Capítulo 3

46 6 0
                                    

| Dorian |

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

| Dorian |

2 años después



«¿Dorian saben ya tus padres que Carter canceló la boda porque no está enamorado de ti sino de Eline, la viticultora?»

«Queridos tíos no se equivocaron al elegirle ese nombre, al fin y al cabo revela su personalidad; un alma marchita y venenosa»

«Dorian, Dorian»

La desesperación aumenta cuando a pesar de querer dar un paso retrocedo mil mientras una luz enorme resulta tan cegadora que me impide alcanzar a Haydée sobre el escenario.

—¡Cállate! ¡Maldita sea ya cállate Haydée!—siseo desesperada.

—¡Venga despierta Dorian, despierta! —dice una persona preocupada mientras zarandea mi cuerpo mareándome aún más.

Creo que voy a vomitar.

—Que te ca...—trato de decir, pero me detengo cuando mi campo de visión resulta claro y soy capaz de ver a la mujer rubia frente a mi—. ¿Haydée? ¿Te alcancé? —espeto ilusionada.

—No seas estúpida, tuviste una pesadilla—indica lanzando una almohada que apenas logro esquivar—. Se dice gracias por despertarme de una pesadilla, pero claro las Van Alst nunca damos las gracias.

—Tú eras parte de esa pesadilla—le acuso.

—¿No me digas? —espeta irónica alcanzando un par de cojines para disponerse a salir de mi habitación.

—Soñé nuevamente con aquel festival—espeto atando mi cabello en una coleta cuidadosamente.

—Pues te he pedido perdón por eso ya, pero cómo sé que estás de mal humor mejor me largo—espeta apresurando el paso para dejarme sola.

¿En qué momento terminamos conviviendo y pretendiendo llevarnos bien después de que nuestra reputación se fuera al caño aquella noche?

Tengo una respuesta clara.

Ambas terminamos en el hospital tras desplomarnos, Haydée en el escenario y yo en plena vía pública.

Por razones del destino acabamos en un hospital bastante humilde que inclusive por cuestión de espacio después de los procedimientos de cada una nos tocó estar en misma habitación y con tal de no terminar la una con la otra hicimos un "tratado de paz" el cual involucra estúpidamente que Haydée viva escondida en mi departamento.

De solo recordar aquel día en el desfile me genera una emoción difícil de explicar y no puedo evitar morder con fuerza mi labio cuando recuerdo que ese día se acerca nuevamente.

—¡Aghh! —farfullo con aversión saliendo de mi habitación cepillándome los dientes.

—¿Has terminado con tu berrinche del día? —cuestiona la rubia con sorna, pero ni siquiera me molesto en replicarle viéndola tumbada sobre el suelo.

Vinoteca Van Alst Donde viven las historias. Descúbrelo ahora