Hoy escribo sin planes de escribir.
Hoy escribo con la cabeza confundida.
Hoy escribo porque no puedo dormir.
Hoy escribo porque pensé que me conocía.
Ya pasó un año y siete o seis u ocho meses -en realidad no lose, no llevo la cuenta y nunca la llevé- desde que lo nuestro se encontró con su fin de la manera que jamás pude haber imaginado, ya te lloré, ya te superé, ya seguí con mi vida, ya conseguí trabajo y ya tengo otras cosas en mente, he estado entrenando, me dejé la barba que siempre he querido y me siento muy bien conmigo, tanto así, que estuve por mucho tiempo deseando encontrarme nuevamente contigo, para que me vieras y pudieras observar en lo que me he convertido, para que notarás esta mejor versión de mi, no me malinterpretes, mi intención no es que te arrepientas, ni que vuelvas a mi, como cualquier persona recién dejada de su pareja, mi intención es enseñarte que me he superado, como si necesitara de alguna aprobación tuya, el punto es que hoy te ví... no te reconocí, tuve que observarte por mas de cinco segundos para darme cuenta que eras tú, por tu expresión corporal me dió a entender que ya me habías visto y que simplemente me estabas evitando la mirada, pasé por un lado tuyo, me dirigí a esas máquinas de "self check out" y mirando la pantalla me di cuenta de que todo lo que dije en un principio de este texto no es del todo verdad, sentía como todo mi cuerpo temblaba, un nudo del tamaño de mi puño se posaba en mi garganta, mis manos danzaban al ritmo del nerviosismo de tal manera que no podía escanear el código de barras del producto, mi cuello se encorvó como tortuga tratando de esconderse en su caparazón y de momento, como trueno que cae sin previo aviso, como una bala perdida que penetra tu cabeza sin permiso, como una flecha en el cuello de un alce, escuché tu voz...
Y leyendo el aviso de la pantalla que me preguntaba si quería donar a una corporación de ayuda, pude notar como mis ojos levemente se llenaron de lágrimas, pocas, muy pocas, pero lo suficiente como para derrumbarme.
Me derrumbé...
Mi mente macabra empezó a resaltarme mi apariencia.
Me resaltó la forma que estaba vestido digna de un vagabundo.
Me resaltó una barba despeinada como si no me hubiera bañado en meses.
Me resaltó el mismo carro descompuesto de hace 3 años que ya huele a sudor y gasolina.
Me resaltó mi cabeza entre mis hombros y se burló de mi inseguridad.
Me resaltó como ya llevó un año y medio en mi trabajo y no he hecho mas nada que pagar cuentas.
Me resaltó lo mucho que extraño llegar a su casa por las noches y acostarme al lado de alguien.
Me resaltó la falta que me hace llegar de mi trabajo y que con besos me calmara el día de mierda que haya tenido.
Me resaltó el daño que me hiciste...
No pensé que te volvería a escribir nunca más, pero es que en la noche de hoy me dió por no dormir y tu encuentro fue tan imprevisto como estas lágrimas que hoy corren por mis mejillas, y por unos minutos me vuelvo creyente para darle gracias a Dios de que nada más te haya visto por unos segundos, porque si en ese momento me hubieras ofrecido una conversación nose que resultado hubiera tenido esta misma noche.
Y termino por donde empecé, hoy escribo con mi cabeza confundida, porque me dice que ya te he superado pero me lo dice con lágrimas en mis ojos...
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El cuaderno rojo
Non-FictionOpiniones, pensamientos y pequeñas historias que salen de mi cabeza plasmados en estas hojas digitales para el gusto de un público interesado :)