Obra

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Primer acto
Había alcohol en nuestro sistema, unas miradas sospechosas, unas sonrisas traviesas y un beso plano que nos dejó a los dos un poco desconcertados, sin embargo eso desató a una cadena de besos que nos llevó como un río a mi cuarto, entre actos torpes y deseo influenciado por un par de bebidas, llegamos los dos a estar semi desnudos, conectando nuestras bocas e intentando conectar algo más, que gracias a la inexperiencia, nerviosismo y, sin negarlo, un poco de confusión, se no hizo un poco difícil, sin embargo allí acabamos, los dos acostados en la cama con unos pocos centímetros de separación, las inseguridades y situación nos negó el desnudo completo pero aun así pudimos dormir cómodamente uno al lado del otro.

Segundo acto
No permitíamos que los deseos se acumularán, pero por alguna extraña razón tampoco se desvanecían, ni se extinguían, ni se acababan, deseos que simplemente crecían constantemente. Éramos dos entidades chocando pasionalmente como agua y fuego, dos cuerpos opuestos que se encontraban en una misma sintonía, una armonía que salía a flote desde desorden, una llama que quemaba toda la habitación. Nuestras bocas simplemente conectaban desesperadamente como necesitando uno del otro, Parecíamos ser náufragos con una sed insaciable del cuerpo del otro, sin parar, ronda tras ronda hasta que nuestros cuerpos nos gritara por un respiro y después de compartir fluidos procedíamos a colocarnos nuestra ropa interior para acostarnos abrazados y dormir plácidamente, tal vez con una que otra interrupción del deseo que puede despertar a media noche.

Tercer acto
Simplemente mar... olas chocando entre si con una armonía preciosa, fluyendo como el agua lo hace, siguiendo una misma danza que entre besos suaves y apasionantes notábamos como bailábamos los dos sin miedo a equivocarse, nuestros pasos y movimientos eran dignos de poesía y nuestros ojos al mirarse eran dignos de una película de cine estrenada cada vez que nos veíamos. Caricias suaves, rasguños fuertes, besos finos, mordidas duras, roces lisos, golpes ásperos, era un balance que simplemente nosotros conocíamos y habíamos formado a través del tiempo, del amor y del gozo. Nuestro entorno pasaba a un segundo plano, pasando a ser los protagonistas de nuestra serie que termina los dos completamente desnudos abrazados, seguido de frases y comentarios de cariño, con las inseguridades guardados dentro de una caja botados al contenedor de basura y dormir. Dormir con una calma y paz que jamás en mi vida pude haber sentido.

Cuarto acto
El placer está presente de manera constante en nuestra cama, nuestros movimientos a pesar de ser uno solo, se siente la diferencia de música que estamos bailando, nuestro mar sigue siendo rítmico pero se puede notar que somos ese punto exacto donde el Atlántico y el Pacificó no se unifican, la inseguridades que creía pérdidas las pude volver a encontrar, pero esta vez no se trataba de mi cuerpo, si no que era al respecto de mi corazón, sentía que a pesar del placer que sentíamos y el amor que nos teníamos había una conexión que se estaba perdiendo, besos nunca faltaron, ni caricias, ni mordidas, ni pasión, pero algo se sentía fuera de lugar, que al terminar y quedar los dos acostados, abrazados viendo algún programa, una lágrima salió de mi mejilla al saber que en algún día, esto tendrá fin.

Quinto acto
Noche confusa, alcohol involucrado, luces apagadas, frases no muy lindas, conversaciones no muy sanas, escasez de caricias, besos desanimados, ojos llorosos, mas mordidas, golpes y arañazos de lo habitual, mucha duda e incertidumbre de por medio, poco contacto visual y un acto de sexo muy brusco y vacío. Los dos con el conocimiento de que estamos haciendo lo incorrecto nos dejamos llevar por el deseo primitivo de nuestras pieles, tal vez un: "te odio" haya salido al aire y también varios susurros que afirmaban: "no me digas bebe", "no me digas mi amor". Un acto donde el corazón pudo estar de luto pero aun así deseoso de que esa pasión podría revivirse de nuevo, un proceso de retroceso y de autodestrucción en la cual ambos firmamos pues sabíamos las consecuencias que este acto traería. Después de varias rondas, los dos terminamos, mirándonos a los ojos con lágrimas en nuestras mejillas, pues los dos buscábamos ese antiguo amor para chocarnos con la horrible realidad de que ya no está presente. Y allí estábamos, completamente desnudos abrazados en la cama con un frío en nuestro pecho y calor en nuestro cuerpo que hizo que nos separemos para poder dormir, no plácidamente ni con paz en mi cabeza, simplemente dormir para descansar...

El cuaderno rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora