Iruru es un misterio

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Había vívido uno de los días más intensos de mi vida. Mi cerebro apenas puede marcar el ritmo de todo lo que pasó hoy:

Iruru rompió la ducha.

Besé a Iruru cuando estaba poniendo crema en su espalda desnuda.

También la invité a mi cumpleaños al terminar el trabajo.

Decidí acompañarla a casa y ella decidió robarme un beso.

Intentaron asaltarme en el camino de regreso.

Iruru estaba siguiéndome y me salvó...

Y lo más importante:

IRURU NO ES DEL TODO HUMANA.

Tras ver sus monstruosos brazos con escamas y garras era un espectáculo aterrador... A pesar de eso ella había intentado protegerme de los que iban tras de mí.

Se habia interpuesto para recibir los ataques y enfrentar a aquel gigantesco criminal y no habia dejado de mostrar preocupación aún en su estado.

Pero... mentiría si dijera que yo no tuve miedo: Cuando tomó al criminal y lo levantó mientras lo asfixiaba pude sentir un aura de descontrol y ferocidad que nunca antes habia visto en ella. Una sed de sangre en su estado más puro... Eso desafiaba a todo lo que sabia de Iruru.

Solo pude decirle que se detuviera, sin poder moverme y sin poder alzar el volumen de mi voz al ver como la Iruru que conocía estaba dispuesta a asesinar a alguien frente a mi...

Sus oídos captaron mi protesta y ella volvió a mirarme: su mirada habían recuperado esa esencia inocente a la que estaba acostumbrado... Sus ojos empezaron a volverse acuosos y sin darme cuenta los míos también.

Había vuelto en sí después de aquel breve intercambio de miradas y sentí como se apenaba. Al parecer, de algún modo se habia vuelto vulnerable ante mí... Y yo ante ella.

Soltó al criminal sin quitarme la mirada de encima: casi como si suplicara por mi empatía mientras desvaneció sus garras para poder buscarme.

Yo... Me resistí un poco al principio: aún no sabía como reaccionar después de ver su verdadera naturaleza. Sin embargo, su mirada no cambió... Y eso me bastó para confiar en ella.

Ella me tendió su mano y yo estaba a punto de tomarla:

-¡APÁRTATE!...- Dije mientras pasaba por su lado intentando protegerla de lo que venía detrás de ella: el delincuente se había levantado y habia intentado tomar la navaja del suelo...

Mi cuerpo se habia movido solo y cuando me di cuenta el tipo había recibido un sólido puñetazo de mi parte. La asfixia lo habia dejado parcialmente desorientado y mi golpe final habia terminado dejándolo inconsciente. Yo había intentado protegerla casi sin pensarlo.

Pero, al darme vuelta ella no estaba detrás de mí... Al parecer, habia huido creyendo que la desprecié...

La maltratada navaja habia caído al suelo a centímetros de algo que no vi antes: Otra escama roja. La tomé entre mis dedos y la contemplé acurrucado bajo el farol:

-Iruru...

Tomé la navaja y la escama guardándolas para continuar mi camino a casa. Sin embargo, el resto de la noche podía percibir aquella mirada en la distancia.
Sabía que ella estaba tras de mí, siguiéndome en silencio e intentando pasar desapercibida con cada paso que daba.

Periódicamente intentaba darme la vuelta intentando sorprenderla para poder llamarla para acercarse a mí, pero cada vez que lo hacía mi vista solo divisaba las monótonas calles oscurecidas por la densa noche...

No obstante, eventualmente me cansé de intentar y deje que esa sensación de vigilancia simplemente fluyera mientras me acercaba a casa.

Ella simplemente no quería enfrentarme justo ahora; y la entiendo... Después de todo, ella cree que la hice a un lado...

Sin mayor percance, llegué a mi casa y mi abuela abrió la puerta:

-¡Take! Al fin llegas...- dijo con una ligera satisfacción antes de cambiar su tono drásticamente al verme...- ¿¡Por qué traes esa cara, muchacho!?

-¿Ah? ¿Que cara?...- Dije saliendo de mis reflexiones mientras pensaba una excusa para terminar lo más pronto la conversación....

-¡Estás tan pálido que parece que acabas de ver un demonio!.

-Quizás tengas razón...- murmuré para mí mismo...

-¿Eh?... ¿Dijiste algo, Taketo?...

- No, nada... Estoy agotado: ¿Puedo ir a dormir?...

- ¿Iruru te dejó cansado?...- Me dijo con ironía recargada en el marco de la puerta.

- ¿Que cosas dices? ¡Ella y yo solo somos amigos!...

- Tu cara esta roja, tu voz se quiebra, tu mirada me huye cuando toco el tema y yo no nací ayer, Taketo... Y lo peor es que ambos son idénticos.

Después de todo habían pasado cosas interesantes hoy. Mi abuela no estaba del todo equivocada, pero no estaba en condiciones de discutir...

Me volteé para ocultar mi rostro y me dirigí rápidamente a las escaleras a mi cuarto: -Piensa lo que quieras...

Ella soltó un suspiro hondo al cerrar la puerta: mi abuela notó que mi relación entre Iruru y yo habia cambiado un poco...

Y era inútil ocultarle todo...

-Hoy algo pasó entre ella y tú... ¿No me vas a decir que es?.

Exhalé resignado y decidí contarle al menos una cosa de todo lo que habia sucedido hoy:

-Invité a Iruru a mi cumpleaños... ¿Bien?.

-Ya era hora, pensé que nunca lo harías... Esa pobre chica tendrá que ser paciente con lo lento que eres.

-Bueno, me criaste sólo tu... Era inevitable que me comportara como un anciano.

-Aunque pronto cumplas 17 todavía puedo jalarte de las orejas ¿sabes?...- dijo mientras me miraba molesta.

La miré del mismo modo desde el pasamanos e imite su expresión. La aparente tensión se disolvió al instante al darnos cuenta lo parecidos que eramos en cuánto a carácter...

-De seguro mi bisabuela también te decía lo mismo...- dije intentando provocarla.

-y de seguro es lo que le dirán tú e Iruru a mis bisnietos...- me respondió sin perder tiempo.

Ambos disimulamos una risita y seguí subiendo las escaleras hacia mi habitación.

-Me alegra que estés en casa, Take. Estaba preocupada... Tardaste mucho.

- Sólo fui a dejar a Iruru al apartamento. Eso es todo. Lamento haberte preocupado.

Tras esa breve charla finalmente me refugié en mi cuarto. Vacíe mis bolsillos y saqué la navaja curvada y la escama rojiza que traía consigo.

Saqué un pequeño baúl y metí ambas cosas. En él ya habían otras dos escamas que habia recogido con anterioridad y ahora sabía a quien pertenecían.

Apagué la luz y me quedé a solas con mis pensamientos hasta conciliar el sueño: Recordé como habia aparecido frente a mi con ese manto negro y esas gigantescas garras en sus brazos escamosos. También tenia cuernos adornando sus orejas puntiagudas y su cuerpo casi descubierto no parecía titubear ante las heladas.

Apenas pude dormir pensando en ella...

-Iruru... ¿Que rayos eres?...

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