Capítulo 4

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| Haydée |

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| Haydée |

Contar los minutos para que Dorian regrese a casa se ha convertido en la peor pesadilla para mi.

Ansío demasiado saber que todo ha salido bien y poder tomar un poco de aire aún estando encerrada bajo las paredes del impresionante pent-house de mi prima.

He estado resguardada desde hace más de un año y la razón de ello es que por un momento de debilidad en aquel hospital debí romper en llanto con Dorian indicándole en el jodido lío en que me había metido.

Aquella mala pasada que me dió jugar con alcohol y drogas únicamente me llevó a ser señalada por muchos, pero principalmente por quienes me lleve entre comentarios ofensivos.

Como la tía Balbi que ya ha dejado de hablarme por irse de vacaciones con otro nuevo novio.

A Vlad que la noticia sobre su padre acostándose con sus parejas hizo que se alejase de la familia para siempre.

Y por supuesto Cory, ha sido desde entonces un dolor en el culo, no ha parado de amenazarme por haber expuesto su secreto, sus amenazas ya no son solo palabras, se han convertido en un intento de secuestro en aquel hospital.

Debo reconocer que en parte ha sido mi culpa y aunque aún no logro perdonarme del todo por exponer vidas ajenas, pero el perdón que me ha dado Dorian ha sido todo un alivio para mi.

No sé si sea sincero, pero quiero creerlo, quiero creerlo por esa persona que aún considero de la familia, la única persona que me dió la mano cuando Cory trató de llevarme a la fuerza.

No sé de lo que sea capaz Cory por recuperar a su hijo, pero pienso que eliminarme sigue siendo la mejor alternativa para él.

Y ciertamente lo que me aterra más que morir en sus manos es hacerlo sin haber encontrado a Matilde, mi madre. 

—Haydée, ahora que te encuentro quería decirte que mi turno ha terminado, ¿Se te ofrece algo más?

Sara permanece inquieta en el corredor mientras termina de hacerse una coleta alta en el cabello, supongo que está emocionada de ir con su familia.

Cuánto me gustaría tener a mamá y papá a mi lado cerca y abrazarlos, nunca lo hice lo suficiente porque nunca imaginé que se irían.

—Nada más Sara, muchas gracias ¿Se ha reflejado ya tu pago? —cuestiono a la mujer que sonríe ampliamente.

—Sí, con mi acumulado visitaré a los abuelos en un pueblo cerca de Haarlem, estaré aquí para el próximo lunes sin falta—promete la chica de rasgos asiáticos que se ha convertido en parte indispensable de este hogar.

No solo por sus grandes hazañas para que pongamos todo este departamento en orden, sino para ser esa compañía que siempre necesito al estar diariamente encerrada en este lugar.

Vinoteca Van Alst Donde viven las historias. Descúbrelo ahora