Pelo castaño, ojos color miel, alta estatura y un estilo de la moda un poco anticuado, Balder era un hombre honrado, trabajaba en su regular horario de 9-5 y en sus tiempos libres iba al gimnasio y de vez en cuando pintaba. Era un hombre que escuchaba sus antojos, si un día le provocaba ir a tomarse un cafe, lo hacía, si un día quería ir a la playa, iba, si un día quería irse lejos, lo realizaba, eso si, todo dentro de su horario, siempre intentaba ser lo mas responsable posible, aunque haya tramos de su personalidad que lo impedían.
Pero Balder siempre le había hecho falta algo, por mas que sus impulsos y caprichos los cumplía, el sentía un vacío, esos vacíos que no sabes como llenarlos y no sabes como complacerlos, pero si sabes que lo ocasiona.
Un día libre de trabajo comiendo un tazón de cereal recordó un día de escuela, cuando era menor de edad y tenía que estar encerrado en un colegio toda la mañana, emocionado sale de clases de ciencia y recorre todo el pasillo dando pequeños saltos de emoción, tarareando una canción que ahora él no puede recordar, va lo mas rápido que puede para llegar a otro salón de clases donde ve salir a Eira, mucho mas baja que él, cabello dorado como las prenda que usaba, ojos color marrón café y una sonrisa que el imitaba inconscientemente cada vez que la veía, agarrados de mano se acompañan uno al otro hasta el próximo salón de clases hablando de cosas que hablaban los niños en su épocas escolares, tarea, profesores, amigos, etc.
El tazón de cereal se acaba.
Recuerda esa noche, esa noche de su primera ruptura, ella entre lágrimas agradeciendo todo lo vivido y comentándole las cosas donde ambos no son compatibles, una noche que según él, fue muy silenciosa, solo podía escuchar la respiración cortada de ella y los estruendos de su corazón.
Desde ese día él lo sintió, sintió ese vacío.
Balder era muy fanático del café por lo tanto siempre andaba en una cafetería diferente cada vez que podía, como si fuera un catador profesional, así que decidió irse a tomarse uno después de lavar su tazón, coge las llaves y procede a subirse a su auto, de camino coloca algo de música, la canta y la disfruta pero poco a poco la música se va desvaneciendo mientras él se hundía en sus recuerdos.
Estaba en penúltimo año de clases, recorría el colegio con desinterés, Balder de joven no fue estudioso, siempre mostraba indiferencia cuando se trataba de ir al colegio, sin embargo había alguien que cambiaba su interés, una persona que él esperaba todos los días y los días que ella no se presentaba a clases él se escapaba, Minerva, su cabello era lizo, brillante y negro como el carbón que combinaban con sus ojos, estatura baja y una delicadeza impecable, Balder estaba en esa edad donde las fiestas en casa de sus amigos eran recurrentes, por lo tanto tenía la oportunidad de verla fuera de clases y escaparse de las fiestas para estar los dos solos.
Balder llega a la cafetería, pero no se baja del carro, sigue en sus recuerdos.
Caminando por la calle discutiendo por teléfono con Minerva, donde se dejan en claro los diferentes puntos de vista que cada uno tiene, ella no está preparada, él quiere una relación, así que allí planean dejarlo, con un mal sabor de boca.
El vacío se vuelve mas visible.
Balder entra a la cafetería y pregunta por el café mas extravagante que tienen, a él le gusta probar sabores nuevos y si se trata de café, mejor. Mientras espera el café observa una pareja, él sonríe al recordar.
Cabello negro como la noche, facciones asiáticas, cachetes rojos como los de un niño avergonzado y piel blanca como la nieve, Nereida era su nombre, recuerda esa noche donde un amigo de él lo invita a una fiesta, realizada en la casa de la misma Nereida, ellos dos entablan conversación y cada uno confiesa su antigua atracción en épocas escolares cuando ellos se veían por los pasillos, después de esa fiesta ellos siguieron hablando y siguieron viéndose, pero al tiempo Balder se dio cuenta que ella no era la misma y sus actitudes iban cambiando, tuvo el sentimiento que conoció a dos personas, la Nereida de a principio de relación donde era amorosa, tierna y pasiva y La Nereida a mitad de relación donde era todo lo contrario, llegó un momento donde cada vez que la veía estaba borracha y trataba a Balder con indiferencia, esto a él no le gustó y ella no se sentía cómoda, por lo que la mejor opción era dejarlo hasta allí, los dos no se dieron razones ni explicaciones, simplemente acordaron en terminar.
El vacío se hizo pesado.
Balder recibe su café y procede a sentarse en una mesa a degustarlo, después de aquel acontecimiento con Nereida pasaron años sin ningún tipo de relación, simplemente él solo ajustando su vida, hasta que llegó una persona: Afrodita.
De estatura baja, piel canela, ojos color chocolate, cabello corto artificialmente pelirrojo, Era amiga de una amiga de él, los dos se llevaban muy bien, siempre hablando de algún tema interesante o no, bromeando acerca de cualquier cosa, bailando sin sentido alguno y peleando de forma juguetona, un día ellos dejaron su amistad atrás y saltaron a tener una relación, los dos tenían una buena conexión, los días nunca fueron aburridos, por lo menos para él...
Balder observa su taza de café que ya anda a medio camino de acabarse, viendo como la forma de hoja hecha con espuma ya se había desvanecido.
2:30 de la mañana, él había regresado de la casa de un amigo, llega a casa de Afrodita y después de un baño se acuesta a su lado, Balder tiene la costumbre de colocar su celular debajo de su almohada al dormir, y mientras reconciliaba el sueño sintió su celular vibrar, preguntándose quien podría ser, busca su celular bajo la almohada y con los ojos entre cerrados por el brillo de su celular procede a leer unos mensajes que él sabía que no era para él, su celular estaba en su bolsillo, el celular que tenía entre sus manos era de Afrodita y los mensajes eran de otro hombre...
A este punto el vacío era tan profundo que Balder simplemente decidió ignorarlo.
Balder de un trago de su café y se atora al pensar tan amargo recuerdo y entre tosidos disimulados para no llamar la atención escucha una voz
- ¿Estas bien?
Balder sube la mirada un nota una mujer con una servilleta en su mano, el asiente y acepta la servilleta.
- ¿Te importa si me siento?- dice ella mientras toma una silla
Balder entre pequeños tosidos hace una señal con la mano invitado a sentarse y allí los dos empiezan una conversación que se extiende lo suficiente como para comprar mas cafe y unos bocadillos.
Su nombre es Valquiria, vestía una falda larga que le llegaban a los tobillos, una sonrisa angelical, una piel oscura como el chocolate amargo, unas trenzas largas que le llegaban hasta la mitad de la espalda y unos ojos color roble. Los dos salieron de la cafetería y acordaron ir a comer a un restaurante donde la conversación se extendió aún más hasta el punto donde los tuvieron que echar por que el restaurante ya había cerrado, la conexión de ellos dos fue al instante y el vacío de Balder se sentía como un recuerdo.
Los dos compartían muchas cosas en común y pareciera que fueron creados uno para el otro.
El día ya había oscurecido y repentinamente se les ocurrió la idea de ir a una discoteca. Bailaron aunque Balder no sabía bailar, compartieron tragos y rieron, haciendo bromas repentinas y aunque solo se habían conocido por algunas horas ya los dos estaban compartiendo ideas de planes futuros, cosas que podían hacer y podían compartir.
Ya era de madrugada y salen del antro, los dos se dirigen al carro de Valquiria ya que Balder se había estacionado en el local de al frente por falta de puestos disponibles y siguen intercambiando historias sin notar el paso del tiempo, de pronto las luces del alba empiezan a notarse en el cielo abriendo paso a una gama de colores variados, rojos, verdes, amarillos, rosados, morados, los dos se quedan admirando el amanecer en esos silencios que no son incomodos, en eso Balder observa la hora en su celular y se da cuenta que tenía dos horas y treinta minutos para entrar a trabajar, se despide de Valquiria, le explica su situación e intercambian números para seguir en contacto, este se baja del auto y se dirige hacía el suyo.
Espera pacientemente a que el semáforo peatonal se torne verde para cruzar, cruza la calle y escucha un sonido que capta su atención, voltea y ve un auto blanco con el logo de un caballo en la parte de al frente, un señor dentro observando su celular, este sube la mirada, suenan los chirridos de las ruedas del auto, una bocina, unos gritos y por último, un golpe.
Balder sale volando por los aires y su vista se convierte completamente negra, como si alguien hubiese pagado el cielo.
Balder escucha Sonidos de gente murmurando, una ambulancia a lo lejos y una voz que parece sobreponerse ante todo sonido.
-¿Estas bien?
Balder abre los ojos y observa a Valquiria que está sujetándole la cabeza mientras da palabras de consuelo, en eso nota que ella esboza una pequeña sonrisa, se acerca y lo besa, Balder aun herido sigue el beso a ojos cerrados y al abrirlos nota que Valquiria llevaba puesto un vestido negro largo con una capa con capucha, esta suavemente pasa el dorso de su mano por la cara de Balder, este siente una mano completamente huesuda y fría pero a la misma vez reconfortante y cálida.
Acto seguido nota como dos alas salen de su espalda, su visión se vuelve negra y el vacío en su corazón está completamente lleno, sintiéndose completo por primera vez en muchos años, al conocer el amor de su vida.
- Ya, vámonos de aquí mi amor- le dice Valquiria con una voz que pareciera que estuviese cantando.
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El cuaderno rojo
Kurgu OlmayanOpiniones, pensamientos y pequeñas historias que salen de mi cabeza plasmados en estas hojas digitales para el gusto de un público interesado :)