curioso. —Asentí.
Heeseung: —Está bien, bueno, tú conoces a Minchae mejor que nadie, y me conoces bastante a mí. ¿Cierto? —Asentí.
Heeseung: —Bien... ¿Crees realmente que Minchae y yo...? No, ya sé. ¿Crees que Minchae es lo mejor para mí y yo para ella?
Abrí los ojos de par en par. ¿Qué? ¿Ahora duda? ¿Y me pregunta a mí?
Hanna: —Bueno, mira. —Balbuceé y me humedecí los labios, repentinamente secos.
Hanna: —No se trata de lo que opine o lo que la gente diga, aunque tú los has oído, dicen que ustedes son la pareja perfecta; pero te repito, los comentarios de la gente no importan, lo que verdaderamente importa es lo que tú y ella sienten. Si la amas, y ella a ti... ¿Qué importa lo demás?
Tiene la mirada baja al igual que la cabeza, que ligeramente se inclina hacia abajo.
Heeseung: —Gracias. —Musitó.
Hanna: —Cuando quieras, Heeseung.
Levantó la mirada de pronto e hizo que me hiciese hacía atrás por el repentino movimiento.
Heeseung: —Tengo que irme, discúlpame con Minchae. ¿Sí? —Se levantó del sofá y caminó hasta la puerta.
Hanna: —¿Por qué te vas? —Inquirí, desorientada aún sobre el sillón.
Heeseung: —Las preguntas se acabaron. —Sonrió.
Heeseung: —Hasta mañana, Hanna. —Finalmente salió del departamento.
Dejó la habitación vacía y a mí en ella, cuando lo capté, pude distinguir también un fiero deseo de mantener su presencia aún aquí conmigo.
Giré sobre mi asiento y miré la rosa sobre la mesa, suspiré. Salí disparada a mi habitación y rebusqué en el cajón inferior de mi buro aquellas fotos con el rostro de ángel. Me quedé sentada en el suelo de la habitación, recargada en uno de los lados de mi cama, mirando lo que tenía en las manos. ¿Qué es esto que siento en mi estómago? ¿Por qué el corazón se me acelera cuando no debe? ¿Por qué siento que Heeseung me gusta? Es sumamente atractivo, sin duda, y sensacional también.
Estar a su lado es como querer que el tiempo no avance, querer detener las manecillas del reloj y mandarlas en sentido contrario. Su mirada angelical de miel es como la fábrica de luces para navidad.
Me hace sentir bonita con el beso en la mejilla, la sonrisa que miro en su rostro me llena de algo que se me es inexplicable. Él de alguna forma me hace recordar lo que es sentir, saber que una existe.
Lee Heeseung, como sea; el nombre es lo de menos, porque ahora me invade una angustia palpable que me comenzó a cortar la respiración y hace que las manos desprendan sudor frío.
No, yo puedo fijarme en cualquier chico, cualquiera; excepto uno.
Arrojé las fotografías dejándolas desparpajadas por todo el interior del cajón y lo cerré abruptamente. Yo no puedo fijarme en Heeseung.
Minchae: —¡Hanna! —Su apareció a lo lejos, junto a la puerta de entrada que apenas había cerrado para introducirse al departamento y como impulsada me levanté del piso y salí de mi habitación.
Miré a Minchae.
Hanna: —Hola. —Musité.
Minchae: —¿Dónde está Heeseung? —Preguntó, dejando su bolso Louis Vuitton sobre el sofá.
Hanna: —Se fue.
Minchae: —¿Cómo? ¿Vino y se fue?
Hanna: —Sí. —Me encogí de hombros.
Hanna: —Me dijo que lo disculpara contigo pero que tenía que irse. —Tragué saliva escandalosamente.
Minchae: —¿Estás bien?
Hanna: —¿Yo? Por supuesto. ¿Por qué no he de estarlo? —Farfullé, queriendo sonreír.
Minchae: —Pues, te conozco y pareces nerviosa.
Hanna: —¿Nerviosa? ¿Yo? —Reí.
Hanna: —No, para nada.
Minchae: —Hanna. —Me miró con esos pequeños ojos color chocolate que me acusan conjeturantes.
Minchae: —Ay... ¿Sabes qué? Olvídalo. —Manoteó restándole importancia al asunto.
Minchae: —Vengo muy cansada hoy. —Bostezó y luego miró la mesita de centro.
Minchae: —¿Y esa rosa?
Mis manos comenzaron a temblar.
Hanna: —Eh... ehm... —Tartamudeé.
Minchae: —¿Te la dio Sunghoon? —Especuló con el rostro ansioso.
Hanna: —Heeseung.
Minchae: —¿Te la dio Heeseung? —Su ceño se frunció, y la voz se le bañó radicalmente de un matiz de confusión.
Si ven algún nombre sin editar, me lo hacen saber por favor.
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El manual de lo prohibido › Lee Heeseung ✔︎
Fanfiction¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si eso estuviese en la lista de "no toques, no codicies" pero que en cada momento te incita más a tenerlo. Decían que eran la pareja perfecta, y yo, situada en medio, todo saldría mal. Adaptación autori...