- Capítulo 77-

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El recuerdo viene en forma de pesadilla. No hay otra forma de nombrarlo.

<<El instituto había sido un infierno para ella hoy, al igual que el resto del semestre.

Y presenciarlo en tercera persona, como en una película, es incluso más cruel. Sin embargo, Dona no puede hacer otra cosa más que mirar. En trance.

Un querer despertar, y verse incapaz de hacerlo por su propia cuenta.

Su yo del pasado, con la cabeza gacha, mirada en el asfalto. Sin amigas que hablar, y otro día más aguantando el bullying de Pablo, que parece haber cogido gusto en hacerla desear estar muerta.

Con Dona preguntándose en cada suspiro, "¿Qué habré hecho yo?"

También están las chicas de su clase...Oh, ellas eran peores. Mucho peores.

La escena se difumina entonces.

Dona no quiere ir a casa todavía, por eso termina en la puerta del piso de él.

Alex.

Alex.

Dulce y atencioso Alex.

La escena se difumina una segunda vez. Dona se encuentra dentro, en la habitación de él. Arrodillada, entre las piernas de Alex.

Por desgracia, él está más interesado en el juego del móvil que no en escucharla.

Dona solo... quería ser abrazada por él. Un acto de afecto habría sido suficiente para ella aguantar un año entero.

Los padres de Alex nunca estaban a esta hora de todas formas.

Despierta

Despierta

DESPIERTA.

Pero la pesadilla sigue. Siempre lo hace.

Dona tira del pantalón de Alex. Él ni se molesta en mirarla a los ojos mientras ella lo hace.

"¿Por qué no me mira?¿Tan fea soy?" La pregunta nunca es formulada en voz alta. Y Dona nunca sabrá la respuesta.

Entonces Dona abre la boca lentamente. Solo en este instante es que Alex la mira. ¿Es estúpido que ella se haya sentido feliz con eso?

Una única mirada. Fría y vacía mirada. Pero esa misma mirada valdría más para ella que el mundo entero.

NO

NO>>

¡NO! —Dona abre los ojos como plato. La tiemblan las manos. Demonios, la tiembla todo el cuerpo. —Dios. —Suspira con desagrado al darse cuenta de que está empapada en sudor. —Espero no haber despertado a nadie. —razona para sus adentros mientras busca el móvil para ver que hora es. 04:15 de la madrugada. Santo cielo, Dona ha dormido todo el día de ayer. Pero al menos hoy es domingo. —Ugh. —El sudor es molesto, pero ella no quiere molestar a sus padres con la ducha.

Al menos, Dona concluye, se esperará hasta las seis de la mañana. El móvil es una distracción más que perfecta para ella. Al menos, eso es mejor que no recordar el pasado.

No cuando este aún quema tanto por dentro. Sin embargo, no es el móvil el que la consuela, o stalkear a Albert. No.

Dona enciende la luz y se encamina hasta la estantería. Ella no tarda ni medio segundo en encontrar el libro que desea.

Es el más desgatado y rayado que hay en la posesión de Dona. Como también, es el libro que hizo que Pablo fuese incluso más cruel con ella en los años de instituto. Dona siempre lo llevaba consigo como un diario, y Pablo lo alcanzó un día cuando Dona lo olvidó bajo la mesa tras irse a casa.

Al día siguiente, él leyó en voz alta todos los pasajes enmarcados en el libro con sorna. Dona recuerda haber contenido las lágrimas todo lo que pudo.

Alex también río junto a la clase.

Lo que era un chiste para ellos, era el único consuelo para ella.

En algún momento la profesora llegó, y la broma finalizó con Pablo tirando el libro sobre la mesa de Dona con molestia.

Quizá aquello fuese una especie de señal...de que Dona siempre sería el hazme reír de los demás, incluso de Alex.

—No entiendo como todavía guardo eso. —Ella ladea de un lado a otro el libro de autoayuda, pero es incapaz de tirarlo a la basura al final. Por eso lo lleva consigo hasta la cama y lo ojea.

Las páginas se han teñido de color amarillo, y la espina del libro está muy desgastada, pero el marcador amarillo en las oraciones y dibujitos a boli rojo siguen viéndose con claridad.

La Dona del pasado adoraba ese libro, aunque, la Dona de ahora lo ve ridículo y pretencioso.

—Vaya si las cosas cambian. —razona en voz alta, y sin pensar demasiado, Dona acerca el libro a su pecho, en una especie de abrazo.

Por un momento, aunque imposible, ella siente que está consolando a su yo más joven. Haciéndola entender que, aunque no lo parece, ella no está sola. No realmente.

Entonces Dona recuerda que tiene que entrar en contacto con la persona que la recomendó Albert, y, aunque sea a pasitos pequeños, Dona está avanzando.

Quizá incluso ella vuelva a animarse a ir a un gimnasio y...

—Nop. Mejor me compro una elíptica y empiezo por hacer ejercicios en casa. —Se pone una meta. —Poquito a poquito Donatela, poquito a poquito.

♣♣♣

Con pereza de guardar el libro en su sitio, Dona ubica en la borda del colchón que no la estorba y vuelve a coger el móvil. No es sano, pero ella entra en WhatsApp y busca el chat que tiene con Albert.

"No hay ningún nuevo mensaje." Dona se da cuenta con desanimo.

—Vaya. No pasa nada. —Se autoengaña. —Sí, no pasa absolutamente nada.

Sale de Whatsapp y se distrae navegando por la web, a espera que dé las seis de la mañana y Dona se pueda pegar una ducha en condiciones.

Con suerte, dentro de poco ella tendrá su propio piso, y eso, es lo que cuenta.

FeticheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora