"Y en los ojos de la gente hay una expresión de fracaso, y en los ojos de los hambrientos hay ira que va creciendo.
En sus almas las uvas de la ira van desarrollándose y creciendo, y algún día llegará la vendimia"
John Steinbeck
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| Haydée |
El llanto al otro lado de la línea, los susurros incontrolables de Dorian tratando de calmarse a sí misma no han hecho más que ponerme alerta.
No estaba preparada para verla así.
Nunca estoy preparada para lo que viene y realmente me asusta lo que haré una vez que estemos fuera de esta mentira, una vez que los Van Alst desaparezcan.
El sonido del móvil es insistente así que corro desde mi cama hasta el peinador alcanzando el celular.
—Joder—mascullo agitada—. Me has preocupado ¿Por qué colgaste? ¿Estás bien?—cuestiono esperando la respuesta de Dorian, pero la voz de alguien más me congela por completo.
—¿Hija? ¿Está todo bien? —la voz cautelosa de mi papá hace que me muerda los labios con fuerza.
He tomado el celular equivocado.
—Papá—espeto asombrada de que se trate de Cillian—. Oh lo siento, he estado...—carraspeo nerviosa—. Esperando la llamada de una amiga de la escuela que ha enfermado.
—¿Tú estas bien? —cuestiona alarmado—. ¿Tu salud?
—Sí, papá descuida, estoy bien—le digo con obviedad para después dirigirme al tema que me desconcierta—. No sabía que llamarías.
—Ni yo—suelta una risilla—. Solo he tenido un impulso de llamarte para charlar contigo.
Mi padre no suele llamarme por cualquier cosa, no lo hizo ni el primer día que se supone llegaría a Estados Unidos, ni cuando entré a la universidad, entonces creo conocer el motivo de esta llamada en sí.
—¿E-es sobre mi mamá?
—Oh cariño—dice con emotividad en su voz y la incertidumbre me embarga siendo un sentimiento tan amargo.
—Dímelo—murmuro preparándome mentalmente para lo que pueda decirme ahora mismo—. ¡Venga dígamelo papá! —exijo elevando el tono.
—La policía está siguiendo otro móvil en la investigación—declara soltando un largo suspiro—. No sé cómo decirte esto, pero piensan que quién estuvo involucrado en la desaparición de tu madre está más cerca de lo que creemos—declara con un ligero temblor en su voz.
—¿Qué? —resoplo—. ¿No se supone que tenían una pista ya sobre ese hombre jardinero con el que se le vió a mamá?
—No lo sé, no lo sé—responde apresurado—. Ellos solo me han explicado que hay varias líneas de investigación y ha surgido una nueva que indica que podría...—traga con fuerza—. Que Matilde podría estar en manos de alguien de la familia.
