Hanna: —¡Minchae! —Me levanté, desconcertada.
Hanna: —Yo no... —Intenté explicar.
Minchae: —¿Tú no qué? Te acabo de escuchar, Hanna. —Las lágrimas salieron de sus ojos como si fuesen caballos de carrera, desatrampados por ganar.
Minchae: —Oí cuando se lo dijiste a Jake. ¡Eres una traidora! —Gritó y al instante sentí el sonoro golpe de la palma de su mano contra mi mejilla, produciendo un ardor instantáneo y el seguro enrojecimiento de mi piel.
Tan duro fue el golpe que, la cabeza se me desvió hacia un lado y Jake tuvo que retener a Minchae.
Jake: —¡Chae, tranquila! —Le ordenó, asustado.
Minchae: —¿Cómo quieres que esté tranquila? Si mi supuesta mejor amiga me traicionó, claro, ahora entiendo todo. —Dijo sin dejar de llorar y el coraje es leíble en su rostro.
Los nudos se quedaron atascados en mi garganta, y el corazón hecho pedazos en mi pecho, late angustiado. Mis lágrimas son de amargura, deseo fervientemente que todo esto sea una pesadilla.
Minchae: —¿Cómo no me di cuenta antes? ¡¿Y tú no pensabas decírmelo?! —Me empujó y Jake volvió a sujetarla.
Hanna: —Minchae...
Minchae: —¡Te abrí la puerta de mi casa! ¿Y me pagas robándome a mi novio? —Siguió farfullando llena de furia e hizo caso omiso a la voz de Jake.
Minchae: —¡Qué estúpida! No puedo creer que tú... —Se quedó a mitad de la frase, le duele bastante, la conozco y sé que está hecha pedazos, cosa que solo sirvió para hundirme más en la miseria.
Sigo sin poder hablar, solo lloro y miro a Minchae.
Minchae: —Hace algunos minutos estaba llorando porque te irás. —Farfulló.
Minchae: —Ahora entiendo la razón, que cobarde. —Siseó.
Minchae: —¿Pero sabes? Me da gusto que te largues, hipócrita. —Me dio una última mirada despectiva, dolida, y se dio media vuelta para salir de la habitación.
Me quedé inmóvil, dejando que mis lágrimas se suiciden sin piedad; respirar me es difícil y siento que me falta el aire.
Jake me miró, decepcionado.
Hanna: —Ve. —Alcancé a susurrar, con el hilo de vos que salió de mi garganta.
Hanna: —No la dejes sola.
Se quedó mirándome, es una mirada extraña, está entre la frustración y la angustia, pero enseguida salió detrás de ella; entonces me quedé sola.
Las lágrimas no se cansan de salir y parece como si nunca fuesen a acabar, esto no debió se haber terminado así, ni siquiera debió tener comienzo.
Me quedé inmóvil durante un par de minutos, y luego miré a mi alrededor, ya no volveré a ver a Jake y no tuve la oportunidad de decirle adiós.
Busqué con la mirada algún cuadernillo y divisé una hoja encima de su escritorio; tomé un bolígrafo y garabateé sobre el papel en trazos largos.
"Disculpa todo el daño que hice, que le hice a ella. Es lo que menos hubiese querido que pasara. Agradezco todo lo que hiciste por mí, gracias por entenderme, fuiste mi mejor amigo y nunca voy a olvidarte; perdóname, te quiero."
Lo dejé sobre su cama, y luego con un nuevo dolor en el pecho, salí de la habitación. Me deslicé como ánima en pena escaleras abajo y cuando bajé a la sala para cruzarla y llegar hasta la puerta, la mirada de la madre de Jake me detuvo.
—¿Estás bien? —Me preguntó.
Mantuve mi mirada baja, avergonzada, y negué con la cabeza.
—¿Quieres una taza de té? —Me ofreció, afable.
Hanna: —Tengo que irme, se me hace tarde, gracias de todos modos. —Musité e intenté dar el primer paso hacia la puerta.
—Antes de que te vayas... quisiera decirte algo.
Me giré sobre mis talones, despacio, y la miré.
Su rostro, dulce como el de toda madre, tiene un tono rosado en las mejillas, como un durazno, su cabello es algo rizado y castaño como el de sus hijos, entonces me sonrió.
—La traición es algo muy fuerte. —Musitó, acercándose y la miré con ojos asustados; ella rio.
—Aquí las paredes no son muy sólidas. —Explicó.
—Además uno intuye cosas cuando las ve salir por la puerta, llorando.
Me sentí más avergonzada que antes y bajé la mirada.
—Lo que quiero decirte... —Me levantó el mentón, con delicadeza.
—Es que la traición puede llegar a ser muy dura, muy profunda, viniendo de una persona a la que se quiere, pero más allá, el amor es más profundo y fuerte.
Me quedé mirándola con confusión. ¿Qué es lo que me está diciendo?
Sollocé.
—Cariño... —Ella vio la confusión en mi rostro, tan palpable como mis lágrimas.
—¿Tú amas a mi hijo, Heeseung? —Se me frenó el corazón, pero antes de que pudiese contestarle, ella siguió hablando.
—Minchae es muy buena chica, trabajadora, educada y bonita; me gusta que Heeseung salga con ella; pero no se trata de lo que me guste a mí o al resto de la sociedad, se trata de la felicidad de mi hijo. Todos cometemos errores, cariño, pero siempre recuerda que el amor tiene mucha más fuerza que cualquier otro poder en el mundo y al final de cuentas, aquellos errores son los peldaños de una escalera que nos lleva a nuestro destino.
El silencio me rozó con el aire, quise asimilar y comprender una por una de sus palabras, ella me sonrió.
—Buen viaje. —Me acarició la mejilla.
Hanna: —Gracias. —Musité, más confundida que antes.
Salí de la casa y el corazón se me encogió de angustia, una vez más.
¿Cómo iré de nuevo hasta el departamento? Jake se fue con Minchae y yo difícilmente recuerdo el camino.
A pie serán más de treinta minutos, si es que llego.
Es el colmo de mis desgracias.
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El manual de lo prohibido › Lee Heeseung ✔︎
Fanfiction¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si eso estuviese en la lista de "no toques, no codicies" pero que en cada momento te incita más a tenerlo. Decían que eran la pareja perfecta, y yo, situada en medio, todo saldría mal. Adaptación autori...