Capítulo 59

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A menos que la canción la haya escrito pensando en mí, pero no venga a Corea por lo que le pasó con Haeyoung. ¡Por Dios! No es un bebé, tiene veintitrés años. ¿Por qué no lo supera y ya? Resoplé frustrada.

Esas suposiciones no me llevan a ningún lado, excepto al mismo laberinto de mi mente.

Pero hay alguien que sí puede hacerme saber lo que quiero.

Estacioné la camioneta en la acera y bajé de ella rápidamente para subir las escaleras hasta mi casa, miré el reloj, son las diez de la mañana, allá son a lo mejor las tres o cuatro de la mañana. Tengo que hablar con Sunoo, así que esperaré hasta que amanezca.

No sé si realmente quiero saber, pero necesito hacerlo, estas especulaciones en mi cabeza causan más dolor que la verdad, sea cual sea.

Cuatro de la tarde, es como si contase con un reloj en la cabeza que me anuncia la hora en la que tengo que tomar la computadora e intentar comunicarme con Sunoo.

Me desesperé rápidamente y puse la laptop sobre mis piernas; la luz que desprendió al prender me encandiló un poco los ojos.

Me conecté a internet y sentí un gran alivio cuando vi que Sunoo también lo está, no dudé ni dos segundos en iniciarle conversación.

Hanna: —¡Hola! —Tecleé sobre las negras teclas, haciendo aparecer la letra sobre la ventana de conversación.

Sunoo: —¡Hey, hola! —Me contestó al instante.

Hanna: —¿Cómo está todo allá?

Deseo que Sunoo entienda a la primera lo implícito en mi pregunta.

Sunoo: —Bien, supongo, Sunghoon me llevó a un parque, desayunamos juntos y anduvimos por casi toda la ciudad.

Puedo apostar que en su rostro se dibuja una sonrisa mientras teclea la respuesta.

Hanna: —Me alegro mucho, de verdad.

Sunoo: —¿Y tú? ¿Qué tal? ¿Cuándo fue la última vez que hablamos?

Hanna: —No lo sé, el sábado creo, yo estoy bien... mejor.

Me quedé con los dedos indecisos sobre el teclado y luego suspiré, tengo que preguntarlo.

Hanna: —Dime, Sunoo. ¿Cómo está Minchae? ¿Cómo está... él? ¿Sabes algo de ellos?

El segundo que tardó en responder me pareció eterno.

Sunoo: —Hanna... dijiste que no los mencionarías.

Hanna: —Por favor, Sunoo, necesito saber algo, mis especulaciones me hacen más daño, por favor.

Esta vez se tardó más en contestar.

Sunoo: —Según Sunghoon, Minchae y Heeseung ya no están juntos, ella entra y sale de su departamento sola, y de vez en cuando Jake la visita.

Hanna: —¿Y Heeseung?

Sunoo: —Hanna...

Hanna: —Dime, por favor.

Casi un minuto. ¡¿Por qué este hombre tarda tanto en responder?!

Sunoo: —Se fue.

Al momento de leerlo, los ojos se me abrieron de par en par. ¿Se fue? ¿A dónde? ¿Desde cuándo?

Sunoo: —¿Hanna?

Me pregunto cuánto me tardé en contestar o reaccionar.

Hanna: —¿A dónde fue? —Tecleé despacio, letra por letra.

Sunoo: —No lo sé, nadie sabe.

Hanna: —¿Cuándo se fue?

Volví a insistir.

Sunoo: —Hanna... realmente no lo sé, cambiemos de tema, por favor.

Acepté, pero luego de ese momento mi mente se desconectó de la conversación y empezó a divagar, buscando posibles lugares a los que Heeseung se iría.

Él no vendrá a Corea, eso está descartado. ¿Algún lugar en Asia? No precisamente Corea, quizá... Taiwán, o más para allá... China, Tailandia... O a lo mejor no se fue del todo, quizá sigue en Italia; en alguna otra parte del país. ¡Ya sé! Quizá se fue a Japón, allí quiso irse desde un principio. ¿No?

Un agujero se me expandió en el pecho, acrecentando el dolor... él está lejos.

Sunoo: —¡Hanna!

Casi pude oír la voz de Sunoo a través de la pantalla de la computadora, había dejado de escribir y él espera respuesta a la pregunta trivial que me hizo.

Hanna: —Perdóname, llegó un amigo, Jungwon. ¿Recuerdas que te hablé de él? Bueno, tengo que ir a...? —Mis dedos vacilaron.

Hanna: —Revelar algunas fotos, hablamos después.

No me gusta mentirle a nadie, ni siquiera a distancia; pero tengo que ordenar el desorden en mi cabeza y encontrar alguna forma de ignorar el hueco en mi pecho, que se va haciendo más grande conforme se producen los pensamientos en mi cabeza.

Sunoo: —Oh... bueno, está bien, extraño verte aquí y ser yo quien revele tus fotografías, te extraño mucho.

El hueco se hizo más grande, casi como si fuese un agujero negro que se traga todo, excepto el dolor.

Hanna: —Yo también te extraño, te quiero, hasta pronto.

Me desconecté enseguida, ni siquiera las despedidas cibernéticas me gustan.

Dejé la laptop a un lado y me puse a reflexionar más a fondo, aunque me duela pensar en la posibilidad de que él esté lejos.

Japón... irse a Japón para alejarse del problema en que yo lo metí, para alejarse de Minchae...

De pronto, otra chispa de reflexión me hizo percatarme de algo que Sunoo me escribió y que dejé pasar desapercibido; Minchae y Heeseung ya no están juntos... Minchae y Jake.

Allí hay dos cosas por comprender, por supuesto, si Heeseung se fue es porque ya no está con Minchae, lógico, pero... ¿Jake visitándola?

Bueno, es normal que Jake visite a Minchae; yo sé que la ama y que está enamorado de ella, pero... ¿Ya le habrá dicho? Probablemente no, Jake es prudente y a lo mejor no sería adecuado declarársele a alguien después de una tragedia como la que sucedió, aunque ya haya pasado un mes.

Aquello me hizo pensar de nuevo en ella, la extraño, la extraño demasiado; y cada una de sus risas se proyectan en mi mente como un recuerdo, duelen, porque sé que ahora quizá ya no aparecerán, o ya no serán causadas por mí.

No puedo vivir fingiendo que no pasa nada, ni tampoco puedo ignorar el hueco en mi pecho que a cada minuto se hace más grande, ya no estoy segura de si todo lo que tengo adentro sigue allí o si el agujero negro ya lo consumió.

El tiempo no cura nada.

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El manual de lo prohibido › Lee Heeseung ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora