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Viernes
06:12am

Mi madre me había regalado un reloj de arena cuando cumplí diez. Un reloj despertador cuando cumplí doce. Y un reloj de pulsera para cuando cumplí catorce.

Ella decía que el tiempo lo era todo. Y que si era lo suficientemente listo, podía controlarlo antes de que él me controlara a mí.

De alguna manera eso hizo que me obsesionara con el tiempo. Contaba cada minuto de mi vida, planeando todo lo que debía hacer en el momento exacto. Hasta que me dí cuenta de que los segundos que memorizaba solo eran alarmas que instalé en mi mente, pero que no lograban despertarme.

Aún así, no podía dejar de mirar el reloj siempre que pudiera. Los hábitos son buenos cuando sabes manejarlos.

Y yo nunca respetaba mis propios límites

Pero de alguna forma, estar con Hueningkai me hacía perder el sentido del tiempo. Como si estuviera en una burbuja, en medio de todas esas nubes que tanto nos encantaban, entonces todo al rededor dejaba de existir, y solo estábamos él y yo a solas en el gran y amplio mundo.

Entonces el tiempo dejaba de ser algo importante. Y a veces deseaba que siempre fuera así.

[ . . . ]

07:15am

Hueningkai y yo habíamos acordado en vernos todas las mañanas atrás del gimnasio, debajo de las hojas verdes que caían del árbol de la funeraria de a lado. Esas que parecían nunca querer marchitarse aunque estuvieramos en el mes más frío del año.

Los labios de Kai eran suaves, como si hubieran estado hechos solo para ser tratados con cariño. Entonces me pregunté si los míos lo trataban bien.

Nunca había besado a nadie antes, y pienso que si lo hubiera hecho, tal vez no estaría mordiendo tantas veces sus labios solo por no saber mover los míos.

—¿Por qué estás tan nervioso? —Dijo en una risa. Parpadeé un par de veces antes de abrir los ojos por completo, me sentía mareado y el corazón me latía con fuerza, agobiado por ser un amante primerizo. Pero él volvió a darme un beso rápido, perdiendome de nuevo.

—¿Q-qué?

Él se volvió a reír, pero prefirió hacerme cosquillas a volver a repetir la pregunta.

—¡No! —Exclamé entre risas, sosteniendo sus brazos para intentar alejarlos, a cambio, recibí otro beso suave y repentino. Lo miré con una sonrisa tímida.

—No me digas que nunca habías besado a nadie antes. —Dijo acariciando mi cintura, yo me mordí los labios mientras jugueteaba con su cabello rubio.

—Nunca. —Él abrió la boca sorprendido.

—¡No es cierto!

—¡Shh! No todos están detrás de mí para que les de un beso. Como a ti.—Él negó con la cabeza.

—Hubiera preferido que nadie me besara antes, para que tú fueras mi primer beso. Y así sería un recuerdo bonito.

Sonreí y le di un pico.

—Pues yo no tengo con qué comparar tus besos.

—Pues yo digo que eres la persona más besable de toda esta escuela.

—¡Basta! —Le dí un empujón entre risas, pero él volvió a tomarme de la cintura.

—¡De todo el país! ¡El continente!

—¡Mira la hora que es! —Exclamé enseñándole mi reloj de pulsera. Él entrecerró los ojos y se acercó a mi mano, aparentando que intentaba ver los números, pero solo me tomó la mano y dejó un beso en mi muñeca.

school rooftop | tyunningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora