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Martes
03:12pm

Los libros son aburridos.
Es la primera impresión de cualquier persona que ve un montón de palabras acumuladas en una hoja de papel. Palabras sin sentido, regadas aquí y allá. Escritas por personas que querían hacerse los intelectuales o que simplemente no tenían nada mejor que hacer. Y ¿Qué mejor que agarrar un cuaderno arrugado y escribir tus más profundos pensamientos, para al final esconderte tras la escusa de que todo era ficción? O mejor aún, escribir libros de reflexión y superación personal, siendo que ellos mismos están encerrados en su habitación, esperando que cada día pase más rápido que el anterior para que puedan dejar de revivir el mismo pensamiento que le han estado atormentado los últimos tres años.

Los libros eran ridículos.

La biblioteca era un laberinto de pensamientos jamás dichos entintados en papel. Papeles hechos por gente cobarde y estúpida que creía que con palabritas podrían cambiar el mundo.

Pero la verdad escondida, era que ellos eran los listos, y el resto de la humanidad ignorantes que preferían gastarse la vida arruinando la de los demás.

Me gustaba leer un buen libro a pesar de lo mucho que odiaba leer. Pero la vida no siempre se resolvía mirando enfrente -como decían mis padres-; a veces simplemente tenías que mirar abajo, entre páginas llenas de palabras que te podían hacer sentir algo diferente a lo que estás acostumbrado.

Diferente. Si había algo en mi alrededor que me hiciera sentir algo diferente, era Jung Kai, el hijo de la profesora de Historia. La curiosidad de saber quién era me daba cosquillas en los dedos.

La profesora Jung era estricta y molesta; debíamos guardar total silencio mientras ella daba su aburrida clase, y nunca hacía ninguna broma -ni podíamos hacerle ninguna a ella-, dictaba textos larguísimos y jamás se detenía por nadie.

Si hay algo que Jung Kai y yo tuviéramos en común, era tener padres horribles.

Mis padres trabajaban en el mismo instituto; mi madre: Kang Hyemi profesora de física. Y mi padre: Kang Jungseok profesor de literatura. Ninguno más aburrido que el otro, eran como dos tabloides bancos en la misma mesa de trabajo, ambos esperando que algo llenara su blancura.

Dormían juntos, comían juntos, cada quién tenía su propio auto, pero siempre iban juntos en el mismo. Siempre aceptando todo lo que el otro diga, sin chistar. No se amaban, eso era obvio, pero pese a todo, su relación era extrañamente tranquila. Frente a los demás, éramos una familia ejemplar: dos padres que jamás peleaban, con un excelente trabajo, y un hijo tranquilo que jamás causaba problemas.

Sin embargo, mis padres no sabían nada de mí, y yo no sabía nada de ellos.

Tal vez es por eso nos llevábamos tan bien.

[ . . . ]

03:39pm

Todos los días, después de clases, los profesores tenían una junta de diez minutos, donde hablaban sobre el "desempeño del día", contaban los problemas que tuvieron durante el día, las cosas buenas, las malas, y daban quejas o agradecimientos. Después, hacían un reporte y podían irse. Pero siempre tardaban más tiempo de lo que decían.

Yo tenía que esperarlos todo ese tiempo.

Me quedaba a leer entre las escaleras del segundo y tercer piso. No me gustaba quedarme abajo, había un guardia molesto que siempre me preguntaba el por qué seguía en la institución si las horas de clases ya habían terminado. No importaba cuantas veces le dijera que mis padres trabajaban ahí, que los estaba esperando y tenía un permiso; de todas formas iba a repetirme que no podía estar ahí. Era mejor esconderme de él, y observándolo, me dí cuenta de que nunca iba a los pisos de arriba, solo estaba abajo checando quién entraba y quién salía.

school rooftop | tyunningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora