Sol Playa y Arena: Parte Final

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El agua estaba deliciosa, y disfrutar junto a Take (y sus amigos) fue realmente divertido. Incluso el momento a solas fue perfecto para besar sus labios una vez más:

¿Que más podría pedir?

Estar juntos y verlo cumplir un año más es una de las cosas que desee desde que me enamoré de él.

Y ahora...

La rubia lo había llamado debajo del muelle a espaldas de todos y el había accedido sin rechistar:

"¿Qué diablos trama?"

A riesgo de perderme el almuerzo y levantar sospechas decidí investigar: pues la sensación de calor en mi pecho y la tensión en mi rostro no disminuía al pensar en cómo habían escapado aquellos dos...

Esta sensación me invadía desde hace ya un tiempo: cada vez que una chica se acercaba a Take...

Celos.

Nunca sentí nada parecido antes. Ni siquiera con Kobayashi: Take es él único que puede hacer salir este desagradable sentimiento:

Impotencia, rabia y temor ante la posibilidad de ser reemplazada por alguien más en el corazón de quién se ama.

Eso me asustaba.

"¡No!"

¡Soy la última descendiente del gran Clan Amida!

"¡Mi aldea! ¡Mamá! ¡Papá! ¡Godel!"

¡La última en pie! ¡La que jamás se rinde!

"¡NO DEJARÉ QUE EL DESTINO ME ARREBATE A NADIE MÁS!"

Ceñí mis pasos en la arena firme en mi desición de poner fin a este desgastante sentimiento.

Algo de sigilo bastó para esconderme detrás de las vigas e iniciar a espiar aquella conversación...

No mentiré, mi corazón me oprimía el pecho esta vez...

A diferencia de mis celos anteriores, percibí una posibilidad real: una realidad en dónde Take elegiría a alguien más... Después de todo: ¿Qué me quedará cuando Take parta?...

°°°

-- ¡Está bien si no quieres perdonarme después de lo que dije, Take! -- Exclamó la rubia con desesperación: -- ¡No lo merezco!.

-- Dijiste cosas horribles, Zarina... -- Respondió Take con la mirada baja. -- Esa es una verdad que no puedo maquillar.

-- ¡Lo sé! ¡Lo siento tanto! -- La rubia se tomó la cara con las manos casi estallando en llanto mientras las olas se estrellaban contra riscos a su espalda. -- ¡Quise disculparme una vez supe la verdad sobre ti!

-- ¿Por qué no lo hiciste?.-- Su tono inquisitivo resonó por lo bajo.

El sonido del oleaje completó el hueco silencioso en aquella rígida charla y el hambre que sentía fue reemplazada por una extraña pesadez en la boca de mi estómago:

La ansiedad en la chica consiguió alcanzarme más con cada segundo que ella callaba la respuesta:

"Temí"

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