- Capítulo 84-

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El pitido molesto del despertador suena de forma intermitente. La mano de Dona rebota en la mesilla de noche, con tan mala suerte que la esquina del cajón está medio abierta, y le da a Dona de lleno en dos de sus dedos.

—¡Mierda! —Ella encoje la mano y acaricia los dedos malheridos. De mientras, el móvil sigue sonando de fondo. Al final, el ruido es más molesto que el dolor en los dedos, por eso ella vuelve a estirar el brazo y coger el dispositivo con mala leche.

"Nueve menos cuarto." Dona suspira poniéndose en marcha. Demasiado pronto para levantarse un sábado. Pero no queda otra.

Ella quedó hoy a las diez y media con Miquel, el tipo que recomendó Albert a ver pisos. Santo cielo, con apenas pensar en el nombre "Albert" la hace sentirse rara.

—Borrón y cuenta nueva.—Dona se niega rotundamente a seguir pensando en él. Ha estado bien por un tiempo, y ahora ya no. Punto y final.

Las rodillas la crujen cuando ella se pone de pie, y no es desagradable. Dona incluso estira los brazos y sube la persiana para ver como está el tiempo fuera. Nada mal. Como forma de despertarse del todo, ella alcanza el móvil y los auriculares que tiene en el cajón entreabierto de la mesilla de noche. Pero de esa vez lo cierra del todo. No vaya ser que se vuelva a lastimar.

Mitski-Washing machine heart empieza a sonar desde los auriculares. Para ser la primera canción que suena en la playlist de Dona, está bien.

Dona echa un rápido vistazo a la estantería, y suspiro. Ella todavía recuerda la ultima vez que la arregló. Ya toca hacerlo otra vez. No hoy, pero toca hacerlo.

"Pantalón gris de cintura ancha...Blusa blanca con detalles en negro formal...zapatos sin tacones..." Dona va tirando todo lo que la interesa sobre la cama.

En algún momento mientras ella se viste, el estómago le cruje. Pero no porque Dona tenga hambre ahora. Nerviosismo sería la palabra correcta.

—Solo queda peinarme el pelo y lavarme la boca. —Se dirige al baño despacio, con miedo a despertar a sus padres.

Aunque por desgracia, eso no ocurre.

Se oye algo rechinar que parece provenir de la cocina. Y esto solo puede significar una cosa, que la señora Neves ya está despierta. Y anda trasteando con todo lo que vea por delante en la cocina.

Dona respira, echa un último vistazo al espejo y cierra la puerta del baño ya sin preocuparse con hacer ruido. Se encamina por el pasillo hasta dar con el origen de ello. Y efectivamente, viene de la cocina.

—Hey, mamá. Buenos días. —Se asoma por la puerta. —¿Qué haces?

—Sacando el lavaplatos, cosa que TÚ y tu padre parecen tener alergia. —La señora Neves suspira con desagrado. Entonces, ella se da la vuelta y mira sorprendida a Dona. —¿Vas a algún sitio hija?

Dona por momentos desea soltar una excusa barata, pero, ella no podrá excusarse toda la vida con su madre.

—Bueno mamá. Hay algo que quiero contarte. ¿Tienes un momento?

Y como siempre, la señora Neves espera lo peor primero. Sin embargo, Dona la tranquiliza antes de explicarla que planea irse de casa tan pronto como encuentre un piso.

♣♣♣

Dona masajea la cabeza después de la rápida charla que tuvo con su madre. Como ella ya se imaginaba, la señora Neves no ha tomado bien la noticia. Pero Dona la hizo entender que ya no era una niña pequeña, y que tarde o temprano, Dona tendrá que moverse por sus propios pies, sola. Y con la frente en alto.

—Mejor escucho la radio. —Ella se distrae con los botones antes de poner el coche en marcha para irse.

Por desgracia hay caravana. La única ventaja es que el sitio donde quedó con Miquel no está lejos. El transcurso no es aburrido...del todo.

Hace calor, y Dona se arregló demasiado para la ocasión. Si parece que ella está yendo a una entrevista de trabajo, y no a buscar un piso.

La zona donde se encuentra el piso tiene buena pinta, y eso puede llegar a ser un problema. Mientras mejor se vea, más caro será.

Después de veinte y cinco minutos, el GPS dice que Dona está a dos minutos de llegar.

—Mejor voy buscando aparcamiento ya. —Maniobra hacía la izquierda en una calle de un único sentido en busca de sitios libres. No hay suerte.

Al final opta por aparcar en línea azul. Es lo más práctico.

Con el GPS todavía en manos, Dona se encamina hasta lo que viene siendo un bar. Por desgracia, Miquel no tiene foto suya en el perfil de Whatsapp, pero Dona si tiene la de ella, por eso Miquel la reconocerá con facilidad cuando ella se acerque.

"Oh no. Solo no." Mientras más ella se acerca, mayor se forma el nudo en la garganta de Dona.

En el bar hay una terraza espaciosa. Es fin de semana y reboza de gente. Sin embargo, hay una que sobresale de los demás. Llevando una camiseta de manga corta, del color del arcoíris con una frase ridícula de "Take care and have gay sex". La camiseta además, le llega hasta el ombligo apenas. En el cuello tiene puesto una especie de collar que parece cuero. El tejano le es demasiado ceñido para las piernas tonificadas que tiene. Y como remate, lleva las gafas puestas y el pelo desgreñado por el viento.

Albert.

Dona traga saliva y para en seco.

—¿Qué hace él aquí? —Agarra la bolsa que lleva con fuerza. Y peor, ¿Cómo él es capaz de vestirse de forma tan ridícula y aun así sentarle endiabladamente bien?

"Nada como estar a gusto en tu propia piel." Dona recuerda una de las frases que leyó en X libro de autoayuda. Y Albert, parece aplicarla con pasión.

Mierda.

Albert mira en la dirección que está Dona. Ella siente un fuerte impulso de dar media vuelta y salir corriendo, pero esto es algo importante.

"No te atrevas a sonreírme así." Las manos de Dona cierran en puños al ver la forma en la que Albert la inspecciona de arriba abajo. Una perezosa sonrisa se forma en el rostro de él mientras la saluda de lejos.

Cogerle del cuello y apretar hasta que Albert quede sin aliente no parece una mala idea ahora para Dona. Pero por desgracia, él disfrutaría de ello. Y lo que Dona menos quiere ahora es hacerle pasar un buen rato.

—Maldito...—Ella murmulla mientras sigue hasta donde está Albert, sentado al lado de un hombre que Dona tiene la certeza absoluta de que es Miquel. Y que, además, la está mirando ahora también.

FeticheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora