Capítulo 10

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| Haydée |

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| Haydée |

Los últimos días han sido silenciosos.

Dorian se ha limitado a hablarme solo cuando es estrictamente necesario, como callar a mi máquina de coser a las dos de la mañana, preguntarme sobre la investigación de mi madre y recordarme acomodar unos cuantos adornos navideños.

Esto último es desesperante.

No me gusta la navidad y mucho menos después de todos los accidentes que he tenido desde que comencé por tocar aquel enorme pino. Pero Dorian me ha prometido pasar esta navidad en casa e inventarse una excusa con sus padres para no asistir a la reunión navideña tradicional, eso dijo el año pasado y la historia de Haydée en pijama esperándola a las dos de la mañana para ver una película parece que sucederá nuevamente. 

Sara cayó rendida apenas al segundo shot y tuve que encargarme de llevarla a rastras hasta su habitación, así que no es una opción pasar navidad solo con la coreana.

Sé que el motivo de que estos días sigan siendo así de tensos es porque no he parado de investigar sobre mi madre, me he envuelto en la investigación día y noche buscando cualquier aspecto que haya pasando por alto de mi sospechosa número uno, Dorian

Revisé que los mensajes efectivamente fueran  sobre su llegada a la empresa y su futuro profesional que para ese entonces se centraba en estar con Brahms y todo había resultado verdad.

No había encontrado indicios importantes y eso comenzaba a desesperarme hasta el punto que había pensado en inmiscuirme en su habitación, pero no me sentía con la valentía suficiente, aún se estruja algo en mi interior cada vez que debo comportarme indiferente con la rubia mayor.

Además, esta tarde Dorian presumía traer algunos informes de la oficina de mi madre, así como traer su antiguo computador portátil del cual dudaba que la policía no lo tuviera como parte de las evidencias.

En fin, la espera continúa mientras reviso los minutos para que llegue a casa, solo dos minutos y posiblemente tendré una nueva pista.

Si es que Dorian no se ha encargado de borrarla ya.

—¡He llegado! —exclama la chica ojiazul terminando de abrir la puerta con un pie, pero esta es detenida por mis manos ágiles—. ¡Joder! Tremendo susto me has dado—dice agitada viéndome a unos cuantos centímetros—. ¿Qué haces detrás de la puerta?

—Dijiste que tenías algo importante para mi—indico con obviedad y sin un atisbo de importancia en que la rubia sigue temblando de miedo.

—Pues alégrate de que esté viva para contártelo, por un momento creí que alguien había ingresado al departamento—indica acercándose hasta la mesa donde coloca los papeles y el sinfín de cosas que lleva entre las manos.

Vinoteca Van Alst Donde viven las historias. Descúbrelo ahora