Capítulo 38

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El sujeto me sonrió, estirando sus delgados labios rosados y alzó la mano para saludarme.

Nicholas: —Hola. —Musitó, bañando el coreano con un matiz inimitable de italiano.

Sujeté su mano, respondiendo al saludo y le devolví la sonrisa a sabiendas de que la mía parece turbia.

Como no hablé para nada, Nicholas, volvió a la plática con Heeseung.

Nicholas: —Neanche parla coreano? —Le preguntó, confundido.

Heeseung soltó una carcajada que al instante supo contraer.

Heeseung: —Penso che odia questi luoghi, man no te lo prendere personale. —Le dijo él, con amabilidad.

Heeseung: —Dovrei andare. — El pesar en su rostro apareció de repente.

Al menos puedo estudiar sus expresiones si no logro comprender nada de lo que hablan.

Nicholas: —Ma se siete appena arrivati? —Parloteó el sujeto tras la barra.

Heeseung: —Sì, ma fretta. —Una mueca se dibujó en su rostro.

Nicholas: —Va bene, va bene. Saluto Minchae.

Heeseung: —Chiaro. —Sonrió, fugaz.

Nicholas: —Hasta pronto, Hanna, me dio mucho gusto conocerte. —Me dijo con su acento italiano, distorsionando un poco el coreano.

Hanna: —Adiós, Nicholas. —Musité algo tímida.

Heeseung: —Arriverdeci. —Dijo, despidiéndose con el movimiento de mano también.

Nicholas: —Arriverdeci, Heeseung. —Dijo él.

Heeseung me tomó de la cintura y el tacto cálido de su mano sobre mi cuerpo, llegó incluso a través de la ropa; la piel se me erizó, como si una lombriz de electricidad me recorriese el cuerpo.

Me sacó de ese lugar y pude respirar el aire fresco una vez que estuve fuera, ese respiro me hizo pensar en Minchae, y me sobresalté.

Hanna: —¿Qué hora es? —Le pregunté.

Sacó su celular y miró la pantalla del mismo.

Heeseung: —Las ocho con cuatro. —Contestó, como si nada.

Hanna: —¡Minchae ya está en casa!

Heeseung: —Conduciré rápido. —Dijo.

¿Esa es su respuesta? ¿Acaso me siento más culpable yo que él? ¿Él se siente culpable al menos? Las preguntas revolotearon en mi cabeza con voz propia, mientras me esfuerzo a mandarlas todas al rincón de mi mente.

Callándolas.

Subí a la Hybrid cuando Heeseung me abrió la puerta. El tiempo se me acabó, pasé un buen rato con él, sin embargo, para mí pareció solo la prolongación de lo que dura un suspiro y ahora voy a ponerle final al día, a mi tarde con él.

Condujo hasta el departamento de Minchae, y en el camino casi no hablamos debido a que mi cabeza se encontraba hundida en pensamientos, buscando alguna manera de explicar la situación; situación que a Heeseung parece no preocuparle.

Cuando llegamos, él estacionó frente al edificio, pero yo me congelé en el asiento porque aún no tengo el pretexto ideal para decirle a Minchae. Hoy es una de esas noches en que la cabeza no me da para más, más que para sostener el cabello.

El rugido del motor se detuvo y el silencio se produjo al instante.

Heeseung: —Listo, subamos rápido. —Dijo, satisfecho del tiempo que se tomó en llegar. ¿Veinte minutos se le hace poco?

El manual de lo prohibido › Lee Heeseung ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora