Capítulo 27

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Hanna: —Ehm... ¡No! Quiero decir que Heeseung te la dejó a ti, es para ti. —Dije mientras siento que la fierecilla patalea y grita: ¡Mía, mía, mía!

Minchae: —¿Hizo eso? —Su semblante cambió de nuevo y se volvió tierno y dulce, como normalmente es.

Minchae: —Aww, que lindo es. —Se acercó a la rosa y la tomó para luego percibir su aroma.

Minchae: —Tengo que ponerla en agua. —Sonrió y yo suspiré, aliviada y con pesar.

Aliviada porque logré salir del lío que por poco se iba a armar, y con pesar porque la rosa ahora está en las manos equivocadas, que irónicamente son en las que debería estar.

Me senté en una de las sillas del pretil mientras veo cómo Minchae sumerge el tallo de la rosa en el agua de un florero pequeño.

Minchae: —¿Y qué tal tu día con Sunghoon? —Preguntó mi amiga.

Hanna: —Genial. —Musité con aplomo.

Minchae: —Ay, pero lo dices como si no te hubiese gustado. —Su aguda voz se acercó cuando ella se sentó a mi lado.

Hanna: —No, es que estoy cansada, ya me conoces. —Sonreí.

Minchae: —No es justo. ¿Sabes? —Dijo.

Hanna: —¿Qué cosa? —La miré.

Minchae: —Que no pueda pasar tiempo contigo, Dios. ¡Eres mi mejor amiga y casi ni hablamos! Yo con mi trabajo y con... Heeseung.

Hanna: —Pero Min, vivimos en el mismo departamento, como queríamos desde pequeñas. ¿Recuerdas?

Minchae: —Sí. —Sonrió.

Minchae: —Y aun así casi no te veo, no es justo.

Hanna: —Está bien, tenemos los domingos.

Minchae: —Un día de siete. —Hizo un mohín.

Hanna: —Me gustaría pasar más tiempo contigo, Min; como cuando éramos niñas, pero ya no lo somos. Tú tienes trabajo y yo muchas cosas que hacer. Pero al menos lo compartimos y eso es lo que cuenta.

Minchae: —Me siento muy afortunada. ¿Sabes? —Suspiró

Minchae: —Tengo a la mejor amiga del mundo y al novio más apuesto del planeta. —Rio.

Minchae: —Además del trabajo que quería. —Agregó.

No sé por qué me sentí culpable cuando ella dijo "la mejor amiga del mundo" y celosa cuando dijo "el novio más apuesto del planeta".

Sonreí y la abracé, si hay una amiga excelente, esa es Minchae, no yo.

Hanna: —Tengo que dormir, Min. —Dije.

Minchae: —¡Ay, no! —Exclamó, como una niña pequeña.

Minchae: —¿No vas a cenar?

Hanna: —Estoy cansada.

Minchae: —¡Vamos! Cena conmigo, ya van varias veces en las que me dejas cenando sola. —Hizo un puchero y me reí.

Hanna: —Está bien. ¿Qué cenamos?

La sonrisa de Minchae se expandió alegre por su rostro.

[...]

Miré a través de la ventana el cielo completamente oscurecido y conté las escasas estrellas que hay esta noche. Miré luego el reloj, van a ser la una con treinta de la madrugada y yo aún no logro dormir. Me acurruqué entre la cobija y suspiré.

No puedo seguir ignorando a la fierecilla dentro de mí, porque sus pensamientos ya no van en total desacuerdo con los míos; pero aún conservo un poco de cordura en alguna parte de mi cabeza que me dice que no puedo enamorarme de Heeseung. Es tan intocable como el fuego bajo la sartén, tan prohibido como romper alguna ley de la constitución; es el novio de mi mejor amiga, y yo debo de brincar hacia atrás los pasos que no debí de caminar.

Apabullada y con la cabeza llena de pensamientos ilógicos por fin logré dormir esa noche.

Su sonrisa llega hasta mí a través de la poca distancia entre ambos.

Una sonrisa demasiado bonita como para desgastarla, pero él quiere dármela a mí y solo a mí; haciendo que miles de mariposas revoloteen en mi estómago. Luego tomó mi mano, y sentí que pude tocar el mismísimo cielo. El corazón se me aceleró cuando él puso mi nombre en sus labios y la sonrisa se expandió ahora por mi rostro.

Heeseung: —¿Quién más puede hacerte sentir esto? —Me preguntó, con su voz de terciopelo.

Es la primera vez que sueño con él, con Heeseung.

Suspiré con la cabeza enterrada en la almohada y mi suspiro se convirtió en un vapor cálido que me pegó en todo el rostro. Alcé la cabeza y pude sentir algunos que otros cabellos despeinados a cada costado de mi cara. Hoy es sábado, recordé angustiada el sueño y llegué a la conclusión de que tengo que contarle esto a alguien porque si no, explotaré tarde o temprano.

Me levanté y arreglé en media hora y tecleé sobre mi celular el número de Jake.

¿Quién mejor que él para entender toda esta locura?

Jake: —¿Hola? —Me contestó del otro lado de la línea.

Hanna: —Jake. ¿Podemos vernos hoy? —Consulté.

Jake: —Claro, dime en dónde y a qué hora. —Accedió.

Hanna: —En la plaza, en una hora y media. ¿Está bien?

Jake: —Perfecto. ¿Puedo preguntar para qué? —Curioseó.

Hanna: —Te digo cuando te vea.

Jake: —Está bien.

Finalicé la llamada y me apresuré a salir del departamento, seguro tardaré más de una hora y media si no me doy prisa, aunque llegar por mis propios medios me costará trabajo.

Tomé un taxi que tardó casi los sesenta minutos en llegar y pagué con los euros que habían salido de mi bolso o que, mejor dicho, Minchae colocó allí para mi uso, debido a que mis billetes y monedas aún son coreanos.

Bajé y me adentré en el motín de gente que circula bajo el cielo grisáceo como el día de ayer, y me senté en una banquilla gris que está vacía por puro milagro, como si aguardase para mí.

Le regalé un suspiro al aire y luego miré hacia arriba, a lo mejor lloverá hoy. Los nubarrones grises que surcan el cielo se ven considerablemente amenazadores.

Empecé a divagar entre mis pensamientos, mientras espero por Jake; quien hasta el día de hoy se ha vuelto casi mi mejor amigo, nos contamos todo y esta vez, no será la excepción. Estoy dispuesta a decirle con punto y coma todo, y eso incluye aceptar que Heeseung me atrae, y bastante.

A la media hora Jake apareció entre el tumulto de gente, su suéter color vino y su cabello castaño fue lo que alcancé a distinguir primero.

Hanna: —¡Jake, por acá! —Manoteé para que me vea y no solo logré llamar su atención, sino también la de algunos otros que me miraron extrañados por hablar en otro idioma

Como si no hubiesen oído jamás el coreano, me encogí un poco cohibida y aun así Jake me alcanzó a mirar y se acercó.

Como si no hubiesen oído jamás el coreano, me encogí un poco cohibida y aun así Jake me alcanzó a mirar y se acercó

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El manual de lo prohibido › Lee Heeseung ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora