Capítulo 7

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| Dorian |

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| Dorian |

—¿Me recuerdas por qué estoy aquí?—cuestiono a Haydée que se mantiene al otro lado de la línea—. Tenía mejores planes que este—mascullo observando el enorme letrero de la librería principal de Amstelveen.

—¿Tu mejor plan era dormir? —cuestiona mi prima burlona.

—Ir a trabajar—le aclaro acomodando mi bolso mientras maniobro para que el café en mis manos no se derrame—. No tienes idea del caos que hay en la empresa.

«Y con la jodida biografía que hará el escritor español»

—Deja de pensar en ese maldito lugar—me recrimina exasperada—. Eres una tremenda workaholic, ahora dime ¿Dónde demonios estás?

¿De verdad está preguntando eso? ¡Me ha mandado casi a rastras hasta este lugar!

—En la entrada de la librería—le digo con tono de obviedad—. Estoy por ingresar—le declaro, pero la figura de un hombre de seguridad hace que me detenga confundida.

—Buenos días—musito alejándome del teléfono para poder escuchar lo que dice porque ahora mismo Haydée parece estar histérica.

—¿Tiene una reservación? —cuestiona el hombre de edad avanzada sorbiendo ruidosamente de su refresco haciendo que lo observe de mala gana.

—¿Reservación? —digo recordando las numerosas veces que he ingresado a este lugar sin sí quiera saludar a nadie.

Algo maleducado, pero a quién demonios le importaba.

—En estos momentos la librería está en su máxima capacidad—aclara señalando el aforo máximo en un papel—. Si quiere ingresar otro día le pido llenar el formulario y con gusto la atenderemos en una fecha establecida.

La noticia me cae como anillo al dedo para retirarme de esta misión por el día de hoy, sin embargo, con curiosidad comienzo a revisar los requerimientos en el pequeño formulario, mismos que son relativamente extraños que una la librería deba pedirte.

—¿Redes sociales y domicilio? ¿En serio? —cuestiono quitando un mechón rebelde frente a mis ojos—. ¿No quieres mi usuario de Bumble o Tinder también?

—¿Qué sucede? —puedo escuchar la voz de Haydée nuevamente al teléfono.

—Cállate—le pido de manera grosera.

—¿Disculpe? —cuestiona el guardia dejando a un lado su bebida y enfrentándose a mi.

—A ti no te decía—le digo con firmeza indicándole la llamada en curso y el hombre avergonzado da un paso atrás mientras observo a las personas a nuestro alrededor—. ¿De verdad crees que me creeré estos jueguitos? —cuestiono esta vez con los brazos cruzados.

—No sé de que está hablando—se defiende—. Pero si mantiene ese vocabulario lo mejor será que salga de aquí—indica advirtiéndome con el refresco en mi dirección.

Vinoteca Van Alst Donde viven las historias. Descúbrelo ahora