Capítulo 9

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| Dorian |

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| Dorian |

—¡Dorian despierta, vamos despierta!

Aquí vamos otra vez...

—No te daré alcohol Haydée—digo en apenas un murmuro removiéndome entre las sábanas para darle la espalda.

¿Es posible tener tanto amor por dormir?
Ni siquiera deseo despegarme de esta cama para ir a trabajar hoy, mucho menos porque me siento abatida de las emociones en los últimos días.

La voz es insistente y hasta cierto punto demandante porque de una sola maniobra hace que termine en la orilla de la cama casi a punto de caer.

—¿Sara? —cuestiono a la mujer de cabello trenzado que me observa con impaciencia—. ¿Pero qué haces aquí? ¿Cuándo volviste? —me veo preguntando ilusionada.

—Llegué a media noche—aclara de brazos cruzados—. Solo para comprobar que nada puede despertarlas, ni un jodido perro labrador.

—Espera—digo reincorporándose un poco mientras mi cabeza da vueltas—. ¡¿Hay un perro labrador en el departamento?! —cuestiono horrorizada.

—Por supuesto que no—indica Sara dejando soltar un silbido divertido.

—Me has devuelto el alma al cuerpo—acepto calmando mis nervios—. Te extrañamos, esto ha sido una verdadera locura sin ti. 

Una verdadera y auténtica locura.

El tipo nuevo que es el vecino y es un jodido policía aunado a Dante inmiscuyéndose en cada cosa que hago.

—Anda baja—dice comenzando a doblar las colchas dejándome descubierta y no puedo evitar sentir un frío terrible que me llega hasta la nuca, odio que haga eso—. Hay alguien esperándote en la sala.

—¿Esperándome? —digo colocándome un pequeño cárdigan para aligerar el frío—. Vale, antes de cualquier cosa encárgate de que Haydée no salga de su habitación—le indico determinada meditando quién demonios puede venir a esta hora a mi hogar.

—Es un hombre—indica Sara cuando estoy acabando de lavarme los dientes—. Me ha dicho que ha traído un obsequio y lo he dejado pasar.

—¿Y lo has dejado pasar así como así? —cuestiono en un tono apenas perceptible, pues la pasta no me deja hablar, pero no puedo quedarme callada ante la impresión.

—Me atrevo a decirte que tu nuevo enamorado sí parece todo un caballero y no un patán como todos los que han estado aquí—puntualiza esta vez Sara desde la puerta de la habitación.

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