Capítulo 9

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La alfombra blanca se tiñó de color carmesí. La sangre se desbordó de la herida y fue absorbida por la tela. Un caído en la batalla, quizás con las manecillas de reloj; una baja. Un pensamiento que cruzó por la mente del líder; lo que estaba tratando de controlar Green. La misión no salió bien, tenían al criminal, pero a un precio alto. Bastian iba a ser trasladado al Ministerio de magia en manos de Vicent y Kissy; ellos se hicieron cargo de la situación después de que Mariana lo dejara aturdido. Andrea presionaba la herida de Charlie, sea lo que tuviera que hacer debía hacerlo pronto. La existencia de su amigo se desvanecía y con cada segundo transcurrido se ponía peor.

—¿Qué haremos? —preguntó Mariana preocupada, en un estado de shock por lo ocurrido.

—Lo llevaré a un hospital. —Tomó su mano con la intención de hacer una aparición conjunta.

—¡No¡ ¡Espera! —La detuvo con un agarre en el brazo—. No podemos hacer las cosas así, existe un protocolo y hay que seguirlo. Podría salir contraproducente, además romperíamos los acuerdos.

—¡¡Se está desangrado!! Se está muriendo. —En su voz tenía una súplica escondida por la desesperación.

—¡No puedes aparecer en medio de un hospital muggle! Eso podría hacer más vulnerable a Charlie en este estado. Está muy delicado para hacer una aparición. Y te pido que imagines la conmoción que provocaríamos. —La chica trataba de ser razonable en medio de una situación tan delicada. Andrea pensó responder cuando Logan entró en la habitación con Lauren.

—La policía viene en camino —informó—, alguien los llamó —respondió ante la mirada interrogante de la chica.

No tuvieron tiempo de intercambiar palabras, las sirenas comenzaron a escucharse. Y cuando menos lo esperaban, varios hombres entraron con su arma en alto; Logan sacó una placa e identificación falsa para mostrarlas. Uno de ellos, al ver a Charlie, pidió atención médica por medio de la radio. A ninguno le permitieron subir en la ambulancia; tuvieron que fingir y hacer tiempo para llegar al hospital y no levantar sospechas. Al llegar, se quedaron en la sala de espera; Andrea alcanzó a oír el parte médico, y lo que temía: estaba grave. Su mente repasó el plan trazado, reprodujo la escena de lo sucedido mil veces, pero el curso de sus pensamientos fue interrumpido por la repentina aparición de su jefe. Y lo que más le sorprendió era que Harry Potter estaba siendo acompañado por Miranda Cavanaugh. Era extraño ver a la jefa del departamento de Cooperación Mágica acompañando al jefe de Aurores.

—¿Han dicho algo? —preguntó preocupado y viéndola a ella y al resto de su equipo. Se detuvo unos instantes en los novatos.

—No. —En esos momentos se encontraba muy intranquila.

—¿Tú estás bien? —La observó bien—, tienes una herida. —Señaló su brazo izquierdo.

—Estoy bien —respondió restándole importancia.

—Señorita Somender, ¿se encuentra bien?

—Perfectamente, gracias.

—Me alegra saber que el departamento de aurores puede pensar antes de actuar. —Soltó Miranda casi con orgullo, Andrea hizo un gesto desaprobatorio al escuchar eso, una parte de ella le intrigaba saber qué hacía ahí.

—Tomamos en cuenta todas las posibles consecuencias. —Abogó Harry a favor de sus hombres—. Apenas den noticias del señor Blackwood, analizaremos la opción de trasladarlo a San Mungo.

Bastaron unas horas para que el tiempo se hiciera eterno. El médico salió a informar del estado en que se encontraba. Según sus palabras estaba grave, pero estable. El señor Potter y la señorita Cavanaugh se alejaron para tener privacidad; repasaron las opciones para no quebrantar ningún decreto. La mejor forma que encontraron era confundir a los médicos y llevarse a su hombre. Al llegar a San Mungo, de inmediato atendieron a Charlie, el panorama era alentador. Lo único que alcanzaron a escuchar, antes de que desapareciera detrás de las puertas, era que debían administrar poción reabastecedora de sangre. Por órdenes del jefe de aurores, Andrea tuvo que dejar que la revisaran. No fue nada grave y bastó con un ligero vendaje; al salir, en la sala de espera vió a Mariana. Una furia mezclada con decepción se apoderó de ella; quería encararla por lo ocurrido, quería una respuesta concreta. Necesitaba escuchar un argumento que fuera lo necesario para tomarlo como válido.

El vuelo del fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora